CAPITULO VEINTICINCO - BUEN GUSTO

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CARMEN

El local está llenísimo, lo normal a las dos de la madrugada. Nunca entenderé cómo pueden dormir los vecinos con la música y la bulla de la gente. No llevábamos ni quince minutos cuando nos encontramos con nuestro grupo de la facultad, ese que formamos el primer año de carrera y con el que de vez en cuando quedo para no perder el contacto.

Ruth se lo pasa genial cuando nadie se da cuenta de que Guillermo es ciego y las dos le seguimos el juego.

- Tú sí que tienes buen gusto para los chicos, Carmen – me dice mi amiga al acompañarla al baño porque está un poco bebida.

- No sabes lo que dices, ni siquiera quiere salir conmigo – le recuerdo.

- Está aquí y te fue a buscar a la hamburguesería.

- Y luego desaparecerá como Carlos.

- No seas injusta. No puedes compararlo con mi ex, además, te dijo que no iba a desaparecer nunca más – me responde.

Menos mal que es su turno para entrar al baño, no quiero pensar ahora en cuando Guillermo desaparezca otra vez durante meses, que será exactamente cuando sus tíos lo visiten otra vez.

***

- ¿Dónde está tu amiga? – me pregunta Guillermo después de bailar dos canciones seguidas, cosa que no habíamos podido hacer en toda la noche.

- Está con los chicos, aunque ahora está bailando con un italiano y creo que esta noche se lo lleva con ella a su casa – le cuento divertida.

- Nosotros no somos..., es decir, yo no tengo derecho a preguntarte nada, pero tú también haces... - intenta explicarse Guillermo, avergonzado.

- Desde que nos hemos besado por primera vez no he besado a nadie que no seas tú – lo saco de dudas.

- ¿Y otras cosas?

- Por supuesto que no – me molesto con él.

- No puedes echarme en cara que te haga esa pregunta. He bailado contigo y sé que te gusta que te toquen – me dice con los labios a escasos centímetros de los míos y sus manos acariciando la piel desnuda de mis brazos.

- Eso solo te lo he pedido a ti. Ya te he dicho que nadie me ha besado así antes – le digo antes de ser yo la que hace que nuestros labios se encuentren.

No sé los planes que tiene Guillermo, pero pienso hacer lo imposible para que acabe esta noche en mi piso otra vez.

- No seas mala – me susurra al oído, cuando con mi mano acaricio su erección.

- ¿Por qué no? La última vez me masturbaste a unos metros de tus primos – le recuerdo lo que pasó en la fiesta de Fin de Año, donde yo misma guie su mano hasta mi entrepierna cuando encontré un lugar donde nadie podría darse cuenta de lo que estaba sucediendo entre nosotros.

- Me pediste que lo hiciera – me responde y por cómo me está agarrando el culo, sé que está a punto de perder los papeles y me encanta cuando me percato del poder que ejerzo sobre él.

- A ti no pareció importarte mucho.

- Casi me corro contigo, aunque no me estuvieses tocando – me dice y hace que mi cuerpo se pegue al suyo completamente.

- ¿Te vas a quedar conmigo esta noche? – le pregunto con los labios tan cerca que parece que estamos a punto de besarnos.

- Si tú me lo permites – me dice antes de morderme el labio inferior.

Hace menos de una hora estábamos hablando sobre que solo somos amigos y ahora no podemos alejarnos el uno del otro. He intentado convencerlo de que amigo con derechos es lo mejor para los dos y, aunque él no estaba muy convencido, parece que lo ha aceptado sin más, porque me devora la boca como si fuese lo único que tiene sentido en este momento.

¡VOY CIEGO! - TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora