ANDY
En muchas ocasiones detesté pisar el hospital, hasta que conocí a Ester y la aprendí a querer como a una madre. Luego de colgarle la llamada que me había hecho al teléfono que me había regalado Scott y que finalmente decidí utilizar, me quedé mirando fijamente al techo. ¿Qué era lo peor que podía pasar por tener y usar un móvil?
Ella estaba preocupada por mí, pensaba que había ingerido drogas y generaría adicción crónica, estaba consciente de los riesgos, ella me los repitió más de una vez durante años. Eso no me preocupaba ni un poco, lo que sí lo hacía es que me contó de las numerosas veces que Ryder fue a preguntarle por mí, también la había amenazado. Y él era capaz de cualquier cosa, de eso no me quedaba ninguna duda... ¿Quizá me sentaba excelente el irme con los chicos a su departamento? Probablemente me sentiría más protegida.
Suspirando tomé algunas de mis pertenencias y las guardé en una bolsa, me habían dado de alta en la mañana y vine al dormitorio a ducharme y buscar ropa. No pude negarme a los chicos quienes estaban preocupados también por mi salud, pasaría diez días en el departamento Marchetti y tenía el leve presentimiento de que no acabaría nada bien...
Ese casi beso con Scott me había descolocado por completo, me deje llevar tanto por mis impulsos que había alejado al que de verdad me convenía. ¿Cómo le explicaba a Harry que no quise besar a Scott? Cuando la realidad era que lo odié en ese momento que nos interrumpió...
Por más que intentaba actuar serena y tranquila, cuando estaba cerca de Scott me ponía nerviosa y sentía mucha tensión, las escenas de la habitación del hospital venían a mi cabeza una y otra vez, la cercanía que tuvimos fue demasiado envolvente, asfixiante, sentí necesitarlo y eso no estaba para nada bien. ¿Cómo necesitas a alguien que puede volverse tu destrucción?
Porque en efecto, Scott podía convertirse en mi destrucción. Su mundo no compaginaba con nada de lo que deseaba dejar atrás. Peleas, carreras, fiestas, alcohol, violencia... era exactamente lo que no quería repetir de nuevo...
Respire hondo y decidí mantenerme lo más alejada posible de él, pese a que viviría bajo su techo, tenía que intentarlo a toda costa. Escuche el claxon del auto de Jack abajo y me apresure a terminar de guardar todo lo que necesitaría, no era como que no pudiese caminar o hacer las cosas de cotidianidad, pero si debía evitar cualquier esfuerzo físico. Me costaba un poco mantener mi respiración normal y no agitada, pero estaba segura que mejoraría.
Al abrir la puerta para bajar al lobby de la residencia, me encontré con el pecho de Scott. Me dio una sonrisa ávida y no pude evitar devolvérsela.
—Te ayudo con eso, pequitas. No puedes esforzarte, ¿lo recuerdas? —inquiere con ternura y hago un gesto para resistirme a lo adorable que era.
Asiento y lo sigo bajando detrás de él, al llegar al auto observó que no estaban Jack ni Amelie, me abre la puerta del copiloto luego de guardar mis cosas en la cajuela. Subo y me remuevo incomoda, era mucho más fácil lidiar con todo lo que sentía cuando estaban los demás, pero el estar a solas con él, simplemente me envolvía dejándome guiar por mis estúpidos impulsos y no mi raciocinio.
—¿Y los chicos? —inquiero mirando por la ventana.
—En clases, pequitas. Es lunes. —responde como si fuese obvio y había olvidado por completo ese pequeño detalle. —, Yo me salté mis clases, es más importante cuidarte.
Tragué saliva y le di una sonrisa de agradecimiento. Le había escrito a Ly para que me llevará los apuntes luego de las clases, no quería retrasarme tanto, sentí comezón en mi pecho, justo donde me habían puesto el marcapasos. Hice un gesto de dolor al rascarme esa parte.
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Mi maravillosa destrucción.
Teen Fiction«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...