Prólogo

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—¿Oye, qué le pasa a ese sujeto de allá? ¿Estará enfermo?

—¿Yo qué voy a saber, amiga? Seguramente es un pervertido que está leyendo una novela erótica, o yo que sé.— Comentó indiferente la contraria, ambas amigas se retiraron del pasillo.

La librería era el paraíso para los amantes de la lectura, infinidades de libros con páginas escritas de diferentes autores esperaban ser leídos y disfrutar de una buena fantasía, nada más emocionante que imaginarte a ti mismo siendo el protagonista de una historia donde quisieras estar para vivirla.

Y en cualquier librería remota como cualquier otra, encuentras todo tipos de género, y uno de ellos, el más reconocido era el romance, sobretodo cuando se trataba de... un amor prohibido entre hombres.

Así es: el yaoi, o el BL. Dicho género, mantenía a un chico muy concentrado en la lectura por como se generaba la historia en pleno coito.

Un pelinegro de estatura media vestido con ropa casual, portando unos lentes transparentes para leer mejor, centra su atención en las páginas, teniendo un leve sonrojo en sus mejillas mientras sonreía cerrado y alegre, agradecido con el de arriba por crear las imágenes en su cabeza.

Suspira embobado por las palabras escritas de forma poética, especialmente cuando llegó a la parte en la que ambos jóvenes estaban dándose amor mutuo sin importarle las consecuencias.

—“Amor prohibido murmuran por las calles~.”— Hasta pensó que era demasiado bueno para ser verdad en imaginarse él mismo siendo penetra...

—¡Hey, loco!

Con ese grito logró sobresaltar al joven pelinegro que dejó de fantasear en su propio mundo, logrando que gire su rostro aún sonrojado hacia una señora de mediana edad que traía un rostro de pocos amigos.

—Ehh, buenas tardes, señora.— Saluda nervioso por haber sido pillado con las manos en la masa. Aunque no dudó que la mirada amenazante de esa señora le daba recuerdos de Vietnam.

—No se pase de listo, muchacho.— La señora ajusta sus lentes como villana de película, poniendo ambas manos en su cadera con un semblante serio. —¿Acaso no sabe que si tocas un libro lo tienes que comprar?

El de facciones asiáticas observa anodino a la fémina, cerrando lentamente el libro, replica con un deje desentendido.

—Amh, no. No lo sabía, señora.

—Pues obvio que no lo sabes, niño, se nota que eres nuevo por este lugar sin saber nada de nada.— Okey, eso sin duda ofendió al pelinegro que no dudó en enarcar una ceja por el comentario. —Si ya lo leíste, tienes que pagar por él.

—¿Qué...?—. Hasta él mismo se quería reír por decir luego "so", pero se abstuvo porque esa señora se lo quería transear fácil. —Oiga, sólo leí un par de capítulos, y disculpe si la molesto pero, ¿no es un poco exagerado su forma de vender los productos?

—¡¿Ah!? ¡¿Te atreves a contradecirme, inepto!? ¡Yo soy la dueña de este lugar, y si digo que si "lo tocas, lo pagas", tienes que hacerlo, mocoso maleducado!

Al pobre ojimarrón se le bajó una gota en la sien por los nervios, nunca creyó que por una pregunta objetiva fuera a molestar a la señora al punto de echar rabia por la boca, además, el joven asiático no fue grosero con ella, ya hasta le dió vergüenza ser el centro de atención por culpa de la señora, ya que aún había gente en los pasillos observando los libros que ignoraron su cometido de comprar para ver el chismecito que se formó.

Honestamente creyó que no estaría haciendo nada malo sólo por leer prácticamente la mitad de la novela BL, aunque fue todo lo contrario al tener en frente suya a una señora señalándolo como si fuera la peor escoria del mundo.

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐂𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨 ▎𝖱𝖾𝖼𝗈𝗋𝖽 𝗈𝖿 𝖱𝖺𝗀𝗇𝖺𝗋𝗈𝗄 (𝖡𝖫)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora