Capitulo 22: Prisioneras del Amor Prohibido

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Días se habían convertido en semanas desde que Isabella y Victoria fueron encerradas en el calabozo del castillo de Lumaria. La pena, la rabia y la confusión se habían convertido en compañeras constantes en su confinamiento, mientras los días transcurrían lentamente y la esperanza de ser liberadas menguaba. La vida en el calabozo era sombría y monótona. Las celdas de piedra estaban dispuestas una frente a la otra, con una antorcha en el pasillo que arrojaba una luz fantasmal sobre los rostros cansados de las prisioneras. Las condiciones eran rudimentarias: camas de paja en el suelo, cadenas que mantenían a las reclusas atadas a las paredes y una única ventana enrejada que permitía la entrada de un poco de aire frío y la vista de un pedazo de cielo estrellado.
Victoria y Isabella pasaban sus horas en un estado de ánimo sombrío. El silencio a menudo se extendía entre ellas, roto solo por sus suspiros o las conversaciones susurradas sobre cómo habían llegado a esta situación. El peso de su encarcelamiento pesaba sobre sus corazones, y las sombras que se cernían sobre sus vidas parecían más oscuras que nunca. Las noticias sobre su encarcelamiento se habían extendido por el castillo y, finalmente, llegaron a oídos de la reina madre. Con una mirada de desaprobación, la reina madre había visitado las celdas, sus ojos fríos recorriendo a las prisioneras. La visita no trajo consuelo a Isabella y Victoria; en cambio, aumentó su sensación de desesperación. La reina madre parecía implacable en su decisión de castigar a ambas por su amor prohibido. Mientras el tiempo pasaba, Isabella y Victoria compartían recuerdos de los momentos felices que habían compartido antes de su encarcelamiento. Recordaron las veladas en el jardín, las risas en la sala de té y los suaves susurros de amor en las noches estrelladas. Era como si estuvieran atrapadas en un mundo aparte, donde su amor podía florecer sin restricciones.
La lucha por la esperanza era constante. Victoria, con su espíritu intrépido, a menudo intentaba mantener la moral alta, recordando a Isabella que no debían renunciar a su amor. Pero incluso su determinación tenía sus límites, y a medida que los días se convertían en semanas, comenzaron a sentir que su situación era cada vez más desesperada. Los rumores se habían esparcido por todo el castillo, y los sirvientes susurraban en los pasillos. Algunos simpatizaban con las prisioneras, mientras que otros se sentían ofendidos por su relación. Emily, la sirvienta que había descubierto su secreto, se sentía abrumada por la culpa. A pesar de que había guardado silencio sobre su conocimiento de la relación de Isabella y Victoria, se le notaba la angustia en su rostro. Los rumores y las miradas acusadoras la perseguían a cada paso. En las sombras del castillo de Lumaria, Isabella y Victoria esperaban, sin saber si algún día encontrarían la libertad o si su amor condenado los mantendría prisioneros para siempre. El futuro era incierto, y solo el tiempo revelaría el destino que les aguardaba.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2023 ⏰

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