Capítulo único

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Ahí estaba ella, tan hermosa como la primera vez que la vio. Al igual que en aquella ocasión, sus ojos se posaron en el perfil de su rostro sin intención, simplemente sucedió, tan naturalmente como respirar. ¿La diferencia? esta vez no podía acercarse e invitarla a bailar para romper el hielo. No, esta noche, aunque su rostro le fuera tan familiar, aunque pudiera distinguir a la distancia los movimientos de sus manos, el ladear de su cabeza para acomodar su cabello, el cambio en sus facciones acorde al inicio y final de cada canción y el hábito nervioso de tocar sus aretes, aunque todo en ella le era tan familiar no podía ir a abrazarle, besarle como tantas veces había hecho. Reír como en los mejores momentos y simplemente pasarlo bien.

No, el paso del tiempo había dejado mella y las circunstancias eran distintas. Ella se había casado y ahora tenía dos hijos que eran su todo, lo sabía por los amigos que tenían en común, aunque nunca tuvo la oportunidad de conocerlos; sin embargo, si ella estaba ahí era por algo ¿no? ¿el matrimonio iba mal? ¿la vida familiar le agobiaba? No, sabía que la respuesta a esas preguntas era un rotundo no. Siempre había deseado tener ese tipo de familia y ahora lo había conseguido, no había manera de que no fuera lo que ella esperaba. Hasta donde sabía su esposo era atento y un excelente padre. Probablemente solo se tratará de su día libre... pero estaba sola. Tenían tantos deseos de acercarse, de empezar de nuevo, nunca había dejado de amarla, ni aún en los peores momentos cuando todo era oscuridad dejó de sentir ese ardiente y profundo amor por ella. La amaba tanto que tuvo que dejarla ir, era lo mejor que podía hacer, su relación no hacía más que herir y destruir... y, sin embargo, quería hablarle de nuevo, que le contara sobre su vida, sus hijos, su marido... todo, quería saberlo todo.

Sonrió, lo había decidido. Sabía lo que tenía que hacer. Se acercó al camarero y le pidió la cuenta. Dejó el pago junto con su bebida intacta y una generosa propina en la mesa. La sonrisa dio paso a una mueca melancólica, había sido un lindo sueño. Sí, eso era, nada más que un sueño. Cruzó la puerta sin mirar atrás. Nunca más volvería a ese bar, el recuerdo que tenía en él era demasiado precioso para cambiarlo.

Cuando la puerta se hubo cerrado la persona en la barra se giró, a pesar de la música y de las conversaciones a su alrededor le pareció escuchar el familiar sonido de los pasos que había estado esperando durante toda la noche. Volteó, pero no vio a nadie entrar, no pensó que alguien hubiera salido. La persona que ella había estado esperando con ilusión durante toda la noche no llegó. Nunca más volvería a ese bar, el recuerdo que había en él era demasiado doloroso como para intentarlo de nuevo.

See you again [one shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora