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No tenía paz, Iván se había a ofrecido para cuidar al hijo de su vecina y desde aproximadamente 30min. El chiquillo de 3 años hacía sus oídos reventar con los llantos de este llevandolo a la deseperación y frustración a si mismo soltando lagrimas saladas en el camino.
El chico Argentino no sabía que hacer o más bien por donde empezar sería la definición correcta a su pánico.
Pero repentinamente el llanto del más joven cesó pues al percatarse de las lagrimas del contrario dejo de llorar y se acerco a el para apapacharlo.
El chico canadiense retiro sus dedos de sus oídos y abrazo de igual manera al más joven.
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—¡Adiós!—los dos adultos se despedían del más joven y su mamá quienes se alejaban para cruzar la calle y retirarse a su casa.
