.EMBRIAGUEZ.

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I

El reloj marcaba los treinta minutos pasados del segundo tiempo, a pesar de ser un simple amistoso el ambiente se sentía caliente por parte de las dos hinchadas; pero nunca nada era simple, mucho menos cuando la selección argentina se veía involucrada y ahora mismo quizás la estaban pasando un poquito mal. Scaloni les había advertido, la selección de Corea del Sur había tenido un gran avance futbolístico, eran un oponente complicado que no debía tomarse a la ligera y varios lo estaban experimentando en ese preciso momento; con el marcador en un dos a tres a favor de Argentina.

Sin Lionel Messi en la cancha, ahora a quince minutos del final del partido todo el estadio había quedado en un silencio expectante pues Heung-Min Son tenía la pelota en su poder, la forma de correr del coreano lo hacía parecer imparable incluso para Cristian Romero que todo el partido tuvo el ojo bien puesto en su capitán de club. Era su primera vez enfrentando a Heung-Min fuera de los entrenamientos y el cambio en el aura del coreano lo dejó prácticamente sin aliento; ya cerca del arco con un Emiliano en alerta el cordobés decidió tirarse, si Son iba en serio él también lo hacía, pero claro, por algo Heung-Min era uno de los mejores y en ese enfrentamiento ya se sabía quién había ganado en el momento en el que Son se había posicionado encarando el arco, inmutado ante la apurada de Romero. El estadio estalló encorando el nombre del Coreano quien emocionado se levantó de un salto y haciendo su típico festejo había sido tacleado por sus compañeros, quienes muy alegres lo abrazaban y besaban; había conseguido un empate contra Argentina, con casi todos sus titulares en la cancha.

Si lo veíamos desde la perspectiva de Romero para él ese resultado podía ser cantado, la jugada que había hecho su compañero de equipo había sido magistral y sin poder evitarlo una mínima mueca apareció en sus labios, él amaba el fútbol de Heung-Min Son. Sintió una mirada en su nuca y dándose vuelta pudo visualizar a Lisandro modulando un "¿De que sonreís, tarado?" con ambas manos posando en su cintura, Cristian se acercó al defensor.

- Estaba yo solo allá arriba.- Provocó a su amigo.

- Y si, si el tipo prácticamente se teletransportó, además está con el otro coreano del PSG que también da miedo no sabía a quién tener marcado.- Martínez miró disgustado para donde se encontraba festejando el equipo rival, justo en el momento donde Heung-Min había sido tacleado por su equipo.- Guarda que un poco más y se lo garchan en medio de la cancha.- Soltó con humor.

Cristian siguió su mirada curioso y la imagen de Heung-Min tirado en el suelo con Cho Gue-Sung entre sus piernas lo recibió, el delantero tenía agarrado a Son de las mejillas mientras repartía besos por su rostro, con la euforia del momento el mayor tenía sus piernas entrelazadas en la cintura del contrario. Él sabía que los coreanos podían ser muy demostrativos pero la imagen lo tomó de sorpresa, apartó la mirada como si quemara y no supo cómo calificar el ardor en la boca de su estómago, sus manos picaban y en ese momento solamente podía pensar con veneno en su mente.

- ¿Tanto van a festejar un empate?, si Lio estuviera acá les cerraría el culo en seguida.- Dijo el cordobés al aire.

- Dale, no te pongas así hermano, merecido el festejo si fue un golazo.- De Paul apareció posicionado, el juego iba a ser retomado.- No te enojes porque el coreano se pasó tu defensa por el culo.

El centro golpeó el brazo del cordobés quien ya no se tomaba las cosas con humor, su semblante había cambiado por completo y el cambio se notó en los dos últimos minutos del partido cuando Gue-Sung se encontraba posicionado para convertir y el cordobés lo barrió, sin intención aparente de alcanzar la pelota fue directamente a los pies del otro, haciéndolo caer de lleno al piso. Empezaron los disturbios en el campo, con el jugador tirado en el suelo agarrándose la zona adolorida y los jugadores coreanos buscando enfrentar al cordobés. Lee Kang-In parecía el más interesando en medirse con el Argentino y claramente el cordobés también buscaba enfrentarse con cualquiera. Los compañeros argentinos trataban de calmar la situación, el árbitro había sacado amarilla para el cordobés aunque claramente aquella jugada era digna de una roja, los coreanos indignados reclamaban la mala decisión arbitraria lo cual produjo un par de amarillas más; Heung-Min Son se acercó a Romero y lo tomó del brazo, tratando de tranquilizarlo, al mismo tiempo que tranquilizaba a sus jugadores, lo que menos quería era que los compañeros a los que tanto quiere se vayan a las piñas, además era un partido amistoso, no entendía en que momento se había desvirtuado todo.

EMBRIAGUEZ - CUTISON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora