Epílogo

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Notas al final del capítulo

But he desires her in order, I think, to destroy her.












Dicen que la primavera es el comienzo y el final de las etapas y nuevos comienzos, algunos se despiertan como gatos domésticos justo después de una siesta particularmente deliciosa, o cómo la persona que le diagnostican una enfermedad terminal.

Pero nada es tan amargo cómo se siente Hadrian en este momento mirando sus ojos grises helados, las palabras se tragan misteriosamente en su lengua incapaz de decir una sola oración completa.

Y Draco no espera que las encuentre, se dió la vuelta y se fue.

Lo único que hizo fue ver su espalda, alejándose de él.

Sus puños arrugan su ropa, y su rostro se convirtió en una máscara de hielo, inexpresiva y carente de cualquier emoción o color.

Cuando también se dió la vuelta dispuesto a buscar su padrino.

Tardíamente, mientras recibía los saludos pegajosos de Sirius llegó a una conclusión que no le brindó ni un poco de seguridad por extraño que parezca.

Lo desea con desesperación pero también destruirlo con la misma pasión.

No entiende porque le duele el pecho con ese pensamiento.

Saliendo de sus pensamientos, se reunieron con Petunia qué cómo siempre los dejo en casa y fue de compras para no soportar verlos juntos nuevamente.

Tal cuál le ordenó a Petunia, Jason se encontraba esperándolos con tazas de té humeantes.

Hadrian sacudiendo los últimos vértigos de Draco en su cabeza se plantó delante de ambos hombres y los presentó.

— Sirius te presento a mi mentor, y mejor amigo el profesor Jason, Jason este es mi padrino que mencioné la última vez que nos vimos. — Ambos hombres se observaron.














En un lugar lejano de toda la civilización muggle se encontraba un chico de cuerpo esbelto llamado Lay leía una carta, marcaba una fecha y con ella un solo hechizo.

Se convirtió en otra persona, gracias al entrenamiento del maestro cuervo y del perro.

Quemando la carta, se dirige a un solo lugar, su objetivo.

Amelia Bones te está esperando.



















Specio, Reino Urbs igne munita

La noche caía sobre el palacio de cristal rojo, que brillaba con un tono rojizo más profundo por el reflejo de las llamas que lo rodeaban.

El fuego era la única defensa que tenía el rey contra los rebeldes que querían derrocarlo. Dentro del palacio, la sala del trono era un lugar de silencio y sombras.

El rey estaba sentado en su trono de oro y roca dorada, con una corona de rubíes en su cabeza y una espada hecha de llamas en su mano. A su lado, su consejero le susurraba al oído, tratando de convencerlo de que negociara con los insurgentes., pero sus ruegos fueron a oídos sordos.

Él rey se negaba a escuchar. Estaba decidido a mantener su poder a cualquier precio, aunque eso significaba sacrificar a su pueblo y a su familia, así la aniquilación de todo lo que conocen, su hogar, nada importaba más que el poder mismo.

En un rincón de la sala, una figura encapuchada observaba la escena con atención. Era la princesa, la hija del rey, que había escapado de su encierro para averiguar lo que estaba pasando antes de escapar hacia sus aliados.

Pretend You're ThereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora