Capítulo 28: secuestrada

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(Bueno amigos, nos vamos acercando ya a los últimos capítulos de esta mi gran aventura literaria durante la universidad. No es que sea el capítulo más adecuado para un ambiente navideño pero considero que hay mucho salseo y las cosas a partir de aquí se van a poner difíciles. Ni que decir tienen los clichés que aparecen ni las referencias a un ser que odio porque son muy evidentes. Es divertido ir viendo como a TN se le va yendo la cabeza también, demasiado a aguantado la pobre que tiene ya bastante por ser una girly girl de mi categoría. Disfruten ahora que ya mismo tendremos una nueva incorporación...) 

Miles de pensamientos rondaban por mi mente pero ya no podía golpear más aquella furgoneta pues quedaba claro que nadie en la carretera podía escucharme y el truco de las pelis que había visto sobre memorizar el camino que seguía este vehículo mugriento no funcionaba pues habíamos dado demasiados giros como para que fuera humanamente posible de recordar. Se preguntaréis cómo es que después del incidente no estaba en un hospital, en el propio instituto, en la comisaría compadeciendo por la situación de tiroteo ante algún policía. Pues bien, no estaba allí donde se suponía que era lógico que acabase y ojalá yo pudiera contestaros por qué.

Cuando me vi en aquella furgoneta tras recuperar la conciencia me hice todas estas preguntas y lo primero que intenté fue llevar mis manos a mi vientre preocupada pero las tenía atadas con cinta americana. Mi cabeza estaba en un saco y mi ropa no era el vestido de graduación medio ensangrentado que recordaba sino que, por la textura, podía sentir que me habían puesto unas simples mallas y sudadera negras; bueno supuse que eran negras porque, por la poca luz que incidía desde el tragaluz de la furgoneta y se colaba en mi saco, no vislumbré ningún color en esas prendas. Mis pies estaban descalzos y también atados. Estaba inmovilizada como un perrito caliente. Y lo que es más preocupante, no sangraba ya pero el motivo parecía ser algún tipo de cambio en mi cuerpo. Solo esperaba poder comprobarlo cuando llegara a mi destino aunque ese destino tampoco me parecía muy esperanzador.

Busqué hipótesis de quién podría haberme secuestrado y por qué. La más probable apunta a que el loco de Justin me ha secuestrado por algún motivo retorcido que sería lógico si ha tiroteado el lugar donde estábamos y encima me encontró totalmente vulnerable. La siguiente es que la propia Sofia me había tirado por las escaleras e intentado matar, por lo tanto, ella había querido secuestrarme. La siguiente tiene que ver con Ben junto a sus extraños enemigos y recientes viajes al extranjero. Otra que no sé si es muy factible, es la existencia de una especie de comunidad mágica que desconozco y que se ha enterado de mi embarazo interespecie que igual haya decidido esperar a un momento vulnerable para atacar. No creo que sea posible pues una comunidad mágica secreta usaría la magia porque es más útil y necesaria para evitar a los humanos de los que se esconden pero a estas alturas hay que esperarlo todo. La última conclusión que no quiero ni contemplar, es la posibilidad de que todo esto tenga que ver con los últimos acontecimientos ya olvidados prácticamente sobre la misteriosa desaparición de las gemelas Evans y la intervención de Mateo en todo esto. Sea lo que sea solo puedo rezar porque acabe bien ¿cómo puede una chica única y detergente tan simple como yo tener tantos enemigos?

En cuanto la furgoneta aparcó el miedo se apoderó de todas mis extremidades paralizándome. Las ganas de vomitar eran cada vez más grandes. Inmediatamente fingí que aún seguía inconsciente y me tumbé. Igual mi actuación carecía de sentido pues había estado golpeando ese maletero y pidiendo ayuda un buen rato pero supongo que confié en mi buena suerte. Había escuchado que no paraban de canturrear música rap de afroamericanos con lo que puede que no me hubiesen escuchado y mi intento de escapada tuviera más sentido.

Un par de pasos se sintieron, otros dos, cada vez más y más cerca. No entendían por qué no daban todos los pasos al mismo tiempo. Un acento cerrado como de un inglés británico llamó mi atención mientras charlaban. Podía diferenciar las voces de al menos dos personas. Entonces un sol abrasador invadió mi escasa visión en cuanto abrieron las puertas del maletero. Debíamos estar en otro Estado pues el clima cálido de ese tipo en esta época del año no se conoce por mi zona del norte de Wisconsin.

Felices los cuatroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora