Maratón de los 2K 1/4
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Así me había seguido hasta Nebraska. Por eso todas las citas tenían que ser en sitios públicos, con cámaras. Dónde sabía que me vería.
—Tienes qué...
Negué con la cabeza. Aún no había terminado.
—Cuando lo supe fue como despertarme de golpe. Un balde de agua fría. Sean evitaba que me sintiera vacía, solo para hacerme sentir muerta. Tenía unas amigas falsas, unos padres que eran incapaces de ver más allá de su conveniencia y estudiaba algo que odiaba. Discutí con mis padres, metí a Elvis en su jaula, recogí las cosas que cabían en una maleta, un par de autobuses y albergues y terminé aquí. Eso... eso es todo.
Me sentía desnuda sin todas las mentiras y verdades a medias que había ido inventando envolviéndome. Expuesta. Cuando Kaiden me miró fue como si me viera por primera vez. No solo a mí, si no a todos los fantasmas que arrastraba. No me habría sorprendido que se hubiera marchado en ese mismo instante.
Quizás por eso cuando agarró su chaqueta y se levantó no hice nada para evitarlo. Me quedé en mi sitio, observándolo; asumiéndolo. Podría haberle pedido que se quedara, ¿pero tenía derecho a hacerlo a estas alturas? Le había metido en todo este lío sin decirle nada.
Los ojos se me cristalizaron mientras intentaba aguantarme las lágrimas.
Lo echaría de menos. Mucho.
Se giró a mirarme, con la mano en el pomo de la puerta. Tenía unos ojos preciosos.
—Vamos.
¿Qué?
—Tienes que denunciarlo. Vamos a comisaría. Es acoso y maltrato.
No pude aguantar más; las pequeñas gotas saladas empezaron a rodar por mis mejillas.
—No.. ¿no estás enfadado? —murmuré.
—No.
No estaba... no estaba enfadado. No iba a irse. Los sollozos se escaparon de mi garganta, extendí los brazos y caminé hasta él para abrazarlo. Me recibió envolviéndome con su cuerpo.
—Cuando t-te vi levantarte creí que... que te irías —murmuré entre hipidos y sollozos, sorbiendo por la nariz.
Todavía necesitaba creerlo.
—Claro que no, Sam.
—No estás... enfadado. ¿Cómo puedes no... estarlo?
—No puede enfadarme que estés asustada. Además, no eres la única que empezó con secretos.
—Gracias —murmuré contra su pecho.
Por un momento creí que no había llegado a escucharme, pero cuando dejó un beso sobre mi pelo y apoyó su cabeza sobre la mía, fue como si le pusiera una tirita a mi corazón maltrecho. Acunó mis mejillas con sus manos y secó las lágrimas que aún rodaban con mis mejillas con los pulgares.
—Aún tenemos que ir a denunciar. Tienes que hacerlo, ¿vale? Todo saldrá bien.
Negué con la cabeza repetidas veces. Kaiden no había entendido nada.
—Ya lo intenté una vez antes de irme. Sean es el jefe de policía, es amigo de todos, tiene una buena reputación, un padre con dinero y contactos. Me tomaron por loca. Sean es intocable.
—Pero debe haber algo... Tienes derecho a hacerlo.
—Él controla a toda la policía.
Sus ojos bailaron analizando mi rostro con desesperación. No había nada que hacer, esa era la realidad. Cuando había intentado denunciarlo en mi ciudad no habían hecho más que reírse e intentaron llamar a Sean para que fuera a buscarme. Tuve que salir corriendo antes de que llegara. Después había vuelto a probar en otra ciudad, curiosamente la denuncia se había traspapelado.
Kaiden me miró con determinación antes de hablar.
—No volverá a tocarte. Ni a acercarse a ti. Yo mismo me aseguraré de ello.
Solo con esas palabras me hizo sentir segura. Algo que nadie había conseguido jamás.
—Lo sabe todo, Kaiden. Dejó un ramo de flores para mí en el trabajo y se hizo pasar por uno de tus amigos. Sabe quién eres, te ha buscado y encontrado. Me ha encontrado a mí.
—Pues que le jodan al trabajo, encontrarás otra cosa. Liessen lo entenderá. Y hablaré con Charles, es ingeniero informático, seguro que puede ayudarnos.
—Siento mucho haberte metido en todo esto, Kaiden. No tenía ningún derecho a hacerlo.
Dejó un tierno beso sobre mis labios, mirándome con ternura.
—No tendrías que haber pasado por todo esto sola.
—Sean es mi problema.
—Y tú eres el mío. Llamaré ahora mismo a Charlie, ¿vale? Le pediré que venga, tú
ve a sentarte.
Asentí con la cabeza, aunque me costó separarme de él y volver al sofá. Elvis voló
para acurrucarse en mi hombro, como si supiera que tenía que consolarme. Kaiden llamó, pero no presté atención a la conversación. Me sentía demasiado inquieta como para permanecer ahí quieta, así que al final me fui con Elvis al baño para mirarme al espejo.
Tenía un aspecto horrible. Como cuando llegué el primer día.
Supongo que porque esa era la realidad: había vuelto al punto de partida. Mi vida. Mi aspecto.
Yo.
Kaiden se apoyó en el marco de la puerta, guardando el teléfono en uno de los bolsillos de sus vaqueros.
—Aún no puedes quitarte la venda, han tenido que ponerte algunos puntos.
Lo miré a través del espejo. Quizás si estuviera de nuevo en el principio, pero no en el mismo.
—Kaiden —llamé su atención— ¿Recuerdas cuando me dijiste que yo era tu redención?
—Sí, claro.
—Empiezo a creer que tú eres la mía.
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¡Hemos llegado a las 2K lecturas y toca un maratón para celebrarlo! Decidme, ¿qué os va pareciendo el rumbo de la historia? ¿Estamos todas enamoradas de nuestro bad badboy?
Una historia mía nunca había llegado a tanta gente, muchísimas gracias a todas las personas que habéis apoyado la historia con vuestras lecturas, votos y comentarios. A las que estáis aquí desde el primer capítulo y las que habéis llegado ahora. Escribir es un sueño que hacéis más real 💗💗💗 Además, quiero darle las gracias a Aria1Walker, que fue la primera persona en votar en A Bad Badboy.
Ahora sí, os dejo seguir con la maratón.
Nos leemos 💗💗💗
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A Bad Badboy || EN CORRECCIÓN
Любовные романыSamantha ha huido de sus padres, sus amigas, su antigua vida, de sí misma y su ex novio. Sean. Pero Nebraska no puede esconderla de todo, sobre todo porque Sean es un encantador agente de policía que no entiende un no por respuesta. Así que cuando a...