Capitulo 7

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Adevertencia LEMON


Kagome sonrió al terminar el beso, se sentía feliz, como nunca antes lo había estado, quizás porque jamás había bebido tanto para llegar a esa fase o por que finalmente pudo sacar todos los temores, y angustias que llevaba desde hacía tantos años, que el peso se había vuelto parte de su estado anímico.


‒ Gracias ‒ musitó Kagome antes de pararse y caminar tambaleante hacia el escenario, Inuyasha se paró y la tomó por la cintura evitando que subiera. Sabía que no se lo perdonaría si la dejara hacer un show deplorable de borrachos en público ‒ Suéltame Inuyasha subiré a bailar para ti ‒ susurró y él sonrió de lado ante el puchero que realizó la azabache.

‒ Vayamos a mi apartamento y ahí me lo muestras ‒ susurró contra su oreja. Kagome lo abrazó por el cuello, moviendo sus caderas sensualmente a un ritmo que no era el de la melodía que se estaba interpretando pero que a criterio de Inuyasha era incomparable.

‒ Princesa no me hagas esto ‒ pidió Inuyasha jadeante, ella se acercó más al cuerpo del hombre, besó su cuello lentamente bailando a un son inexistente, Inuyasha cerró los ojos, no podía ser fuerte, los besos y las caricias de Kagome lo embrujaban, tomó nuevamente sus labios, metió su lengua en la boca de la joven besándola con más pasión. Kagome agarró las manos de Inuyasha y las puso en sus caderas y continuó con su improvisada danza, el movía los pies y seguía los pasos que la joven había marcado, sentía que en ese momento haría lo que fuera por ella.

‒ Llévame donde quieras, Inuyasha, quiero ser tuya ‒ susurró Kagome entre besos, el soltó sus labios, abrió los ojos que había cerrado por instinto, miró el entorno, todos los observaban y los hombres detallaban a Kagome de una manera lasciva que molestó al ojidorado.

‒ Espérame un minuto, mi princesa, pago la deuda y nos vamos ‒ pidió Inuyasha y ella asintió dirigiéndose a pasos zigzagueantes a su mesa y sentándose en la silla. Inuyasha buscó al camarero con la mirada pero no lo encontró por los que optó por acercarse a la barra. Pagó la botella que habían bebido y al girar para volver junto a su princesa la vio acompañada por otro hombre ella lo miraba aterrada por lo que se acercó apresuradamente, ahí pudo ver la mano del joven acariciando las piernas expuestas de Kagome. ‒ Suéltala ‒ ordenó Inuyasha con voz sombría.

‒ Tu zorra, está muy bonita ‒ comentó el hombre vulgarmente. Inuyasha se acercó y golpeó al hombre en el brazo que la sujetaba.

‒ Aparta tus asquerosas manos de ella ‒ ordenó y el hombre se paró.

‒ Inuyasha vámonos por favor ‒ pidió Kagome con lagrimas en los ojos.

‒ Si, corre niñita ‒ musitó burlón el hombre antes de soltar una carcajada, que Inuyasha calló al encestarle un golpe en la mandíbula, Kagome gritó aterrada el hombre se acercó y golpeó a Inuyasha en el pecho, llegó el camarero gritando que pararan la pelea y por equivocación recibió un puñetazo en la nariz, que lo tumbó en el suelo, los demás clientes salieron apresurados, el hombre saltó sobre Inuyasha mandándolo al piso, Kagome gritaba y tomaba al hombre por los hombros para que lo dejara pero este comenzó a golpearlo en el rostro Inuyasha rodó y se posicionó sobre el hombre.

‒ Vámonos ‒ pidió en un sollozo la azabache e Inuyasha se paró al escucharla, el hombre se levantó apresuradamente tomándolo por los hombros y lanzándolo nuevamente al suelo. Para patearlo repetidamente en el estómago hasta que se escuchó sonido de vidrio quebrarse y el hombre cayó al suelo, Inuyasha se paró rápidamente al ver a Kagome con la boca de la botella en su mano mirando horrorizada al hombre.

‒ Por Kami lo maté ‒ susurró. Inuyasha se acercó al individuo, ni siquiera tuvo que tocar su pulso pues escuchó un gemido de dolor provenir del hombre que no se encontraba inconsciente del todo, la tomó por las manos y salieron corriendo al exterior, Kagome estalló en un ataque de risas que contagio al ojidorado, no era nada cómica la situación pero escucharla reír y verla sujetarse el estómago y las lágrimas de risas correr por sus mejillas, todo era perfecto. Subieron al automóvil de Inuyasha y ella seguía riendo.

Inuyasha condujo despacio y sin cometer equivocaciones, no quería que la policía lo agarrara pues había bebido, llegaron a una zona exclusiva de la ciudad y Kagome cesó su risa y lo miró él no despegó su mirada de la carretera, hasta que estacionó frente a un enorme edificio y bajó rápidamente abriéndole la puerta a Kagome quien no salía de su estupor.

‒ Es...es hermoso ‒ musitó mirando la arquitectura del edificio, Inuyasha sonrió engreído.

‒ Sí, lo es ‒ aseguró brindándole una mano para que bajara pero Kagome se encogió en su asiento avergonzada por lo que Inuyasha sonrió, la tomó por debajo de las piernas y la cargó estilo nupcial ella soltó un pequeño gritito y luego una risita. El cerró la puerta con sus pies y lo trancó con su llave sin bajarla.

‒ Creo que te convertiré en un superhéroe con tanto esfuerzo físico ‒ susurró la chica enganchando sus brazos en el cuello masculino. Entraron en la recepción de tan lujoso edificio y Kagome cobijó su rostro en el pecho varonil.

‒ Buenas noches Señor Taisho ‒ se escuchó una voz femenina muy sensual.

‒ Buenas noches Tsubaki ‒ respondió sin siquiera mirarla.

‒ Señor, ¿quiere que llame un taxi para la señorita? ‒ musitó la última palabra despectivamente.

‒ No, gracias ‒ contestó fríamente la mujer dio vuelta la mesada de la recepción y lo siguió.

‒ No es bien visto que usted traiga este tipo de mujeres a un establecimiento tan importante ‒ musitó la joven poniéndose frente al joven deteniendo que siguiera su camino, Kagome la miró y quedó impresionada, era una mujer hermosa, llevaba un traje azul oscuro ceñido a su esbelto cuerpo, la falda corta, sus cabellos largos y su fino rostro, la hacían parecer una diosa mítica, por lo que se encogió más, no entendía como un hombre como Inuyasha podía siquiera utilizar la palabra deseo ante ella que más bien era aniñada y muy desaliñada, definitivamente ante la belleza de esa mujer tenía todas las de perder.

‒ Yo puedo hacer lo que desee con mi vida ‒ aseguró orgulloso ‒ ahora regrese a su sitio o aténgase a las consecuencias ‒ advirtió, la joven le dio paso pero al pasar a un lado de esta.

‒ Yo no llevaría a una mujer como esa ni a un motel barato ‒ susurró ácidamente.

Inuyasha subió al ascensor, al octavo piso y salió abriendo la única puerta que se podía divisar ella salió y quedó recostada contra la pared, la noche había sido mala, no la peor de todas las que había tenido, pues ese día contaba con la ayuda de su príncipe, lo observó buscar en sus bolsillos la llave y sonrió, era un hombre perfecto, era mucho más de lo que ella merecía, pero no podía apartarlo de su vida suspiró frustrada y él la miró.

‒ Ya la encontraré ‒ aseguró pensando que ese había sido el motivo del suspiro.

‒ ¿Necesitas ayuda? ‒ preguntó la joven inocentemente.

‒ Si mi princesa, busca tu en este bolsillo ‒ murmuró el joven mirándola lujuriosamente.

‒ Tú ya no cambias ‒ aseguró juguetona la joven. Inuyasha finalmente encontró su llave y entraron Kagome quedó impresionada en definitiva Inuyasha cobraba muy bien, era hermoso y amplio. Inuyasha la miró, en tan pocos días ya conocía muchos gestos de la mujer, y cuando mordía los labios como lo estaba haciendo en ese momento sabía que algo la inquietaba, estaba curiosa.

‒ Por hoy mi princesa no preguntes nada, ‒ pidió el joven acostándose en el sofá. Ella estaba tentada a desobedecerlo pero había sido una noche suficientemente larga por lo que calló y giró el sofá poniéndose frente al joven que cerró los ojos, ella lo miró fijamente y pasó sus dedos por su rostro lentamente.

‒ ¿Dónde puedo encontrar una caja de medicamentos? ‒ preguntó la joven, él abrió los ojos incrédulo en definitiva Kagome era una mujer única.

‒ No es necesario princesa, estoy bien ‒ susurro, brindándole una radiante sonrisa.

‒ Sí, lo sé, pero aún así deseo limpiar esas heridas que las cause yo ‒ explicó poniendo una mano en su rostro. ‒ Eres hermoso ‒ susurró ella acariciando su rostro con su pulgar y el sonrió Kagome era para él una gran mujer, cada día que pasaba lograba la admiración del ojidorado y cuando lo miraba con esos ojos tan transparentes hacía que algo temblara en su interior.

‒ La caja de medicamentos lo tengo mi en habitación ‒ susurró el joven - en el ropero la segunda puerta, tercer cajón ‒ susurró, Kagome lo miró interrogante y él sonrió levantándose dificultosamente, no dolía tanto como parecía, solo estaba cansado, había sido un día largo. ‒ Ven mi hermosa, ‒ musitó caminando frente a la joven que lo siguió lentamente, abrió la puerta que dio a una hermosa habitación con una amplia cama y un ropero gigantesco color negó con detalles en blanco.

‒ Es muy bello tu apartamento ‒ susurró Kagome.

‒ Yo mismo lo decoré ‒ comentó el joven avergonzado.

‒ Eres muy talentoso ‒ aseguró impresionada acercándose al ropero y abriendo el cajón que él le había indicado, encontrándose con muchas películas.

‒ Es esta puerta mi princesa ‒ aseguró abriendo otra puerta, y pasándole una pequeña caja blanca.

‒ ¿No te parece un poco grande el ropero? ‒ preguntó y él suspiró.

‒ Cuando lo compré, no fue pensando que sería para mí solamente ‒ susurró y la joven lo miró alentándolo a que siguiera ‒ Iba a casarme ‒ explicó y Kagome asintió.

‒ ¿Qué pasó? ‒ preguntó la joven abriendo la caja y empapando una gaza con detergente para heridas y limpiando lentamente los rastros de sangre.

‒ Ella nunca me amó, ‒ explicó.

‒ ¿La amas aún? ‒ preguntó la azabache siguiendo con su labor intentando parecer indiferente, él la miró.

¿La amo aún? ‒ se preguntó en pensamientos, desde que había conocido a Kagome ya no había pensado en ella. ‒ no lo sé ‒ susurró, Kagome intento que esas palabras no dolieran, pero no pudo evitarlo, si dolieron y mucho, no entendía el motivo.

‒ Ahh... - fue la respuesta de Kagome que seguía su labor, ‒ quítate la remera ‒ pidió Kagome y él la miró lujurioso, ella le dedicó una sonrisa aunque Inuyasha percibió tristeza en sus ojos.

‒ ¿Quieres que me desnude para ti? ‒ preguntó sugerente y ella negó con la cabeza, ‒ solo la remera ‒ susurró, él se la quitó y se acostó en la cama, Kagome puso en sus manos una crema para golpes y lo esparció por el estómago firme del hombre que cerraba los ojos, ella descendió su rostro y depositó pequeños besos en el pecho de Inuyasha que jadeo despacio.

‒ Mi Kagome ‒ susurró poniendo una mano en la cabeza de la joven acariciándole los cabellos.

‒ Es lo mejor que puedo hacer, con los medicamentos que tienes ‒ susurró Kagome levantándose dificultosamente. ‒ ahora duerme, muchas gracias Inuyasha por todo ‒ agregó alejándose.

‒ Kagome ‒ musitó el hombre al verla alejarse hacia la puerta que conectaba a la otra habitación. Ella detuvo su huida pero sin mirarlo al rostro. ‒ duerme con migo ‒ pidió y Kagome cerró los ojos, esto ya no le agradaba, no sabía en qué momento pero Inuyasha se había convertido en algo que ella anhelaba.

‒ Me quedaré hasta que duermas ‒ aseguró maternalmente.

‒ Hasta alcoholizada eres racional ‒ comentó el joven y ella sonrió, se acercó a la cama y él abrió sus brazos.

‒ Me prestarías una remera tuya ‒ pidió la joven, ‒ este short está un poco mojado aún no quiero dormir así ‒ explicó.

‒ Puedes tomar lo que desees de mi ‒ susurró Inuyasha y ella sonrió un poco más animada.

‒ Me harás dependiente a ti ‒ afirmó la joven antes de abrir la primera puerta del colosal ropero, que se encontraba vacía.

‒ Eso quisiera mi Kagome ‒ susurró mirándola, abrió todas las puertas, hasta que finalmente dio con la que contenía remeras.

‒ Guau...Tienes muchísimas ropas ‒ comentó la joven impresionada, él solo sonrió, le gustaba esa forma tan inocente de actuar que poseía Kagome, otras mujeres ya le pedirían ropas, joyas, pero Kagome era diferente.

Tomó una remera grande azul, y se lo mostró.

‒ Puedo usar esta ‒ preguntó y él asintió.

‒ El que desees mi hermosa ‒ aseguró el ojidorado.

Ella se dirigió feliz a un costado de la habitación y bajó el short con su ropa intima rápidamente, Inuyasha se incorporó en la cama observándola, ella retiró la blusa, de espaldas al joven y se colocó la prenda azul y giró topándose con la mirada lujuriosa del hombre.

‒ ¿Dónde puedo dejarla para qué se seque? ‒ preguntó la joven avergonzada por la mirada poco sana del hombre.

‒ Déjala ahí mi hermosa, no permitiré que vuelvas con esa ropa ‒ musitó.

‒ Lo que ordenes ‒ susurró, dejando la ropa en un costado de la habitación.

‒ Entonces ven aquí ‒ ordenó Inuyasha ella lo miró y asintió acercándose lentamente se paró frente al hombre que se sentó al borde de la cama, él apoyó su cabeza en los senos de la joven y aspiró profundamente, la abrazó metiendo sus manos bajo la remera y tocando la piel caliente de su espalda, ella cerró los ojos y disfrutó de ese exquisito contacto ‒ no sé que me hiciste princesa pero no dejo de pensar en hacerte el amor ‒ susurró Inuyasha antes de tomar su pezón entre los dientes, aún cubierta por la tela ella gimió y colocó una mano en la cabeza del joven. Inuyasha descendió sus manos acariciando sus glúteos y respirando dificultosamente a causa de la excitación. El desprendió apresuradamente su pantalón, nunca se había sentido tan descontrolado por una mujer, sentía que si no la hacía suya en ese momento moriría, ya habían sido demasiadas interrupciones, se paró retirando su pantalón y lanzándolo al suelo, Kagome lo miró fijamente amaba su cuerpo, y se veía exquisito en ese bóxer negro. El tomó el borde de la remera que llevaba puesta Kagome que más bien simulaba a un vestido en ella y lo levantó lentamente, despojándola de este y lanzándolo al suelo. La miró recorriéndola por completo y ella intentó cubrirse de esa mirada pero él no la dejó levantando sus brazos al aire y sujetándola por las muñecas con una mano. ‒ ¿tienes miedo? ‒ preguntó interesado. Ella negó con la cabeza, nunca le temería, más bien sentía vergüenza de su cuerpo, ahora que sabía cómo eran las mujeres que pretendían a ese hermoso hombre.

‒ Nunca te temería ‒ aclaró en un susurro, el tomó sus labios en un beso profundo aprisionándola por la cintura, Kagome enganchó sus brazos en el cuello masculino. El la acostó en su cama lentamente sin soltar el beso acarició lentamente su costado provocando pequeños temblores de placer en la joven que gemía entre besos. Ella abrió sus piernas poniendo la planta de sus pies en la cama y flexionando las rodillas, el sentía él centro caliente de la mujer rosar contra su miembro erecto que aún se encontraba en la prisión del bóxer. Se alejó de la joven que soltó un gemido de protesta y se paró en el suelo retirando rápidamente su bóxer, verdaderamente quería hacerlo lento y tierno con ella, pero no en este momento la necesitaba por lo que subió nuevamente su cuerpo sobre el de la joven que lo recibió gustosa enganchando sus brazos en su cuello y besando sus labios, ambos gimieron al sentir la fricción de sus sexos.

‒ Princesa - susurró el contra su oreja lamiéndola ‒ te quiero ‒ agregó antes de entrar en ella lentamente, Kagome quedó pasmada por la forma en que susurró esas palabras, no fue como las otras veces que lo había dicho, pero no pudo contener un gemido abandonar sus labios al sentirlo entrar cada vez más profundo. Entró por completo en ella y quedó quieto un momento disfrutando el sentirse cobijado, besó los hombros femeninos suavemente. ‒ Es deliciosa, ahora comprendo la locura del sarnoso ‒ pensó por un momento antes de empezar con sus lentos embistes, Kagome cerró los ojos, el peso de Inuyasha sobre su cuerpo, ese aroma que él poseía y la enloquecía, su miembro entrando en ella, todo era perfecto y se sentía delicioso por lo que no podía evitar soltar pequeños suspiros y gemidos.

‒ Inuyasha ‒ gimió despacio la azabache y el besó su rostro antes de levantar la mirada y fijarla en los chocolates de la joven, ambos se miraron con una devoción impropia para una noche de sexo, Inuyasha aumentó el ritmo de sus embistes mirándola a los ojos ella no podía parar de gemir, intentaba mantener la mirada fija en esos dorados que la hechizaban, pero sus ojos presos del éxtasis imploraban ser cerrados.

‒ Mmm...Inuyasha ‒ gemía la azabache, levantando las caderas, él la tomo con sus manos por las caderas y aumento más aún en ritmo de sus vaivenes, ella gemía descontrolada y el respiraba sonoramente, ambos cuerpos sudaban y se encontraban sensibles a todo contacto, Kagome lo abrazó recorriendo su espalda con sus manos, cerrando los ojos, sentía nuevamente esa acumulación de calor en el vientre bajo por lo que se contoneó contra él, y escuchó un gemido ronco abandonar el cuerpo de su acompañante, por lo que cerró los ojos frustrada, estuvo tan cerca, él abandonó el peso de su cuerpo sobre la mujer que lo acogía y besó sus hombros, ella quedó quieta era verdaderamente delicioso el olor al sudor del hombre y su tibio cuerpo pero no sabía por qué motivo se sentía insatisfecha. ‒ ¿podrías levantarte? - Pidió la azabache en un susurro, él levantó la cabeza y asintió, sacando lentamente su miembro aún erecto, y la dejó libre de su prisión ella se levantó pasando a un lado del hombre que sonrió, este se sentó al borde de la cama y la tomó por la cintura evitando su huida.

‒ Después nos bañaremos juntos mi Kagome ‒ sentenció antes de sentarla en su regazo con la espalda de la joven contra su pecho, la levantó un poco y guió su mimbro en la entrada de la joven que quedó pasmada unos segundos, ella bajó lentamente las caderas, introduciéndolo en su interior y gimió agudamente, en esa posición lo sentía más exquisito por lo que levantó nuevamente las caderas y lo metió más hondo, él besó sesual las vertebras de su cuello y con sus manos pellizcaba lentamente los pezones de la joven que gemía y aumentaba el ritmo, ella cerró los ojos y se dejó envolver por la magia de las caricias de ese hombre, él la mordía sensualmente los hombros y ella arqueaba la cabeza, y se movía en forma circular sobre el joven que respiraba dificultosamente.

