IV

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-¡Tienes que calmarte!

Harry escuchó la voz de Pansy completamente tensa, había estado siguiendo a Draco a través del mapa y ver si tenía alguna oportunidad para descubrir que estaba pasando.

-¿Crees que no quiero?, la tengo dura todo el tiempo- podía sentir la desesperación- estoy harto de esto, no sé qué carajos pasa conmigo.

-Recuerda lo que dijo Snape, respira y toma la poción cada hora

-Ahora es cada media hora y aún no encontramos una solución para que deje de tener erecciones, ¿ustedes han encontrado algo?

-No del todo, tus síntomas no coinciden del todo con la enfermedad muggle y tú padre se sigue rehusando a dejarte ir a revisar por un muggle.

-Carajo

-Deja de hacer eso

-¡No puedo!, vete hasta que pueda volver a pensar en algo más que masturbarme.

-Por favor ve al baño a un salón vacío y sin Potter, por favor.

-Fue cosa de una vez, ahora déjame, necesito esto.

Se acercó más a columna en la que los amigos discutían, vió a Parkinson alejarse tan rápido como sus tacones se lo permitían, pero no es como si le estuviera prestando mucha atención, su vista se llenaba de un Draco con los ojos fuertemente cerrados y de cara a la pared con las manos en puño tratando de resistir caminar hasta poder atender su polla.

No se lo pensó dos veces antes de caminar hacia él y posicionarse tras él llevando rápidamente una mano al pene erecto y otra al pecho del rubio.

Ambos jadearon ante el toque, Harry enterró su creciente erección aún cubierta por su ropa contra las nalgas de Draco comenzando a frotarse de forma tan necesitada que parecían animales en celo.

-¿Qué mierda estás haciendo, Potter?

-Te dije que no me iría hasta que me dijeras qué ocurre

Las torpes manos del azabache lograron liberar el bulto prominente en las ropas del rubio dándole placer rápidamente al acariciar al punta ya mojada y esparcir el liquido preseminal por toda la extensión.

-Maldición Potter, nos van a ver, no falta...mmhg, no falta mucho para que acabe la clase.

A Harry le seguía pareciendo maravillosa la idea de ser descubiertos.

-Entonces tendremos que darnos prisa.

-Bastante justo.

Se dió la vuelta entre los brazos del moreno y sin mediar palabra, bajó los pantalones de este liberado con maestría la hinchada polla que se erguía orgullosa y mojada.

Draco atrapó ambos penes frotandolos en si a la par sacando gemidos de ambos, gemidos que fueron sofocados por el beso obsceno que Harry había comenzado y Draco respondió con avidez.

Las manos de Harry no pudieron mantenerse quietas, bajó de más la ropa de su amante y llevó ambas manos a trasero del rubio, lo apretó con ganas y en el proceso lo acercó más así mismo, no pudo contenerse y con fuerza y sin importarle el ruido, golpeó una de las nalgas con fuerza y en recompensa recibió un gemido dentro de su boca.

El beso se había vuelto desorganizado, solo mantenían las bocas juntas y sus lenguas se rozaban cada tanto.

-Me quedará una marca en el trasero, idiota.

-Te seguiré golpeando hasta que me hagas venir.

-Eres una puta, solo buscas sexo- la voz ronca del rubio en su oído le recorrió toda la columna y se alojó deliciosamente en su vientre, pronto los besos en su cuello se volvieron mordidas, supo que tenía que brindarle el mismo placer que Draco le estaba dando pero se negaba a soltar el delicioso y voluminoso trasero que tenía entre manos y podía estrujar a su gusto así que, solo subió una mano a uno de los pezones rosados del rubio y lo retorció a su gusto.

-No te equivoques, Malfoy, solo las zorras pueden gemir así.

-Te voy hacer gritar como una perra en celo, bastardo.

Harry no alcanzó a identificar las palabras empleadas, solo supo que de un momento a otro ambos penes eran bañados en un líquido viscoso que le dió mejor pauta a heredero Malfoy para seguir masturbandolos.

Podía escuchar los pasos de sus compañeros, risas a mitad del pasillo y algunas conversaciones triviales, no podía importarle menos.

Se movió con vigor contra las caderas ajenas, tomó la nuca de Draco y volvió a unirlos en un beso vulgar y ruidoso, gimió con fuerza cuando su trasero fue golpeado, bajó sus besos hasta el cuello ajeno mientras sentía la ya conocida sensación de un inminente orgasmo que lo dejaría con las rodillas temblando.
Estaba tan cerca, sentía su trasero arder de forma deliciosa, sus músculos tensarse y dedos ajenos atrapar su cadera con demasiada fuerza.

-Que...que rico...oh joder...¡Draco!- se corrió tan fuerte y sobre la mano del rubio bañando ambos pechos con su esencia al mismo tiempo que su jefa de casa los llamaba a ambos para que se separaran.

Recostó su frente sobre el hombro contrario, varios ojos curiosos los veían con distintas miradas entre la fascinación, excitación, asco, pena y enojo, pero no podía hacer nada, no cuando Draco seguía usándolo para poder alcanzar su propio orgasmo y él seguía recibiendo exquisitas descargas placenteras por todo el cuerpo.

-¡Harry!- la voz preocupada de Hermione le hizo volver en si y sentir de lleno el mordisco que Draco le fana en el hombro una vez que llegó a su climax.

-Señor Potter, señor Malfoy, los espero en mi oficina cuando estén vestidos- Minerva volteó hacia el resto del alumnado- y todos ustedes, vayan a clase

False GodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora