14. Un... ¿Qué?

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Habían pasado semanas y la lluvia parecía haber terminado, pero el otoño apenas comenzaba, Robbie parecía que iba a congelarse por el anormal frío que hacía en su habitación, no era nada normal el ambiente que se había creado pues la extraña actividad en su habitación iba en aumento hasta el punto en el que era demasiado pesado.

En ocasiones solía ver una que otra sombra pasando fugazmente de un lugar a otro. Parecía que aquel fantasma se escondía tan bien que Robbie no era capaz de verlo. Llegaba a pensar incluso que su don especial se había ido.

Mientras caminaba al trabajo, tenía una sensación de angustia como si algo le persiguiera aunque no había nadie que pareciera hacerlo, eran simples personas caminando a rumbos distintos. En ciertas ocasiones pensaba que se había vuelto loco.

Al llegar a su trabajo, se quedó parado en la entrada y antes de ingresar al establecimiento, miró por el espejo con la esperanza de poder ver algo si es que estaba detrás de él. Sin embargo, no había nada. Entró a la tienda y lo primero que puso visualizar, fue algunos fantasmas que se paseaban por la tienda; algunos quedaron estáticos y miraban a Robbie con cierto miedo.

Era más que claro que no había perdido su habilidad, ¿Pero por qué no podía ver a aquel fantasma que había estado atormentando por semanas? Aquella curiosidad se había vuelto en una necesidad, quería saber cual era la razón por la que podía ver al resto de fantasmas pero aquel que había atraído no.

—Robbie, ¿Puedes venir conmigo un momento? —pidió Evelyn, quien bajaba de la segunda planta. —Necesito que me ayudes con algunas cosas.

—Claro... —dijo Robbie, quien siguió a su compañera a la segunda planta.

Al llegar, pudo notar varias cajas en frente de la estanteria, estaban repletas de cosas viejas sin mucha importancia y algo oxidadas. Al igual que algunos sillones donde están la misma mujer que había visto el primer día que llegó a la tienda.

—Vaya, ¿Serkins quiere que acomodemos todo esto? —preguntó Robbie.

—Sí. —contestó Evelyn, quien estaba cruzada de brazos y miraba de reojo hacía el techo o cualquier otra parte de la habitación.

Le parecía curioso, pues habían lugares donde estaban varios fantasmas que pasaban de un lado a otro. Pensaba que aquello era una coincidencia y era una probabilidad de uno en un millón que ella pudiera ver lo mismo que él. Decidió pasar de largo y ambos comenzaron a sacar y acomodar las cosas de la sala.

Sombras De MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora