SCOTT.
Su rostro se veía demacrado y cansado, sus ojos carecían de ese característico brillo que solían tener. ¿Dónde había quedado la pelirroja sexy que se intimidaba frente a mí? Ahora tenía en mi pecho a un cachorro asustado, la apreté con fuerza para que sintiera seguridad, estaba aquí para ella y no pensaba apartarme.
Sus ojos encontraron los míos y pude ver la tristeza que se cargaba, el terror que le había ocasionado esa extraña llamada, seguía temblando y su labio palpitaba, demasiado tentador, pero no era momento, no mientras ella estuviese vulnerable.
—Pequitas... ¿Quieres hablarlo? —intento animarla, niega rotunda y cierra sus ojos con fuerza, algunas lágrimas siguen cayendo por sus mejillas, con la yema de mis dedos se las retiro.
—Él... él... nunca... va a dejarme... en paz, Scott...—susurra contra mi pecho alargando, la miro confundido.
¿Quién mierda podía ser Ryder? ¿Por qué carajo ella le temía tanto? ¿Acaso era su novio? Maldecía el no saber nada de su vida. Respire hondo y no la presioné más, no conseguiría que me contará si ella no lo deseaba.
La puerta de la entrada se abre con fuerza y escuche las risitas del idiota de mi hermano y su novia. Al llegar al umbral de la puerta, Amelie cambió su rostro por preocupación y desesperación, corriendo hasta nosotros y se interpuso entre ambos separándonos, bufe rodando mis ojos. Cada vez que parecía acercarme a ella, Amelie lo jodía todo.
—¿Qué sucedió? —inquiere y me encojo de hombros. Nada ganaba quedándome allí, ella necesitaba a su mejor amiga después de todo se entrometía como siempre.
Jack me miraba atento, como si quisiera decirme algo. Lo ignore y pase de él hasta la cocina, me serví un vaso de whisky y me lo tome de un sorbo. Estaba frustrado y muy intrigado, su cambio de humor había sido radical, pasó de estar riéndose conmigo a tener un gesto serio y luego aterrorizada. Suspire y deje el vaso en la barra. Amelie y ella se encierran en la habitación de Jack.
—¿Puedes explicarme que carajo sucedió? —pide Jack uniéndose a mí, me giro hacía él y veo que saca otro vaso para servirse también. Suelto un bufido.
—Alguien la llamó y enloqueció. La encontré en el baño llorando desconsolada y con mucho miedo, es todo. —dije encogiéndome de hombros, abrió mucho sus ojos y le dio un sorbo asintiendo.
¡Joder! Este imbécil sabía de que iba todo esto y seguramente sabía quién carajo era Ryder. ¿Cómo conseguía que me lo contase sin que notase mi interés? Sin darme cuenta había golpeado la barra.
—Cálmate, no creo que sea grave...—alarga restándole importancia, clavo mis ojos en él.
—Si va a quedarse con nosotros, mínimo debería saber de que va todo esto, ¿no crees? —inquiero con agilidad. Él parece dudarlo, ladea un poco su cabeza.
—Amelie me mataría si te cuento, lo siento, viejo. —dice dando el ultimo sorbo a su vaso y yéndose al sofá.
Bufo y le doy otro golpe a la barra, me carcomía la rabia y maldecía el que me importará tanto. ¿Acaso ella estaba comenzando a interesarme demasiado? No podía ser... acabaría perdido y lo sabía. Enfurecido tomé una ducha con agua fría y me estaba yendo a su habitación donde guardaba mi ropa cuando las escuche hablando, me detuve frente a la habitación y apegue mi oído a la puerta.
—¿Puedes explicarme que es lo que ocurre contigo y Scott? —inquiere Amelie en un tono autoritario. Un silencio se forma. —, Todo el campus habla de tu cita para desayunar con él, llego a casa y los veo... abrazados.
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Mi maravillosa destrucción.
Novela Juvenil«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...