¡Victoria!

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Los primeros rayos del sol marcaban el inicio de un nuevo día, los granjeros salían a vigilar los cultivos, los oficiales de policía podían dar por terminada su ronda y un pequeño grupo de personas andaba a paso lento pero constante por el claro, llegando a vislumbrar a la distancia a la finca mariposa, donde una joven con coletas se encontraba ya con su uniforme perfectamente arreglado barriendo la entrada.

Las sombras de aquellos hombres justicieros se plasmaban sobre el suelo ante sus pies, cuando la encargada de la finca notó esas sombras, alzó la vista con ansías, pero no pudo ver los rostros de esas personas, el sol brillaba a sus espaldas con tal intensidad que sólo podía ver su silueta acercándose. Juntó las manos con fuerza, en un gesto de oración, rogando a "alguien" que fueran las personas por las que tantas plegarias había profesado; estaba tan llena de nervios y esperanzas, que tardó un momento en notar las risas.

Las risas...

Risas de júbilo, orgullo y felicidad.

Aoi no pudo resistir sus impulsos y dejó caer la escoba que sostenía entre sus manos, corriendo para no tener que esperar ni un segundo más por ellos, para volver a ver a sus amigos.

Al correr hacia ellos, poco a poco iba distinguiendo sus facciones, no eran sólo los tres que se marcharon, estaban acompañados por gente enmascarada, con un traje similar al de las prácticas de kendo de color negro. Eran tres kakushi que se encontraban cargándolos sobre sus espaldas, lo cual dejaba claro que los tres se encontraban heridos, pero con vida.

"Que alegría..." Pensó Aoi sin detener sus pasos, pero tropezándose ligeramente, al estar sus ojos llenándose de lagrimas.

Entre más se acercaba, el sol iba saliendo más desde el horizonte, donde las enormes montañas de Japón no podían cubrirlo en lo más mínimo, deslumbrando a Aoi por completo, esto la hizo sentir como la punta de su sandalia chocaba contra el suelo, haciéndola caer de cara, pero se chocó con alguien. Era un pecho masculino, bastante robusto; la chica alzó la cabeza para tratar de ver a la persona que la había atrapado, pero sus ojos aún trataban de recuperarse de aquel destello de luz.

- ¿S-señorita Aoi? ¿Se encuentra bien? -Dijo la voz delante de ella.

- ¿Z-Zenitsu...? -La sorpresa la invadió, abriendo los ojos de par en par aún si estos seguían ciegos, tratando de buscar la figura del rubio entre esa intensa luz. Poco a poco, sus ojos se fueron ajustando y la persona delante suyo se iba haciendo más clara, aunque su mente no podía estar más confusa.

- ¿Se encuentra bien, Srta. Aoi? -Murmuró el kakushi, con solo sus ojos al descubierto, ayudando a la chica a incorporarse.

Mientras, por encima del hombro del fornido enmascarado, se asomaban los dorados cabellos relucientes del muchacho que la miraba con angustia.

- ¿No te pasó nada? -Le decía con su voz chillona y alegre. con marcas de moretones por la frente y cortes ya atendidos por su mejilla izquierda y sien derecha.

Aoi pareció apenada de sus propias expectativas y se dio vuelta hacia otro flanco, viendo a Inosuke sin su máscara, quien le mostró los dientes con una sonrisa altanera, con la cara cubierta de golpes que tenían sus delicados rasgos cubiertos por la hinchazón, y finalmente fue hacia la joven que traía a Tanjiro a cuestas, viendo como el pelirrojo hacía un esfuerzo por no cerrar los parpados y poder saludarla, mostrando una sonrisa debilitada por el agotamiento; de todos, era el que más marcas de golpes tenía a lo largo de su rostro, pero aún con eso, le dedicó una sonrisa amable.

- Hemos vuelto... -Murmuró Tanjiro, en la delgada línea de dormitar y hablar entre sueños.

- Je... No sé que esperaban, era obvio que íbamos a ganar... ¡Cough, cough! -Inosuke intentaba mostrarse en perfectas condiciones, pero su garganta no le dejaba mentir, aún así, no perdía su sonrisa llena de orgullo.

Diamante en brutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora