Capítulo 27: Preludio al enfrentamiento final 1ra parte

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Sus músculos se tensaron, sus piernas no respondían, apenas y podía sujetar a Zangetsu sin que un fuerte espasmo le corriese por su espina dorsal, impidiéndole moverse sin que sus huesos casi colapsaran. El hielo ya había cubierto más de la mitad de su cuerpo y se esparcía por su organismo como si de un virus se tratase. "A este paso acabaré siendo un bloque de hielo gigante", pensó y apretó los dientes, intentando no desfallecer y respirando con mucha más frecuencia de lo normal. La audiencia se mostraba exaltada, no parecía haber nada que se pudiese hacer para salvar al Shinigami Sustituto. En las gradas superiores se podía ver a una pequeña mujer, impactada por lo acontecido, mirando con temor la situación que se presentaba ante sus narices. "¡No! ¡No! ¡Esto no puede acabar así!" pensaba la pelinegra

Rukia: ¡Ichiii! —gritó hacia el tatami de batalla. —¡Por favor, tienes que resistir...! ¡Sé que puedes! —alentó a su chico, más se mostraba impaciente por no poder hacer nada. —No obstante... No puedo quedarme de brazos cruzados. ¡Debo de hacer algo! ¡Mi rayito de sol no puede morir y menos ahora en un momento tan importante! —apretó su puño izquierdo y desenvainó su zanpakutou

Urahara: ¡Rukia! ¡Actúa con cautela! La habilidad de la zanpakutou de Hitsugaya no parece tener un límite de tiempo —sopesó lo ocurrido luego de una pequeña observación rápida

Rukia: Me temo que... Si continúa apoderándose del cuerpo de Ichigo... Él... Va a... —decía, pero el veterano Shinigami la calló

Urahara: ¡No, no lo hará porque nosotros no lo permitiremos! —intentó calmarla por medio de las palabras

Rukia: Tiene que haber una forma de neutralizar el efecto de su zanpakutou —comenzó a usar la cabeza y se centró en buscar una posible solución

Urahara: No existe. En cuestión de segundos Ichigo será convertido a una estatua de hielo... —la cosa no pintaba para nada bien.

Rukia: P-pero... Pero... Tiene que... ¡Debe de haber una forma!  —gritó en medio de su angustia. —Él morirá si no hacemos nada, Urahara... ¡No quiero perderlo después de todo por lo que hemos pasado! —lágrimas se escurrían por las pupilas de la Kuchiki

Urahara: Entiendo tu pesar a la perfección... Es lo mismo que sentí al ver a Yoruichi apaleada en el suelo... Una impotencia enorme por no ser capaz de salvarla y culpabilidad por haber actuado de forma imprudente y osada. Pensaba que era un error participar en el torneo luego de lo que sucedió. Pero gracias a los dioses y con algo de suerte lograron salvarla y salvarme a mí también —consciente de la situación en la que se encontraba decidió serenarse con Rukia. —¡En realidad sí existe una forma de salvarlo, ahora que recuerdo!

Rukia: ¡¿La hay?! ¡¿De verdad?! ¡Tienes que decírmelo! —sujetó al hombre rubio por su bata

Urahara: ¡Vale, vale, pero bájame!, que estés triste no significa que perdonaré tu mal carácter —de inmediato lo colocó de vuelta a su posición anterior. —Si se rompe la zanpakutou antes de que el hielo consuma a Ichigo el efecto se perderá

Rukia: ¡Entonces lo que debe de hacerse es romperla cuanto antes! —planeaba dirigirse al campo con zanpakutou en mano, pero Kisuke la sujetó del brazo

Urahara: ¡Detente, Rukia! —le imploró. —Nuestras espadas no son lo suficientemente fuertes para romper otra con únicamente fuerza bruta. Pero sé de alguien que puede ayudarnos —gritó hacia el otro lado del estadio. —¡Kenpachi!

Kenpachi: ¡¿Qué carajos quieres, Kisuke?! —contestó el aguerrido guerrero

Urahara: ¡Tengo que pedirte un favor y es urgente! Necesito que cortes la espada del capitán Hitsugaya, o Ichigo morirá por congelación —le pidió al capitán de la Undécima División

Bleach: The Soul Society TournamentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora