Destinado a ti

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Sentado en el sofá mientras ceno, observo a mi gato mirarme desde la distancia. Seis meses llevo con él, pero aún parece que no me tiene aprecio.

Desde siempre me han gustado los gatos y cuando tuve la oportunidad sin pensarlo me dirigí a un refugio. Mis ojos se posaron enseguida en aquel peludito gato grisáceo, que tenía las patitas blancas como si la tinta se hubiera quedado escasa, simulando así cuatro mini calcetines. Su naricita rosada y redondeada coronada por dos grandes ojos marrones con toques ámbar. Era una mirada intensa.

El gato estaba apartado, era el mayor del refugio a pesar de que no era un gato viejo. Y cuando me lo quise llevar me advirtieron que era un gato agresivo y que por eso aún no lo habían acogido. Pero a mí me dieron igual las advertencias. Y así es como llegó a mí esa bola de pelo que me observa a distancias prudentes.

Recuerdo la primera semana de convivencia cuando lo saqué de aquel refugio.

Un desastre.

Acabé con los brazos llenos de arañazos, incluso en la cara, lo cual preocupó bastante a la gente de mi alrededor. Pero yo sabía que solo tenía que ganarme su confianza. En honor a esa primera semana y mis nuevas cicatrices bauticé a aquel gran guerrero, Zarpas.

Cuando amanezco en la mañana me encuentro a Zarpas vomitando como si no hubiera un mañana. Por lo que preocupado acudo al veterinario.

— Zarpas tiene un virus estomacal importante. Por lo que en cada comida deberás incluirle tres gotas de este medicamento durante dos semanas y traerlo para una revisión transcurrido ese tiempo.



Un par de días después otra vez en el veterinario

— Seungmin, es que si le incluyo las gotas en la comida no le gusta y no se la come. Por lo que ahora es problema doble. No puede comer y tampoco lo hace.

— ¿Y has probado dárselo con chuches o algo que le guste mucho?

— Sí, pero el cabezón se niega a comer. Es como si el medicamento fuera un repelente.

— Bueno Minho, pues habrá que acudir al plan B, aunque esperaba que no hiciera falta por el histórico de agresividad de Zarpas.

Me quedo mirando a mi veterinario, Seungmin, esperando a que me diga qué puede ser tan malo, para que se le vea preocupado por mí. Cierto es que cuando lo traje por primera vez cuando recién lo adopté y vio todos los arañazos en mis brazos se quedó asombrado. Y me intentó dar consejos, pero parece ser que Zarpas no quiere amansarse. El propio veterinario se tiene que poner guantes protectores si quiere tratar a Zarpas.

— Bueno, pues es que utilices un tubo que te daremos y le introduzcas el medicamento por... el ano. Pero lo bueno es que sería solo una vez al día.

— Voy a tener que ir al hospital a que me cosan puntos de todos los arañazos que voy a tener.

La desesperación debía estar plasmada en mi rostro ya que Seungmin se apresuró a darme palabras de ánimo. Incluso con una maqueta me mostró las mejores formas de llevarlo a cabo.

Y con unas palabras de aliento por su parte y de la secretaria de la clínica partí hacia una muerte inminente.

Antes de nada, me pasé por la tienda y me compré guantes, vendas y... lubricante a recomendación de mi querido veterinario.

Cuando pasé por la caja para pagar, la señorita que me atendía me miró con una cara que no sabría descifrar.

Una vez en casa ya estoy listo para la batalla. Tengo desde mis muñeras a codos vendados mis brazos. Los guantes puestos para así no tener que tocar el ano de mi querido Zarpas piel con piel.

Destinado a ti | Minchan • BanginhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora