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Dicen que hay personas que aparecen en nuestras vidas para salvarnos de una caída inevitable de la faceta de la sustentabilidad.

Bin no era un alfa diferente a otros, poseía las mismas características que otros alfa comunes y corrientes. Era receloso de lo suyo, posesivo, exigente, audaz y astuto. Él no quería saber lo que era el amor o como este se sentía. Se conformaba con su sola persona, pero como las estaciones él igual cambió cuando vio su primavera pasar frente a sus ojos como un rayo de sol en medio.

Supo que se había enamorado cuando no paraba de pensar en ese omega de cabello rizado, ojos verdes y hoyuelos. La manera en la que sus emociones se elevaban, su corazón latía fuerte y sus manos sudaban cada vez que lo tenía frente a él no era usual. A menos que fuera alérgico a él, pero, ¿cómo lo sería? Si lo último que quería era alejarse de él.

La primera vez que coincidieron en un club de los pubs cerca del edificio de la empresa. Bin solía tomar una que otra copa de vez en cuando, pero esa noche fue diferente. Se acercó al omega que lo tenía loco. Ni siquiera se atrevió a hablarle, pero cuando el ojiverde de menudo cuerpo se acercó a él fue como si un imán los uniera.

Pasó lentamente. Dongmin bailó, pero estaba tan cerca de él que Bin podía afirmar que el ojiverde bailaba para él. Una cosa llevó a otra y se encontraba acorralando al omega contra la pared mientras devoraba sus labios. Dongmin que se apoyaba en la pared mientras una de las rodillas de Moon se encontraba en medio de ellas, su rostro se encontraba levantado, mientras sus ojos humedecidos por la intensidad en la que se tocaban y sus labios rojos, hinchados y lo entumecidos que se encontraban en forma de flor mientras besaba al alfa que para estas alturas lo tenía en su éxtasis.

El club no era un buen sitio para hacer más de lo que querían, así que Bin los dirigió a su edificio.

La noche fue todo lo que nunca pensó pasar en una simple noche de sexo. El omega no era tan tímido como creía, es más lo animaba a ser más "rudo" de lo que él quería.

—Más, más...

Los jadeos, gemidos, exigencias y piel chocando fueron la música de fondo en esa habitación.

La mañana siguiente Bin no encontró al omega en ninguna parte de su apartamento. Lo buscó hasta debajo de las almohadas, pero simplemente ya no había rastro del ojiverde que lo llamaba alfa por la noche.

El trabajo, pensó. Dongmin no era de los empleados que llegaban tarde o entregaban sus informes tarde.

Esa mañana llegó a la empresa con una sonrisa impresa en su rostro, destilando alegría y ánimo. Hasta que lo vio. El omega que ocupaba su mente día y noche, se encontraba acorralado en una esquina con un alfa.

—¡Lee! —su sonrisa se había acabado por completo. El rizado volteó a verlo, ni siquiera se tomó la molestia de saludarlo, es más no acudió a su llamado y se fue con el alfa a los baños de la empresa. Ese maldito alfa ni siquiera era su empleado, ¿qué mierda hacía en su empresa?

Así ocurrieron más días, descubrió que el alfa era un tal Jinwoo dueño del club en el que había coincidido con Dongmin.

Bin no podía negar que se moría de celos y más cuando veía la sonrisa que Dongmin le había regalado a él muchas veces, dirigida a otras personas.

Amaba ir a ese maldito club, a pesar de que veía al alfa que lo fastidiaba.

Las noches de sexo alocadas siguieron y siguieron. Los celos de oficina eran iguales, iba a hacer que el omega solo fuera para él, que sus sonrisas solo fueran dirigidas a él, que sus palabras dulces solo sean para él...

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El tercer trimestre del embarazo era lo peor. Dongmin estaba completamente descontrolado, sus hormonas bajaban y subían todos los días. Sus cambios de humor eran cosa de siempre. Bin amaba mimar a su omega cada que este lo pedía, pero a veces Lee no lo hacía y Moon creía que su omega quería espacio así que dejó un par de días que Dongmin se animara solo. Fue un gran error.

Headline  | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora