Closing Time

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El otro día revisaba el mueble de madera que Laura se había ocupado de ordenar el día que entré a mi nuevo departamento. Fue en 2019, justo antes de la pandemia, cuando llevábamos ya cinco años juntos. Laura guardó mis CD's, mis libros, mis revistas, todo lo que había acumulado antes de conocerla. Yo nunca había abierto el mueble desde aquel día. Mientras sacaba los CD's tuve ganas de llamarla al fijo; no al celular, porque hace dos o tres meses que borré su número. Pensé en ello y seguí revisando el mueble.

Entonces encontré, bien al fondo, el disco debut de Tom Waits: Closing Time, de 1973. Aquellas canciones jazzeras, con su voz melodiosa, aún no marcada por la soledad, las noches en vela y la desesperación. Con el CD en la mano, pero ningún equipo donde escucharlo, me di cuenta de que con Laura jamás habíamos compartido a Tom Waits.

Volví mentalmente al día que me mudé y Laura ordenó los CD's, en 2019. Quise preguntarle ahora si recordaba Closing Time, de Tom Waits: esa tapa sombría en la que él, aún joven, tenía un codo sobre el piano y la otra mano sobre las teclas. Y el vaso de whisky muy cerca. ¿Qué intuyó de mí al ver Closing Time? ¿Por eso lo dejó al fondo del mueble o era una casualidad? Qué significaba aquel jazz oscuro, mucho antes de haberla conocido. Qué tipos de soledad entendía yo, a mis treinta años, al pronunciar Closing Time.

Dejé el CD abierto sobre la mesa y le di play en Spotify en modo repeat. ¿Qué me dice hoy el disco? Jamás me había puesto a descifrar las letras, a mis treinta y dos o treinta y tres años, cuando buscaba conocer a alguien puntual, sin saber a quién. Entonces oía Closing Time sin entenderlo, pero algo podía intuir de mi futuro. Entonces el disco comenzó a sonar y las imágenes de antes regresaron. 

Escuché relatos de tenue desesperación; horas nocturnas en hoteles y bares como en cuadros de Edward Hopper o en episodios de Mad Men u otros clichés que se me ocurrían. Justo otras cosas que tampoco habíamos compartido con Laura. De hecho, le llegué a prometer que íbamos a ver juntos Mad Men, pero por alguna razón miré las siete temporadas a escondidas. Fue cuando volvía a mi nuevo departamento y pasaba dos, tres días sin ella. Incluso pensé en confesarle que había mirado todo Mad Men, pero creo que no hice a tiempo.

Hace poco colgué unas imitaciones baratas de Hopper a los dos costados de la cama de dos plazas: en uno de los cuadros hay un hombre solo, de espaldas, al fondo de la barra de un bar vidriado. Debe llevar ya varias copas, pero el cuadro no las muestra. En la otra reproducción de Hopper, una mujer lee un libro en un camarote de tren. Sus manos parecen temblorosas; al fondo, amanece.

Creo haber oído que Tom Waits admiró a Edward Hopper, pero ignoro si vio Mad Men. A veces pienso en volver a mirar la serie para chequear si ahí suena su música. Pero no podría ser: Mad Men está ambientada en los '60, en Nueva York, y Tom Waits, en su desesperación catártica de jazz, humo y alcohol, habla siempre del futuro, ahí y en todas partes. Como en los cuadros de Hopper al costado de la cama. Es una soledad universal sin nostalgia.

Mientras sonaba el disco entré a Mercado Libre para comprar un reproductor de CD's. Sin pensarlo mucho me puse a buscar otras cosas para el departamento (una estantería, vajilla y un porta CD's). Ahí entendí qué me había querido decir Tom Waits, hace diez años, cuando aún no había conocido a Laura pero ya escuchaba Closing Time

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⏰ Last updated: Dec 16, 2023 ⏰

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