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19:00 hs. Victoria se vuelve a mirar al espejo. No sabe si vestirse casual, sexy o formal.
Da vueltas, se coloca de perfil y observa. Un vestido rojo furia ajustado, pronunciando cada una de sus curvas.
ES DEMASIADO.
Lo era. Por lo que optó por recoger de su placard unos jeans y una blusa del mismo rojo pero con botones. Tacones medios que no dicen nada. Y su cabello desaliñado. Tomando sus rulos entre sus manos y jugando un poco para terminar de definirlo.
Toma su perfume Cher y se coloca dos toques detrás de las orejas. Uno en el medio del pecho y dos más en las muñecas.
CÁBALAS. Afirma sonriendo al espejo.
TRANQUILA. TODO SALDRA BIEN.
Se coloca una chaqueta liviana por encima de los hombros, toma su bolso y baja al hall del edificio.
Sebástian la está esperando en su auto. Sonríe de costado cuando le abre la puerta del acompañante y la observa subir.
Todo concurre en silencio y algún que otro comentario del trabajo, del clima y de las noticias del momento. Nada importante. Nada que delate las intenciones de ambos.
Sebástian estaciona y suben en el ascensor.
La tensión que crece y juega con el tiempo efímero que transcurre en esa llegada al departamento lujoso de Sebástian.
Mientras las luces tenues del apartamento bañaban la habitación en una sensual penumbra, el aroma de la cena que Sebástian había preparado impregnaba el aire. Sentados a la mesa, sus miradas se encontraron repetidamente, cargadas de un deseo que no podían ignorar.
A medida que avanzaba la cena, los toques casuales de sus manos mientras compartían platos se volvieron cada vez más atrevidos. Victoria podía sentir la mirada intensa de Sebástian sobre ella, haciendo que su corazón latiera con fuerza. Los juegos de seducción se volvían cada vez más audaces con cada plato que pasaba.
A la hora de levantar la mesa, Sebástian encontró el momento contra la puerta de la cocina para inclinarse hacia Victoria, atrapando sus labios en un beso ardiente y apasionado.
Los besos se volvieron más profundos y necesitados, y la ropa comenzó a ceder a las manos inquietas de ambos.
Victoria se deshizo de su blusa levemente ajustada, dejando al descubierto su cuerpo con una lencería de encaje haciendo juego con el tono de la prenda recién quitada, mientras Sebástian desabrochaba su camisa, revelando un torso musculoso y suavemente bronceado.
Los dos cuerpos ardientes se fundieron en un abrazo apasionado, y el helado de postre quedó en segundo plano.
El apartamento se llenó de gemidos y susurros, mientras Victoria y Sebástian se entregaban por completo al deseo que habían estado reprimiendo durante tanto tiempo.
Se tocan con delicadeza al principio, como si temieran romper el encanto del momento. Sus dedos se deslizan suavemente sobre la piel del otro, explorando cada centímetro con devoción. Sus labios se encuentran en un beso apasionado, uniendo sus almas en ese instante mágico.
Examina sus ojos mientras su miembro se introduce dentro de ella. Victoria no puede reprimir los gemidos, se tensa completamente cuando pareciera amoldarse al ritmo de él. Empapados en sudor, Sebástian tensa su cuerpo por un instante y casi al mismo tiempo que ella suelta un suspiro ahogado relajando su peso sobre la clavícula de Victoria, reposando en un abrazo largo y sincero.
La noche se convirtió en un torbellino de pasión desenfrenada, con la comida en la mesa olvidada por completo, mientras la lujuria los consumía una y otra vez. En ese momento, el mundo exterior desapareció, y solo existían ellos dos, entregándose por completo al ardor de su encuentro fogoso.
Quedándose dormidos sobre la cama con sabanas de seda, sin hablar de lo que había pasado. Disfrutar del hoy.
A la mañana siguiente todo cambiaría, cuando Victoria se despertará encontrándose en la cama de él, replanteándose su vida e imaginando una nueva.
Su corazón latía más rápido de lo normal y sus pensamientos al unísono de una música que sólo sonaba en sus oídos.
Antes de que el canto de los pájaros empezara vibrar en las ventanas, tomó su ropa y se marchó sin hacer ruido.
Habitando con frenesí esta lujuria. Supervivencia perdida entre las miles de piezas rotas de su alma que se acababan de juntar. Extraordinaria vida.
Convertirse en recuerdo mientras se esfuma el perfume de Sebástian de su piel.
Amanece que no es poco y con los tacones en la mano, descubre las palabras enquistadas en su interior brotando por doquier.
Necesidad de escribir. Necesidad de ser.
Matices incontrolables. Temor a estropear su futuro o remordimientos por un pasado reciente en el que se dejó llevar.
NECESITO MÁS. Se dijo a si misma, emitiendo un suspiro ahogado.
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Aún bailo bajo la lluvia
ChickLitVictoria es una mujer dulce y simpática de 33 años, comienza un nuevo capítulo en su vida al unirse a una prestigiosa editorial como escritora. En este intrigante entorno literario, se encuentra con Sebástian, un apuesto hombre de 47 años con una se...