—Suguru… —caminó unos pasos hacia enfrente y se agachó para quedar a la altura de su antiguo compañero—. Siempre te voy a amar, no importa lo que hayas hecho… —las palabras casi inaudibles de Satoru provocaron un silencio tan profundo que Suguru pudo escuchar su corazón y sabía que estaba siendo sincero; pero ya era demasiado tarde para hacer algo con eso. Geto no pudo lograr que su rostro ocultara el impacto que esas palabras tuvieron sobre él.
—Al menos insúltame y maldíceme antes de morir —una sonrisa se dibujó en su rostro, como si le diera mucho gusto saber que eso era lo último que iba a escuchar en esta vida. En ese momento no quiso ponerse a pensar lo que significaría para Gojo tener que hacer eso con sus propias manos, terminar con la vida de la única persona que había amado de esa forma en toda su existencia… No quería irse con ese dolor, por eso decidió que se quedaría solo con las palabras de amor.
* * *
Era otro aburrido día en la escuela de hechicería. Él era el más fuerte ¿no? O al menos lo iba a ser, ese era su destino desde el minuto uno que tocó este mundo; era muy aburrido saber de qué se iba a tratar el resto de tu vida, así como habían sido estos 15 años que llevaba viviendo.
—Oye, Satoru, no te da curiosidad lo del nuevo estudiante, dicen que tiene la habilidad de comer maldiciones para después usarlas a su favor —comenzó a contarle Shoko, la única de sus compañeros que se atrevía a hablarle pese a la cara de pocos amigos con la que había estado toda la mañana.
—¡Qué asco! Porque me interesaría una persona así, además… —bajó la voz como si fuera a decir un secreto— seguramente es igual de debilucho que todos en esta escuela.
Shoko solo se rió de lo que dijo Gojo, aunque sabía que hablaba en serio de todas formas le causaba gracia su forma de pensar. En ese momento entró al salón el profesor Yaga, dejando a alguien fuera del salón que al parecer era el alumno nuevo. Satoru se recargó sobre la mesa poniendo su rostro sobre sus manos, denotando evidente desinterés.
—¡Muy bien, chicos! El día de hoy se integra con nosotros un compañero con grandes habilidades que estoy seguro que será un aporte importante para el equipo que estamos formando. Espero sean amables con él —pronunció eso último mirando directamente a Gojo, quien al instante giró los ojos en señal de fastidio—. Adelante, Geto Suguru.
Esa fue la primera vez que lo vio. Su mirada lo siguió en automático viendo como recorría el pequeño salón desde la puerta hasta quedar frente al pizarron que justamente estaba enfrente de él. Le llamó la atención su cabello, al parecer era largo y lo llevaba amarrado; le pareció que el flequillo le quedaba bien.
—Mucho gusto, Satoru —expresó mirando directamente a Gojo, acto que hizo que el joven de cabello blanco levantara la cabeza frunciendo casi imperceptiblemente el ceño. Obviamente muchísima gente sabía quién era él por ser quien es, pero le sobresaltó que ese sujeto, que nunca antes lo había visto en su vida, le hablara con tanta confianza.
Satoru no contestó, se limitó a mirarlo seriamente, retándolo a que volviera a llamarlo por su nombre si se atrevía.
Geto soltó una risita y pasó a sentarse cuando el maestro se lo indicó. Para los demás alumnos fue una escena insignificante, pero para Gojo fue como una declaración de guerra.
—Pero qué le pasa a este imbecil —susurró Gojo para sí, poniendo una cara de desagrado que le sería imposible de quitar el resto del día.
* * *
¿Qué se supone que iba a hacer ahora con este niño viviendo en su casa? No había sido un impulso, de eso estaba seguro, había sido una decisión bien pensada y reflexionada; pero, vamos, sólo tenía 19 años, ¿necesitaba tener ya responsabilidades de adulto? Sí, lo necesitaba. Y necesitaba también que el rumbo que había tomado su vida tuviera algún sentido; sólo esperaba que Megumi lo necesitara tanto como Gojo lo necesitaba a él. Sabía que en algún momento ese niño sería tan fuerte como su verdadero padre y quería tenerlo como aliado, pero sobre todo pensó que quizá ese niño se sentía solo… O era él más bien el que estaba solo, ¿quién le hacía compañía a quién?
Desde la primera vez que lo vio se dio cuenta que Megumi no era un niño como cualquier otro. Era serio, rudo, siempre estaba a la defensiva, no hablaba de lo que sentía y sólo había aceptado vivir con él a cambio de darle un buen futuro a su hermana, que ahora se encontraba en un lugar seguro y lejos de lo que los lios con las familias de hechiceros podían causar. Antes de empezar con su entrenamiento Gojo deseaba tener una buena relación con ese niño, quería que viera en él una familia, quería que él fuera su familia; sin embargo, su experiencia en estas últimas semanas le habían dejado claro que Megumi no tenía las mismas intenciones que él y eso complicaba todos sus planes.
—¿No quieres salir a caminar o algo? —le preguntó al terminar la silenciosa cena que acababan de tener—. Creo que no conoces suficiente esta zona todavía, es importante que conozcas muy bien tus alrededores para siempre utilizarlos a tu favor —le explicó como si el plan de salir juntos fuera parte de su entrenamiento, aunque sólo era una excusa para convivir con el niño.
—¿Tengo otra opción? —respondió Megumi con su característica seriedad. Gojo tenía que fingir que no se daba cuenta de sus pocas ganas de socializar con él y tomaba un rol más amigable. Después de todo, gracias a que quería llevarse bien con ese pequeño, Satoru tomó prestada esa personalidad inventada que después usaría tanto con sus futuros alumnos, y no era que fuera una máscara hipócrita, era más bien una máscara para tratar de sentir menos dolor.
¿Qué pensaría Megumi a su corta edad si se enterara que él había matado a su padre? ¿Le importaría lo suficiente como para odiarlo? Su intención era contárselo cuando lo conoció pero en ese momento, ni en ningún otro, el niño quiso escuchar algo relacionado a Toji Zenin… Pero pensó que era justamente porque era un niño y era muy dificil imaginar si el tema fuera a importarle a Megumi más adelante. Esperaba que no llegara a importarle nunca.
ESTÁS LEYENDO
Vacío inconmensurable || Jujutsu Kaisen
Fanfiction¿Cómo se sigue viviendo después de que pierdes un pedazo de tu alma? Un vacío inmenso, que duele hasta el infinito... Satoru intenta desenmarañar el cúmulo de emociones que Suguru produjo en su existencia al mismo tiempo que explora una paternidad p...