⠀ꕤ :⠀⠀ ꪷ𝄪 ⠀Uᥒᥲ fᥣor ρᥲrᥲ Hᥲdᥱs ⠀ ִֶָ ⁎ ⠀tojι fᥙshιgᥙro𑁤⠀✓

Cᥲριtᥙᥣo ᥙᥒo

Seria un eufemismo decir que Toji, a pesar de ser uno de ellos, nunca se había sentido parte del clan y había odiado a todo el linaje Zenin durante todos sus años de sufrimiento.

¿Y lo único que odiaba mas que su propia sangre? Fueron los malditos nobles quienes lo menospreciaron, burlándose de su falta de poder bajo susurros y rumores. Los cobardes sin carácter ni siquiera tuvieron el coraje de escupirle esas palabras venenosas a la cara.

Tomo nota de cada uno de ellos, era dificil no hacerlo con sus risas resonando en su mente cada noche mientras se clavaba las uñas en las palmas. Entonces, por supuesto, su atención se desvió hacia la madre y la hija de una familia con títulos que residían en la finca Zenin cuando recibieron la noticia de que su casa en el sur había sido atacada.

Su casa no había sido atacada. Todo estaba planeado, por supuesto: su viaje a las montañas del norte que cruzaron la morada de Zenin, su madre había inventado la noticia para tener una excusa y encontrarle una pareja honorable de uno de los clanes mas poderosos. Sus astutos espías ya habían hecho el trabajo sucio, proporcionándole dos hombres adecuados, incluso si uno de ellos tenía el doble de su edad y el otro era conocido por su agresividad.

El vestido blanco con el que su madre la había engalanado y las orquídeas que había trenzado en su cabello hicieron que todos los ojos se centraran en ella mientras se dirigía a su habitación. Mantuvo la cabeza gacha, demasiado nerviosa para mirar a alguien a los ojos, esperando que ningún hombre mayor se interesara en su fachada de pureza e inocencia y decidiera reclamar su cuerpo. Oh, como deseaba poder alejarse de esa vida, alejarse de la desgraciada mujer a la que llamaba madre, alejarse de todo eso; de su clan, los estúpidos pretendientes, los estúpidos...

⠀⠀─⠀¡Ah!

Grito cuando su cuerpo choco contra algo que parecía una pared de músculos duro como una roca, el aroma de la niebla helada de la noche y el cedro se apoderaron de sus sentidos. Shai no tardó en parpadear.

Trago saliva, retrocedió un paso lista para comenzar a farfullar disculpas antes de que su madre le arrancara la piel por haberla avergonzado. En cambio, sus palabras permanecieron atrapadas en su garganta mientras tenía sus ambar en aquellos orbes intensos, llenos hasta el borde con la ira de Aquiles, pero de alguna manera también con su dolor. Se le hizo un nudo en la garganta mientras su mente sabía que debía hacer algo: moverte, disculparte, fruncir el ceño como lo haría una dama noble al menos, pero lo único que podía hacer era quedarte ahí, mientras la postura del hombre reflejaba impaciencia.

Se estremeció cuando el mayordomo barrigón que la conducía por el pasillo regreso, pensó incluso que el hombre de cabello oscuro podría matarlo alli mismo por interrumpir el ardiente momento entre ellos dos. En cambio, la pelirroja logro sorprenderse cuando se dejo empujar hacía un lado mientras metía las manos en los bolsillos y con la cabeza gacha mientras se dirigía directamente hacia la salida.

Apenas sintió las lunas crecientes grabadas en su piel cuando su madre la arrastro a su habitación por el brazo, con una sonrisa cortante en su rostro.