Max tomó una profunda respiración antes de abrir la puerta. Todavía podía sentir en su cuerpo la intensidad de la carrera, la energía del podio, la multitud de felicitaciones y la autosatisfacción de haber logrado otra vez su objetivo. Pero sabía que al otro lado de la puerta lo esperaba una realidad totalmente diferente, y aunque su cuerpo estaba invadido por la euforia del triunfo, la persona que más amaba estaba asediada por una nueva desilusión. Y esta bipolaridad de emociones hacía muy difícil para Max sentirse completamente feliz por una nueva victoria.
Nunca podría entender lo que estaba viviendo Sergio y esperaba nunca tener que vivirlo, pero al ser su pareja sabía que tenía que ser fuerte por los dos, y aunque su parte egoísta le decía que no era justo no celebrar cuando había ganado, ver sufrir al otro era algo que lo llenaba de cólera, porque sabía que este tipo de situaciones en una carrera estaban fuera de su control.
Tomó una segunda respiración profunda y se adentró en la habitación. Las luces estaban apagadas, excepto por la lámpara junto a la cama que alumbraba tenuemente el lugar. Pero esa sensación de tranquilidad en la parte superior no se reflejaba en la tormenta que había de la cama para abajo.
El colchón había sido despojado de toda la ropa de cama, las almohadas estaban sin funda y varias camisetas arrugadas presentaban una escena desconcertante. Pero lo que más le dolió fue ver a su novio sentado en el piso al lado derecho de la cama envuelto en las sábanas y cobijas de la cama llorando, ignorando totalmente la presencia de Max.
Su llanto por lo de Japón no se comparaba al de ahora, y con justa razón, ya que Max sabía, todos sabían, cuán importante era este Gran Premio para su novio. Tomó otra respiración profunda y con pasos lentos se acercó al otro, pero antes de que pudiera siquiera llegar a su lado, la mirada de Sergio se encontró con la suya. Y si bien esperaba encontrar una mezcla de tristeza y frustración, lo que vio en ellos fue pura furia.
"Vete."
Solo una palabra. Una única palabra, pero su voz no tenía vida y estaba entrecortada.
"Checo." Intentó decirlo lo más suave posible.
"Vete, Max."
El más alto intentó acercarse.
"¡Vete, Max! ¡Lárgate!"
Max dio un paso atrás como si el otro lo hubiera golpeado. Cuando su novio le hablaba en español siempre eran apodos lindos o palabras coquetas, pero esta vez no necesitaba entender el significado de la palabra para comprender lo que el otro quería decir.
Quiso decir algo, cualquier cosa, no estaba seguro de qué, pero no lo hizo. Solo asintió y dio media vuelta caminando despacio hacia la puerta, pero pudo escuchar como nuevamente la habitación se inundó de un llanto profundo.
Y por eso mismo no pudo salir. Con su mano en la manija, apoyó su frente en la puerta queriendo gritar de frustración. Queriendo gritar contra el mundo, contra el monoplaza, incluso contra Sergio. Porque quería creer que no importaba lo había sucedido en las carreras pasadas, si estaban juntos podían salir adelante, pero esta vez ya ni tenía la oportunidad de intentarlo. Él estaba haciendo su mejor esfuerzo también, no solo en las carreras, sino también en su relación. Hacía oídos sordos a los comentarios sobre que Sergio no estaba a su altura ni como compañero de escudería ni como compañero de vida. Ellos eran más fuertes que eso, Max estaría para él como Checo había estado con él. Pero también le dolía. Él había ganado, ¿qué tan malo era desear recibir siquiera una felicitación de la persona que más le importaba?
Se dejó caer en el suelo con su frente aún contra la puerta y sus puños cerrados fuertemente. ¿Valía la pena seguir así?
Los llantos de fondo hicieron que cerrara sus ojos con fuerza. Claro que valía la pena. Sergio valía la pena. Él lo amaba, se había comprometido a amarlo sin importar qué y si el otro se había dado el trabajo de entenderlo más allá de lo que cualquiera había podido, enfrentando los tantos demonios que Max llevaba por dentro, él también estaría ahí para él, luchando hasta llegar al ojo del huracán.
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Si fuera fácil desde hoy te olvidaría
General FictionSi fuera fácil, no estaría viendo a su amado rompiéndose en pedazos a unos pasos enfrente de él. Si fuera fácil, su propio corazón no estaría partido en dos entre el triunfo y la desilusión. Si fuera fácil, cambiaría ese inicio de carrera por otro f...