(Contenido grotesco, maduro, temas sensibles, trastornos mentales y más)
El teniente Riley se enfrenta a una misión que lo lleva a un hospital psiquiátrico en busca de información crucial sobre grotescos experimentos y un grupo terrorista. Sin emba...
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Los luceros azulados del varón se abrieron con una cierta pizca de pasmo, sus ásperos dedos recorrieron el carboncillo del boceto trazando la ilustración de la mujer, un dibujo de su máscara estaba plasmado en la libreta. Pudo sentir algo removerse en su pecho, no recordaba la última vez que alguien hubiera hecho algo como esto. ¿Lo habría hecho pensando en él? No estaba seguro, pero tampoco iba a permitirse a sí mismo preguntarse. Permaneció en silencio unos momentos observando el dibujo y luego cerró la libreta, dejándola sobre el escritorio a su lado, ladeó ligeramente la cabeza, haciendo crujir las articulaciones de su cuello mientras un pesado suspiró salía de sus labios. Pensó en que decir unos segundos, realmente no sabía cómo reaccionar ¿debería fingir que no vio nada? No sonaba como una buena idea, pero fue lo más razonable que se le pasó por la cabeza.
"Tú? Uhh... Has desayunado?" - Su ronca voz salió de su garganta, ligeramente amortiguada por la tela de su máscara mientras evadió la mirada de la muchacha. Tragó en seco sintiendo sus manos sudar con nerviosismo ¿Qué carajos le estaba pasado?
"Tú abriste mi frasco de gelatina esta mañana" - Susurró la joven mientras miraba la libreta cerrada en el escritorio y luego miraba la imponente figura sentada en la silla. Jalo suavemente la cobija como si intentara cubrir su propia vergüenza con eso mientras su mente volaba en todo tipos de pensamientos. ¿El dibujo lo habrá incomodado? No había ninguna mala intención en su dibujo ¿Quizás era un tema delicado?
El hombre mantuvo el silencio, recordando los sucesos de la mañana, desde él abriendo el frasco de gelatina hasta los grandes ojos de la femenina mirándolo fijamente, comenzó a sentirse agobiado por tantas sensaciones y pensamientos nuevos que cerró la puerta detrás de él, saliendo a pasos apurados de la habitación, dejando a una mujer muy confundida.Camino pesadamente suspirando hacia la sala de entrenamientos, una vez allí fue directo a los vestuarios, saludó a algunos novatos con un asentimiento silencioso de cabeza mientras comenzó a cambiarse. El chándal gris holgado en su cuerpo lo hacía sentir mayor comodidad, lo ayudaba a olvidarse de la incomodidad del peso en su uniforme habitual. Sacudió la cabeza caminando hacia el saco de boxeo y comenzó a estrellar sus nudillos en la firme bolsa, dando golpe tras golpe mientras los musculosos de sus brazos comenzaban a tensarse.
Por otro lado, la femenina estaba sobre su camilla, seguía en silencio observando la puerta cerrada en donde el hombre se había marchado hace unos cuantos minutos, su mente comenzó a delirar en todos tipos de pensamientos, se levantó de la camilla y sintió sus piernas tambalear ligeramente, recostó su peso en una pared para volver a recuperar estabilidad y comenzó a dirigirse hacia el escritorio, agarro la libreta entre sus manos y la tiró bruscamente en el suelo, sintiéndose frustrada, no podía entender que había hecho mal, ¿por qué este hombre era tan complicado? ¿Por que no podía ser tan amigable como el escocés? ¿Por qué siquiera ella se estaba preocupando tanto por eso? Suspiró pesadamente y caminó por la pequeña habitación, trajo la silla hacia la ventana y tomó asiento mientras reposo la cabeza en el marco, observando el pesado cielo azul y la intensa ola de calor.
