Capitulo 7

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La luz del sol entro por su ventana y le golpeó en la cara. Se removió con molestia y se volteo tratando de volver a dormir.

Pero a su nariz llegó un olor peculiar, un olor a menta.

Abrió los ojos y apenas si de dió cuenta de que estaba en su cama, no sabía nisiquiera qué hora era. Extendió su brazo hacia la mesita de noche, tomo sus lentes y se los puso.

Se levantó y le pareció raro no ver a Milo cerca. Un pequeño dolor de cabeza apareció por el exceso de alcohol de la noche anterior, y por supuesto no recordaba como llego a su casa. Tal vez Dereck fue a buscarlo a la discoteca y lo llevo a su apartamento.

Abrió la puerta y salió de la habitación y quiso ir a la cocina por un vaso de agua pero algo lo distrajo, volteo hacia la sala y vio a alguien aún dormido en el sillón.

Alexander.

¿Que mierda hacia Alexander en su apartamento?.

Y no solo eso, sino que Milo estaba recostado en el regazo del castaño.

Cole paso su mano derecha por su frente y al mismo tiempo peino involuntariamente su cabello.

Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar como un balde de agua fría.

—Maldición —se maldijo a si mismo, no solo había besado a Alexander, sino que también lo llevo con el a dónde vivía.

Se fue al baño y cerró la puerta con seguro, encerrandose. Se sostuvo del lavamanos y miro su reflejo en el espejo.

Tenía una que otra mordida en su cuello, eran poco notables pero aún así estaban ahí. Pensó en que tal vez se habían acostado, pero su cuerpo no le dolía y tampoco sentía alguna molestia así que descarto eso.

Cepillo sus dientes y lavo su rostro su rostro. Trato de despejar su mente pero le era difícil sabiendo que Alexander estaba en su apartamento con el.

Se armó de valor y salió del baño, con sus piernas temblorosas y los nervios a millón camino hasta la sala y se acercó hasta donde estaba el castaño aún dormido.

No le dió mucha vuelta al asunto y sacudió un poco a Alexander, el susodicho solo se removió un poco pero no sé despertó.

Había olvidado que Alexander tenía el sueño muy profundo.

Tocó varias veces el hombro ajeno y solo logro que el mayor soltará un quejido.

Golpeó el pecho del castaño y ahí fue donde se despertó dando un respingo. Abrió los ojos y miro al Pelinegro.

Soltó un bostezo.

—lárgate de mi casa —exigió señalando la puerta.

Pero Alexander no se iba a dejar intimidar, ya no más.

—No.

Eso tomo por sorpresa a Cole.

—¿Disculpa? —se cruzó de brazos.

El castaño dejo al canino en el piso, se levantó del sillón y quedó cara a cara con el Pelinegro.

—dije que no, ya no voy a dejar que me trates como se te da la maldita gana —espeto con molestia.

Cole soltó una pequeña risa.

—Estás en mi apartamento, tengo derecho a echarte si así lo quiero.

—se que no lo vas a recordar pero me pediste que te trajera aquí, estabas muy ebrio.

—lo recuerdo —asintió con la cabeza— solamente que no te pedí que te quedarás aquí.

Jamás te creí. © [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora