Prólogo

26 5 8
                                    

Ahora que el destino se ha escrito, sus profecías dibujadas en las lápidas de los muertos son un cuento de hadas aún. Quizá, si la fragilidad del amor nos ha predestinado a caer ante la conquista, nos diluiremos en el viento como la ceniza tras el fuego.

Ellos lo han mencionado, y una sola bala perforó el corazón de quien ha caído en una eternidad de desdicha. Cuando el sello de la moneda se parta en pedazos ¿Qué escogerá un rey?

Pero, él no tiene la habilidad para desafiar el destino, y yo no tengo el poder para negarme a él ¿Cómo puede seguir paso a paso, las maquinaciones de una providencia tan caprichosa?

Mis dedos se deslizan por la piel de mi abdomen, bajando entre los recuerdos. Puedo sentir, al observar mi muñeca, los viejos retazos de palabras cálidas que le dieron sustancia a mi existencia.

¿He sobrepuesto la voluntad, por sobre los anhelos de mi propio corazón? Y ahora, que mis colmillos perforan los cuellos, y consumo la sangre de mis enemigos, espero que el trono vacío sobre el que me siento, me entregue la calidez de una vieja época que ya no existe.

Pero, amor mío ¿Qué más podría haber hecho, para conquistar el destino? La humedad del asiento sobre el que reposan mis muslos es complementada por tu viejo aroma que casi se ha desvanecido, y con el cual intento recordarte con desesperación ¿He cometido un error, o ha sido la decisión, la necesaria para salir victoriosa?

¿Podría ser, esta elegancia tan degenerada, un solo armonioso de los secretos que te aguardan, mi Rey? Que las fantasías de mi príncipe, que dejan este asiento tocado por mi intimidad, son una pasión que añoré, y cumplí ante tu llamado de salvación. Conquistador de dragones, quien une a su pueblo y revela el destino. Quien ha sido besado por la fría mano de la muerte, y viene para llenarme de calor, ahora que yazco inerte y sedienta de vida.

¿Podrás transformarte en un héroe, Señor de la Sangre? Pero, los Héroes no existen en ningún lugar de este mundo, y la princesa lo sabe bien porque cuando se pone su máscara, ella es la que ofrece su vida al servicio pero ¿Será del amor? ¿O será del destino?

Ahora, solo puedo desvanecerme. Dejar de ser una princesa y pasar a ser una reina que tira de los hilos mientras me erosiono en un recuerdo que se triza en pedazos. Tu voz se ha desvanecido, tu forma se ha diluido entre mis gemidos, sé que está hecho, y por libertad se ha hecho, pero lo único que queda de ti en mí es solo un concepto, una imagen de algo que ahora no está. Sé que volverás, está escrito en el destino, querido.

La Melodía del FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora