Momo Yaoyorozu miraba por la ventana, observando las hojas caer lentamente de los árboles. El otoño había llegado al campus de la Academia UA, llenando el aire con un aire melancólico. En medio de esa melancolía, Momo no podía evitar sentir un nudo en el estómago, pues hoy era un día especial.
Había pasado un año desde que Izuku Midoriya se graduó de UA y se convirtió en un héroe profesional. Durante su tiempo en la academia, Momo había forjado una conexión especial con Izuku. Ambos compartían una profunda pasión por convertirse en héroes, y habían enfrentado innumerables desafíos juntos. En ese proceso, habían crecido cercanos, más cercanos de lo que Momo se había atrevido a admitir.
Ella todavía grababa la última conversación que tuvieron antes de su graduación. Izuku le había prometido que volvería a visitarla en su antigua aula de la Academia UA, donde habían compartido tantos recuerdos. A pesar de las emociones que surgían en su corazón, Momo parecía con esperanza al pensar en esa promesa.
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, esa promesa comenzó a desvanecerse. Los meses se convirtieron en un año, y nunca había recibido noticias de Izuku. Momo sabía que ser un héroe profesional era una tarea abrumadora, pero una parte de ella esperaba que él cumpliera su promesa.
Esa tarde de otoño, Momo estaba de pie en el mismo salón de clases en el que habían compartido tantos momentos juntos. La habitación estaba vacía, y la nostalgia se apoderaba de ella. Las hojas caían con tristeza fuera de la ventana.
Momo escuchó el sonido de la puerta abriéndose, y su corazón dio un vuelco. Pero no era Izuku quien entraba. Era Tenya Iida, un viejo amigo que había mantenido contacto con Izuku.
"Momo, ¿cómo estás?" preguntó Tenya, notando la tristeza en su rostro.
Momo forzó una sonrisa y respondió: "Estoy bien, Tenya. Solo pensando en una promesa no cumplida".
Tenya se mostró comprensivamente. "Entiendo. Izuku ha estado muy ocupado. Pero te trajo algo". Sacó un sobre del bolsillo y se lo entregó a Momo.
Ella abrió el sobre y encontró una carta escrita a mano por Izuku. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras leía las dulces palabras de su amigo. Izuku le dijo cuánto la extrañaba y cómo valoraba su amistad. Le prometía que, aunque no pudo regresar aún, estaba decidido a hacerlo en el futuro. La carta concluía con un sincero "Te amo, Momo".
Momo cerró la carta con cariño y miró a Tenya con gratitud. Aunque la promesa se había roto en términos de tiempo, el amor y la amistad de Izuku seguían siendo verdaderos. El nudo en su estómago comenzó a desvanecerse, reemplazado por un cálido sentimiento de esperanza.
El otoño seguía su curso, y aunque Izuku aún no había regresado, Momo sabía que su promesa seguía viva en sus corazones. El amor y la amistad que compartían no se perderían, y Momo esperaría con paciencia el día en que su querido amigo regresara.