VII

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Si la magia existiera ya habría hecho que sintiera algo espléndido hacia otras personas. Entre ellas, el chico que se encuentra a menos de cinco centímetros de mi rostro.

Aveces cuando siento algo, la mayoría del tiempo es rabia y cuando el interruptor de los sentimientos se enciende solo alcanzo a sentir dolor, y pobremente hasta miedo. Lo demás nunca sale a flote porque no conozco, y no creo conocer, a nadie que logre llegar a hacerme sentir algo mucho más allá.

Para mi el amor es una palabra sin sentido alguno que solo causa dolor y más decepciones. En mi caso yo prefiero apagar ese sentimiento tan inútil y concentrarme en lo importante. Ya tengo suficiente con lo demás, no tengo tiempo para enamorarme y ver cosas en color de rosa ya que eso no existe, solo es un telón cubriendo lo que verdaderamente hay detrás.

Para más dolor prefiero continuar como estoy, ya que:

A: A mi me quitaron el derecho a amar.

M: Mi cerebro ya está acostumbrado a desechar ese sentimiento.

O: Otro muerto no quiero, a menos que sea yo quien lo mate.

R: Razones tengo millones para negarme a sentir esa basura.

Por eso no quiero saber de esa palabra de cuatro letras tan insignificante y vacía. Sentimiento que si llegara a sentir de verdad, ya estaría en otro lugar evitando estar cerca de quien me lo hace sentir. Así evitaría que lo asesinen y que yo vuelva a retroceder lo que ya he avanzado con tanto esfuerzo.

Porque sí, para superar todo lo que me agobia tuve que pasar por un montón de acontecimientos similares y enfrentarme a ellos.

Antes cuando me mudé a esta casa, yo nunca entraba a mi alcoba porque tenía miedo a estar encerrada, ya que, me pasé la mayor parte de mi estancia con Marvel, a puerta cerrada. Y cuando salía me convertían en cenicienta cuando en realidad siempre creí ser Rapunzel.

Superé mi claustrofobia entrando al cuarto sin cerrar la puerta. Esos momentos fueron de los peores porque me sentía sofocada y hasta aveces pensaba que me iban a hacer daño si me quedaba ahí. Algo que obviame no iba a suceder porque solo estábamos mi abuela y yo en esa casa. Así que ya no habían bestias asechándome.

Cuando me di cuenta de que en realidad no corría ningún peligro cerré la puerta y me quedaba como una piedra aguantando toda la avalancha de sensaciones, todos los gritos que quería soltar, todas las imágenes.

Fue insoportable.

Respecto a las flores, cada que veía una me mordía la lengua y evitaba mirar hacia ella. Lo demás fueron cosas que superé en la escuela ya que ahí se encuentran muchos tipos de personas, y entre ellas, los abusadores.

El bullying se convirtió en otro trauma que superar, porque sí. No solo sufrí de bullying en la preparatoria, también fue en secundaria. Para cuando entré a Jefferson McGillis ya no era la misma de antes, yo no le temía a nada, ya solo era un cuerpo con alma que solo buscaba una cosa.

Venganza.

Vuelvo a la realidad cuando siento que Gerien por fin me suelta el cabello y se incorpora, apartándose de mi campo de visión y espacio personal.

Ninguno de los dos decimos nada cuando me siento observándolo fijamente a los ojos. Me dedico a analizarlo profundamente solo viendo sus ojos heterocromáticos. Él tampoco aparta su mirada de mi, y parecemos dos tontos haciendo competencia, sobre quien aparta la mirada primero pierde.

En cambio el silencio y el contacto visual se rompen cuando mi iPhone suena en una notificación. Ambos vemos hacia él en mi mesita y lo tomo para leer el mensaje que ya sé de quién se trata.

Christine #1: Somos Sociópatas © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora