Friday Nights

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El vampiro idiota trató de tocarme.

Mala idea por su parte.

Retrocedí unos pasos sin quitarle la mirada "anda, sígueme", sígueme hacia tu muerte, trataba de influir en su cabeza.

No funcionó. Mi hipnotismo nunca me había fallado hasta ahora.

—Espera, — alargó su brazo intentando tocarlo otra vez. Chifuyu volvió a retroceder. Siempre ha sido desconfiado y mucho más desde que está solo. — no quiero pelear.

La risa no tardó en brotar de la garganta de la garganta de Chifuyu. ¿Enserio?,  qué se creía este estúpido neófito. Soy mucho más poderoso. Si no fuese porque seguimos en medio de tanto humano, hace rato lo hubiese destruído.

—¿Por qué me sigues? ¿Qué quieres? — siseó Chifuyu entre dientes

—No lo sé, — meneó la cabeza y con la mirada perdida. —es sólo que...

Chifuyu no tardó en soltar una carcajada que fue acallada por el ruido de la música. La situación se le hacía divertida. El vampiro frente a él no era más que una masita perdida en este nuevo mundo.

Alguien fácil de manipular.

—Creo que me recuerdas a alguien. — dio otro paso más acercándose a Chifuyu. — no me defenderé si lo que quieres es pelear conmigo. Yo... sólo hablemos ¿sí?

Dice que no quiere pelear, sin embargo, todo su cuerpo está en alerta máxima. Sus músculos de sus extremidades activos y listos, esperando el primer golpe.

Chifuyu levanto el mentón, no quería sentirse minúsculo ante el imponente y oscuro vampiro, y sin despegarle la mirada sonrió con fiereza.

—Bien. — siseó, dando un paso acercándose al desconocido vampiro— hablemos entonces.

El ruido de la música podría acallar la risa y gritos de los asistentes. Cuerpos sudorosos se arremolinaban cerca de ambos, obligándolos a acercarse un poco más.

Chifuyu pudo observarlo mejor, sólo fueron segundos para darse cuenta de la belleza del vampiro frente suyo. Su mirada le transmitía un cierto calor inusual, y a la vez, se sentía como una caricia a su "corazón".

Una caricia extrañamente familiar.

Sus ojos hipnóticos enmarcados por esas cejas negras y aterciopeladas, le daban un cierto color entre cobre y miel. No podía despegarse de esos ojos por más que lo intentaba. En su estómago, sintió un revoloteo, y el rubor coloreó sus mejillas.

La molestia pronto llegó a su rostro, él no era ninguna chiquilla que se derretía por el primer hombre que volteaba a verla. Él no era ninguna polilla que se incendiaba por un simple resplandor llamativo.

¿Qué quería de él?

Hace rato cuando lo vio, su rostro y mirada emanaban desolación y tristeza. En este momento es todo lo contrario. Su mirada refulge un brillo entre dolor y un sentimiento de búsqueda desesperada. Los minutos avanzaban y no pronunciaban palabra alguna, era como si sólo necesitaran hablarse con la mirada.

Un nuevo sentimiento o energía iba surgiendo conforme pasaba el tiempo, se sentía como si hubiesen sido atrapados por una burbuja. En este momento sólo eran ellos dos, no importaba si estaban en medio de tanto humano oliendo deliciosamente tentador.

Pronto, la calidez, tranquilidad y ¿atracción? Penetró en su interior. Chifuyu se sintió pequeño, insignificante, una tonta polilla enamorada del sol. Luchó contra esa sensación, contra ese nuevo sentimiento. Necesitaba largarse de ahí, él no iba a ser la presa de nadie.

Bitter KissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora