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- ¿No viene nadie? -preguntó Gyeong-soo acercándose a Cheong-san quien estaba cerca de la ventana

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- ¿No viene nadie? -preguntó Gyeong-soo acercándose a Cheong-san quien estaba cerca de la ventana.

- No aún no -respondió - yo te avisaré.

Gyeong-soo asintió y se alejó para irse con el resto.

- Mierda. ¿Pero qué demonios está pasando?

- Ha pasado como una hora, y aún no hay nadie - le contestó colocándose a la par suya.

-¿Crees que esté pasando algo en la puerta?

- No lo se.

-¡Vuelve a llamar!, ¡Oh-oh no vendrán! -pidió con voz chillona Nae-yon.

Cheong-san sólo suspiró cansado -On-jo - la llamó volteandose - ¿aún no te han dicho nada?

-Sigue sonando ocupado -respondió aún con el teléfono cerca de su oído.

- Oye - le habló Nae-yon a Nam-ra con un tono de voz elevado- tienes que hacer algo -exigió.

- ¿Y que quieres que haga? -respondió con voz baja.

-Ve y sal a buscar un maestro, apresurate - demandó com voz chillona.

-¿Porque debería?

-Por que eres la presidenta.

Nam-ra quien había estado sentada todo este tiempo se levantó y azotó sus manos en el pupitre causando un gran ruido que sobresaltó a todos.

- Si tanto quieres ir por un profesor, ve tu misma.

- Oye - le habló On-jo - ella sólo te está pidiendo que vayas tu por que eres la presidenta.

- En momentos como este, ¿Si soy la presidenta? -preguntó. Todos se quedaron callados sin saber que decir -eso pensé.

- ¿Acaso todos son idiotas? El hecho de que sea presidenta no significa que ella deba lidiar con todo - habló. En su tono de voz se podía notar el total desacuerdo que tenía hacia los demás.

- Mejor cállate, sólo están alterados - dijo Cheong-san restandole importancia a la pelea de sus amigos y dirigió su mirada hacia la ventana de nuevo.

-¿Dejarás que la presionen?, ¿Es encerio Cheong-san? -preguntó molesto.

- ¿Qué mierda quieres que haga?, ¿Qué intervenga?, ni de chiste, estoy muy cansado como para lidiar con ellas.

- Aunque sea trata de ayudar al menos.

-Tu cállate, como no estás tú en esta situación de vida o muerte - dijo molesto por la insistencia del otro. Pero sin que se diera cuenta, lo había lastimado con esas palabras.

Era verdad, ¿qué miedo podría tener él?, ya estaba muerto y para el colmo no lograba salir.

Iba a contradecir pero se escuchó unos gritos desesperados afuera del salón, acompañados de gruñidos de fondo.

𝐄𝐥 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬𝐦𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐭𝐨 𝐇𝐲𝐞𝐨𝐬𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora