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El ruido de metales chocando entre si me despertó, mi cabeza dolía demasiado, entre abrí los ojos para ver a mi alrededor una cajas, jaulas, bastantes cosas, pero dos cosas llamaron mi atención, un chico estaba a unos metros de mi, parecía que empezaba a despertarse, y luego estaba el lugar, parecía que estábamos en una caja metálica, que estaba subiendo demasiado rápido.

El chico finalmente despertó, nos miramos a los ojos asustados, pero con una sensación de confianza y de que nos conocíamos, aunque los dos estábamos confundidos.

La caja no dejaba de hacer ruidos extraños, cuando se detuvo y se escucharon voces me escondí atrás de unas cajas, ví algo afilado y lo agarre, no dudaría en defenderme, aunque sonara loco, al chico también.

Las puertas de arriba se abrieron de golpe, una luz cegadora me hizo cerrar los ojos, cuando me acostumbré pude ver con más claridad, un montón de hombres estaban arriba, uno de ellos, pelirrojo y con cejas extrañas, bajo y se acercó demasiado al pelinegro que parecía confundido y asustado.

—Bienvenido novato. — lo agarro con fuerza del brazo y yo me aventé hacia el quedando encima suyo y con la cosa afilada en su cuello.

—Alejate de el — susurré cerca de su oído, en un segundo pude escuchar como empezaban a gritar allá arriba.

—“Es una chica”

—“¡¿Una chica?!”

—“¿Cómo es eso posible?”

—“Y es bonita eh”

—Oye tranquila — el chico debajo de mi levanto sus manos, en forma de rendición, mientras me seguía viendo con sorpresa y un raro sonrojo.

Sentí como alguien bajo, me puse detrás del chico, usándolo como escudo  del rubio que bajo y que tenía las manos arriba mientras se acercaba a paso lento, el pelinegro con el que estaba aún seguía muy confundido, igual que yo.

—No te haremos nada, ¿de acuerdo? Estás a salvó — intento acercarse más a mi pero hundí más el objeto al cuello del chico.

—No te acerques.

—Esta bien, solo deja esa cosa, no queremos que nadie salga herido, ¿verdad? Todo está bien — el rubio se agachó cerca de mi y extendió la mano para que le diera el objeto.

Lo mire con el ceño fruncido pero al final se lo di, le aventé al otro chico con fuerza haciendo que los dos caigan, tomando esa distracción me acerque al pelinegro.

—¿Estás bien? — susurré para que solo me escuchará el, asintió un poco desorientado.

—Esa chica tiene fuerza — escuché unos quejidos detrás mío.

Un hombre de tez oscura me ayudó a salir junto con el pelinegro, sin darle a nadie tiempo de reaccionar, ni siquiera a mi, me tomo de la mano para levantarme y empezar a correr.

—Tenemos corredores — escuché que gritaban.

Vi una grieta entre las paredes, aumente la velocidad dejando al chico atrás, pronto escuché un golpe y unos abucheos para luego escuchar que me gritaban que parará cuando estaba a pocos metros de la grieta.

Sentí como todos venían detrás de mi ahora, cuando entre seguí corriendo, pero me detuve luego de dos vueltas, con la respiración agitada empecé a detallar mi alrededor, subí por unas lianas y pude ver con más claridad, había muchas pasillos, era como... un laberinto.

Caí de rodillas sin poder reaccionar, ¿qué era todo esto? ¿Dónde estaba? ¿Por qué no recordaba nada? Bueno, casi nada.

No sé por cuánto tiempo me quedé ahí arriba, pero salí de mis pensamientos cuando escuché pasos venir, del lado contrario de donde vine, me asome y ví a dos chicos, uno asiático y otro rubio, parecían estar concentrados en algo serio.

Baje de dónde estaba, en un movimiento rápido me acerque al rubio y le quite un cuchillo que tenía atrás, lo puse en su cuello y lo acerque a mi.

—No te muevas — susurré en su oído.

Los dos chicos parecían desorientados, el de enfrente me miró sorprendido y levanto sus manos igual que al que tenía sometido.

—¿Qué...? — el asiático intento hablar pero lo interrumpí.

—Quiero respuestas, no preguntas.

—De acuerdo, pero mejor baja ese cuchillo — me miro serio pero en sus ojos podía ver la sorpresa aún.

—No confío en ustedes, entenderán mis dudas, solo quiero saber algo.

—Dinos, intentaremos contestarte — contesto el rubio rápidamente.

—¿Por qué no recuerdo nada? ¿Por qué llegué aquí en una caja metálica?¿Por qué parece un laberinto acá afuera? Y ¿Por qué parece ser que soy la única chica?

—Vaya, es... difícil — suspiro el asiático.

—Hazlo fácil — gruñí acercando el cuchillo más a él cuello del rubio.

—Esta bien, está bien — miro de reojo al rubio y volvió a suspirar — No se con exactitud las respuestas, pero te diré lo que se, estamos atrapados en este lugar, no sabemos quién nos puso aquí pero suponemos que los que nos ponen en esa caja nos borran la memoria, este si es un laberinto, pero es peligroso salir, y lo último, no lo sé, siempre han llegado hombres, nunca mujeres.

—¿Por qué es peligroso salir? — pregunté con el ceño fruncido.

—Hay monstruos afuera, penitentes,  por la noche salen, cuando las puertas se cierran, las cuales se cerrarán en menos de cinco  minutos —contesto apurado el rubio.

—Si nos quedamos afuera no sobreviviremos ni una noche — me miró suplicante — Por favor, no te haremos nada, te protegeremos de lo que sea, te lo prometo, pero confía en nosotros.

Dude de sus palabras pero baje el cuchillo y me aleje del rubio que pareció volver a respirar, bueno, los dos parecieron, guarde el cuchillo.

—Entonces, vámonos ahora antes de que esos penitentes nos coman.



The Maze RunnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora