La luna hablaba, la luna gritaba, luego lloraba y creía Victoria que ya se estaba quedando loca, junto con el Lee.
Cómo había dicho, esa misma noche llovió, la luna lloró y ella lo sintió, todo el ambiente se puso triste, había corazones rotos, ilusiones perdidas y en aquella celda, desesperanza. Al día siguiente, aún seguía sin salir de aquel lugar, no confiaba mucho en lo que el Lee había dicho. Lo del tipo en las escaleras, si. Pero luego, el escape y todo, pensaba que no era cierto y el encierro al acostumbrado libre gitano, se estaba llevando su cordura. Y ella peor que había nacido la esperanza de salir de ahí según las locuras del gitano.
Sin embargo, llegó el amanecer...aún el sol no salía del todo. Ella pudo apreciarlo todo, bajo el insomnio que la acompañaba. El Lee estaba despierto esperando sentado. Se había atado los cordones, puesto la chaqueta, el pañuelo, estaba listo para salir. Sin embargo no pasaba nada. Llevaba sentado en silencio, esperando pacientemente.
El guardia de las dos celdas estaba plenamente dormido. Había caído hace horas y llevaba roncando unos cuantos minutos. Lo suficientemente fuerte como para opacar aquel silbido que sólo escucharon las almas despiertas, ella y él.
Ella sin entender, lo escuchó lejano y no le prestó atención, sin embargo algo en el gitano se despertó, la inquietud y la adrenalina comenzó a correr por los ojos del hombre. Bajo esa señal, se levantó, sacudió sus ropas. Al ver la cara pérdida de ella, le hizo seña de que se movilizara.
— ¿Te piensas quedar? ¿Ya te encariñaste con el guardia? — preguntó el tranquilo. Ella aún perpleja, se levantó, se acercó a la reja y esperó. No entendía qué sucedía. Si era un poco inteligente, se daba cuenta de que ese silbido era una señal propia de los Lee.Todo el ambiente se quedó en silencio. Ella observaba cómo el hombre comenzaba a formar una pequeña sonrisa victoriosa en su rostro. Nada sucedía aún, estaba todo igual, incluso comenzaba a sospechar de haber imaginado el silbido.
De repente, no tan lejano, se escuchó un golpe, un choque, algo quizá explotó. La luz característica del fuego se vio reflejada en las pequeñas ventanillas. Ruidos de pasos, golpes y pequeños gritos comenzaron a sonar en las afuera de esas celdas. Ahora Victoria estaba segura de que no había imaginado nada. Estaban los Lee y hoy iba a salir su compañero. Ella también saldría, solo debía ser inteligente para irse con él. Thomas lo había dicho, seguir al Lee, confiar en él, aliarse.
Un segundo silbido se escuchó, mucho más cerca, muy claro y sin duda muy alarmante, los ronquidos del guardia se detuvieron, comenzaba a despertar. Una carcajada y eso fue lo último que despertó al guardia. Quien consciente del olor a humo y la locura que sucedía afuera se acercó a la reja del Lee muy amenazante.
El gitano, parado frente al guardía separados mínimamente por una reja, por barrotes que permitieron el paso de los brazos del prisionero. Tomó al guardia de la chaqueta y atrayéndolo hacia él, lo golpeó una y otra vez contra los barrotes, sangre comenzó a salir del hombre golpeado que trataba de alejarse. Sangre en las ropas del guardia, en el pañuelo del gitano y en los barrotes el líquido rojizo escurría.
El guardia dio varios pasos hacia atrás pegando la espalda a la reja de ella. El Lee seguía riendo cual desquiciado, sin embargo las manos manchadas de sangre fueron un recordatorio y un despertar para Victoria. Era momento de salir, debía confiar en el hombre que tenía las manos manchadas de sangre, debía ganarse la confianza, debía salir con él. Ellos no traicionan la sangre. y si no hacía algo, quizá la próxima sangre que cubriera las manos del gitano sería la de la propia chica que la catalogaría de traidora y la guerra con los Shelby continuará.
Bajo el típico impulso que siempre la acompaña, tomó del pelo poco largo del guardia y repitiendo la acción del gitano estrelló la cabeza del guardia contra la reja. Este trató de quitar las manos de ella de encima, y comenzó a luchar. Un golpe a través de las rejas le llegó a su cara, causando que probara en su boca el sabor amargo de la sangre de su lengua. Continuaban los golpes concentrando su atención en el hombre ensangrentado frente a ella. Era más grande, más fuerte, sin embargo ella lo tenía mareado, los golpes lo llevaban a la debilidad. El sabor de poder dominar a alguien más fuerte que ella, alguien que tranquilamente podía matarla, era un sabor que le encantaba. El poder que Thomas le había dado a probar y ahora ella misma lo ganaba. No lo dejaría ir tan rápido y se aferraba a ese poder con todas sus fuerzas.
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Pólvora. [Peaky Blinders]
FanfictionLa guerra y la muerte son dos cosas inseparables... y eso los Shelby lo sabían. Ver a los ojos de la muerte directamente, temer por tu vida y aún así darla, en una guerra. Cosas por las cuales se les tenía en cuenta a los soldados de la Primera Gue...