‒ Mi princesa deliciosa, ‒ musitaba el extasiado moviendo también las caderas al ritmo marcado por la mujer, Kagome sentía otra vez el calor aumentar en su vientre bajo, por lo que continuo desenfrenadamente, él la abrazó parando un brazo de un hombro al otro desde el frente y la otra mano la bajó al punto máximo del placer de la joven que se encontraba inflamado y lo acarició lentamente.

‒ Ahhh...Inuyasha...noo...para ‒ pidió la joven al sentirse muy sensible, él hizo caso omiso a su pedido y continuo acariciándola mientras ella se retorcía sobre él.

‒ Sigue mi hermosa, libérate ‒ pidió jadeante Inuyasha besando el cuello de la mujer que sostenía.

‒ Ahhh... ‒ gemía alto Kagome y se movía descontrolada sobre él.

‒ Así, sigue así mi hermosa mujer ‒ gemía Inuyasha, sentía una pertenencia con Kagome que nunca antes había sentido, a Kagome no la asustó que él la llamara su mujer como la asustaba cuando Kouga lo hacía, al contrario sintió seguridad, la acarició una vez más.

‒ Inuyasshhhaaa ‒ gritó mordiendo el brazo que la sujetaba por el hombro aguantando las corrientes de placer atravesarle por completo, se sacudió sobre él y aflojó la mordida. ‒ per..dó..name ‒ pidió jadeando antes de lamer su herida el sonrió y la levantó lentamente por las cintura saliendo de su interior, la acostó lentamente en su cama, él la miraba a los ojos, levantó las piernas femeninas sobre sus hombros y entró nuevamente en ella en un embiste rudo, ella soltó un grito de placer.

‒ Para ‒ suplicó en un gemido la joven, sentía que si no lo apartaba, tendría otro orgasmo, sentía todo tan irreal.

‒ No lo haré, déjate llevar princesa córrete con migo ‒ pidió en un gemido y ella cerró los ojos fuertes. ‒ dime que eres solo mía ‒ pidió el ojidorado descontrolado, ella abrió los ojos y lo miró incrédula ‒ dímelo ‒ suplicó nuevamente.

‒ Solo...tu me haces sentir así ‒ contestó dificultosamente la mujer.

‒Dime que eres mía ‒ ordenó Inuyasha, no sabía el por qué pero necesitaba escucharlo.

‒ Soy solo tuya ‒ contestó la azabache en un gemido y él aumentó el vaivén de sus embistes. Kagome movía la cabeza hacía ambos lados. -  Ahhhh... - gritó y curvó la espalda llegando nuevamente al mayor éxtasis, Inuyasha soltó un alarido de placer y la llenó una vez más con su esencia, bajó las piernas de la mujer y se acostó sobre ella, aguantando el peso de su cuerpo con sus brazos. Tomó sus labios en un beso lento, ella no podía corresponder pues le faltaba el aire y respiraba dificultosamente. El acarició su rostro tiernamente con una mano y le sonrió. Ella iba a pronunciar unas palabras.

‒ No arruines esto por favor ‒ rogó el hombre, no quería que preguntara sobre deudas, favores, temores, solo quería tenerla un momento más cerca de él y sentirla suya sin problemas, ‒ solamente esta noche, pensemos que hicimos el amor ‒ musitó acostándose a un lado de la joven y estirándola para cobijarla en sus brazos, ella quedó muda con esas palabras y recostó su cabeza en el pecho de Inuyasha, él besó su frente.

‒ Que descanses mi princesa ‒ musitó antes de cerrar los ojos.

‒ Que descanses mi amor ‒ susurró la azabache, una vez que sintió su respiración acompasada, cerró los ojos y dejó caer algunas gotas salinas.

Continuara...


Siento haber tardado tanto, estoy en finales y al parecer los maestros se pusieron de acuerdo para dejar los trabajos, proyectos y exposiciones finales u_u pero prometo subir mas seguido ya que la proxima semana entrare a las vacaciones (~°o°)~


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El amante Perfecto (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora