Capítulo 22.

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Nick se remueve sobre la cama, sus manos buscan entre las mantas el cuerpo de Taylor, pero no lo encuentra

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Nick se remueve sobre la cama, sus manos buscan entre las mantas el cuerpo de Taylor, pero no lo encuentra.  

Se incorpora de golpe, con un fuerte dolor en el pecho, sus pies tocan el suelo y se muerde los labios por el frío.  

Escucha voces fuera y se asoma despacio por la puerta, únicamente se ven sus mechones dorados y sus ojos adormilados.  

—¿Taylor? —suena asustado.  

—Estoy aquí. —lo ve caminar hasta él. —Tranquilo.  

Lo toma de las manos y lo hace salir fuera de la habitación. Sus ojos se encuentran con el Teniente, sentado sobre el sillón, su saco y camisa están sobre el respaldo y únicamente tiene puesta una playera negra junto con los pantalones del uniforme.  

—Hola, Nick. —suena amable. —¿Cómo te encuentras?  

—Estoy bien... —busca desesperadamente la mirada de Taylor. —¿Ha venido a llevarme?  

Siempre ha creído que el miedo se puede oler, no puede explicarlo por qué, pero lo sabe. El miedo se huele.  

Huele a azufre o al olor nauseabundo de los zorrillos, huele como al gas quemado o al inodoro sucio y siente que justo así ha comenzado a apestar.  

—Los voy a dejar a solas. —el Teniente se pone de pie y comienza a uniformarse de vuelta.  

—¿Taylor? —su mirada va y viene de padre a hijo, expectante, anhelando una respuesta.  

—Espera y te lo cuento todo.  

Por breves instantes, Nick presencia a William y Taylor como padre e hijo, en un abrazo que le apachurra el corazón. Se despiden y siente ganas de llorar, porque no es un «hasta mañana» al menos no se percibe así.  

Y cuando quedan solos, Taylor lo besa. Lo besa con tanta pasión que siente que el tiempo se ha parado, porque lo está besando como jamás nunca lo ha besado. 

—¿Qué pasa? —se separa para respirar y lo mira desconcertado. —Me estás asustando. 

—Me estoy despidiendo de ti.  

Su boca se cierra y se aleja de Taylor.  

—¿Despidiendo?  

¿Cómo arregla algo que ha roto sin querer?  

Ve la mirada de Taylor y vuelve a ser aquel niño en su habitación, llorando de la manera más silenciosa para que nadie se diera cuenta.  

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