Gaara: La encrucijada de la soledad

56 7 12
                                    

Nota: Mi idioma nativo NO es lo español, por eso pido perdón por cualquier error de ortografía, todavia aún estoy aprendiendo. 

Nota²: Iba a escribir esto en mi colección oneshot's de maleSakura, pero debido a que esta historia tiene varios capítulos, pensé que merecía su propia historia. Si sigues la otra, no te preocupes, no me he rendido. Simplemente no tengo mucho tiempo o ideas.

Nota³: Buena lectura.

En primer lugar, quiero aclarar una cosa: Esto NO es un "diario". Es solo un cuaderno estúpido donde tengo que escribir sobre mi día a día.

Segundo, esta locura fue sugerida por mi PSICÓLOGA, no por mí. La Dr. Shizune (¡qué nombre estúpido!) sugirió que escribiera sobre mis "sentimientos". ¡Qué absurdo, ¿verdad? La última cosa que necesito es que uno de mis hermanos idiotas me atrape haciéndolo y malinterprete todo. O peor aún, que lo descubra mi tío Sasori.

Me niego a llamar a esto un diario o alguna tontería femenina. ¿Te lo imaginas? ¡Absurdo!

La única razón por la que lo acepté es porque no tenía otra opción. "Es una excelente manera de seguir tu progreso a lo largo del tiempo, Gaara". ¡Tonterías!

Hoy, como siempre, fue otro mal día en este horrible mundo que es mi vida. No entraré en detalles, porque no quiero.

Mi familia es un desastre, siempre lo ha sido. Mi padre, que es más controlador que un guardia de tráfico en hora punta, es abusivo y cree que el mundo gira a su alrededor. ¿Y mi madre? Bueno, falleció en mi nacimiento, lo que, por supuesto, dejó a mi padre destrozado y amargado. Nunca la conocí, lo que me deja un vacío que parece insuperable. Siento que falta una parte de mí.

Mis hermanos, ah, tengo dos hermanos mayores: Temari, la mayor, y Kankuro, que son prácticamente como extraños, como si vivieran en otro planeta, tan distantes que apenas sé que existen. Tienen un vínculo indecifrable, algo que nunca pude entender. Es como si hablaran un idioma que nunca aprendí. Mientras ellos se entienden, yo me quedo fuera, como un extraño en mi propia casa.

Esa exclusión siempre me llena de celos, ya que no tengo a nadie con quien compartir mis pensamientos y sentimientos. ¿Amigos? Ni rastro de ellos.

La única persona con la que realmente me llevo bien es mi tío Sasori. Es la única persona que me entiende y se preocupa por mí. Sin embargo, rara vez lo veo, gracias a la prohibición de mi padre. Él cree que soy una especie de amenaza para mi tío, o él para mí, lo que es absurdo.

Pensé que había encontrado apoyo en mi otro tío, Yashamaru. Pero descubrí que todo era una farsa. Me culpa por la muerte de su hermana, mi madre, como si yo pudiera haber hecho algo para cambiar el destino. Es un dolor que llevo a cuestas todos los días. Cada día que pasa, siento que me hundo más en este abismo de soledad y culpa, viviendo una vida que parece sacada de una película de terror.

La insonmio es una compañera cruel. En las raras ocasiones en las que logro cerrar los ojos, soy atormentado por pesadillas que me persiguen. El sueño se ha convertido en una batalla constante entre el deseo de escapar de la realidad y el miedo a las pesadillas que me esperan. Es como si, incluso cuando intento huir, los fantasmas del pasado me persiguieran implacablemente.

En medio de todo este caos, hay un soplo de aire fresco en forma de Shukaku, mi fiel compañero. Es un gato persa de edad indeterminada, ya que ha estado a mi lado desde que tengo memoria. Su pelaje es espeso y sedoso, una mezcla de caramelo y negro, que siempre ha parecido más suave que cualquier cosa que pueda tocar. Sus ojos son dorados, hipnotizantes, si me preguntas, y parecen haber visto innumerables historias a lo largo de los años.

Shukaku, a pesar de su naturaleza salvaje y malhumorada, tiene un vínculo especial conmigo. Parece que puede ver a través de mis angustias y encontrar un lugar en su corazón para mí. Tal vez vea la soledad que cargo y haya decidido ser mi aliado.

Aunque puede ser indiferente o incluso hostil con otras personas, Shukaku me permite acariciarlo y compartir momentos de cariño. Su mal genio desaparece cuando estoy cerca, como si supiera que somos cómplices en este mundo turbulento que es mi vida. Es reconfortante tener al menos a alguien que parece entenderme y aceptarme, a pesar de sus propias peculiaridades. Siempre encuentro consuelo en su suave ronroneo, como si tratara de calmarme y decirme que todo está bien, incluso cuando el mundo allá afuera se desmorona.

Shukaku es mi refugio, mi confidente silencioso en medio del caos de mi vida. Cuando no puedo dormir, él se queda a mi lado, como si entendiera que necesito compañía en las noches en las que las pesadillas me acechan. Y, de alguna manera, su presencia hace que la oscuridad sea menos aterradora.

Mi pasión por la botánica se ha convertido en un refugio en medio del tumulto de mi vida. Desde que tengo memoria, siempre he estado fascinado por el mundo de las plantas. Es como si fueran un oasis de paz en mi caótica vida diaria.

Tengo una pequeña colección de plantas en mi habitación, cada una con su propia personalidad y belleza única. Paso horas estudiándolas, observando su crecimiento, hojas y flores. La botánica me permite adentrarme en un mundo donde no hay oscuros secretos ni culpas pasadas; es un universo de vida y crecimiento, donde cada planta es un misterio por desentrañar.

Y, aunque sea una pasión solitaria, la botánica me ofrece un sentido de propósito. Cuidar de mis plantas y observar la belleza que aportan a mi habitación es una de las pocas cosas que me hacen sentir que tengo el control de mi propia vida. Es un recordatorio constante de que la naturaleza, a pesar de todas las adversidades, sigue floreciendo y creciendo, y quizás yo también pueda encontrar un camino hacia la luz, incluso en las sombras de mi existencia.

Esta es mi escapatoria de esta pesadilla constante.

Pero hay algo más, algo que nunca esperaba encontrar. Estoy enamorado de un chico de mi clase, llamado Seiichi Haruno. Y lo que me sorprende, además de mi propio nerviosismo, es el color de su cabello, ¡que es rosa! Nunca conocí a alguien con cabello rosa antes, y eso me intriga. No puedo dejar de pensar en este chico que parece venir de un mundo completamente diferente al mío.

Estoy divagando... Con los pasos en la madrugada resonando en el pasillo, decido dejar de escribir. Lo último que deseo es que mi padre me encuentre despierto y me someta a una de sus tiranías.

Rápidamente, guardo el cuaderno y la pluma, apago la luz de la habitación. Me acuesto en la cama, fingiendo estar profundamente dormido, mientras mis oídos permanecen atentos a los pasos que se acercan, esperando que se vaya y me deje en paz por otra noche. Shukaku, el gato, se acurruca a mi lado, como si comprendiera la necesidad de silencio y discreción.

Entre páginas y sentimientos (Gaasaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora