𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟖

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[ Querido Egan... ]

No, eso sonaba muy meloso de su parte, por lo que tachándolo volvió a tomar el pincel para escribir de nuevo.

[ ¡Egan, hola! ]

Tampoco, sonaba demasiado emocionada por volver a escribirle unas cuantas líneas, así que dejándolo mojo de nuevo el pincel en la tinta.

[ Hola idiota... ]

¡Dioses! Seguía molesta, pero aquello no era la manera correcta de iniciar una esquela.

Agatha suspiro, dejó caer el pincel y que rodará por toda la mesa. Se había propuesto volver a escribir de nuevo aquella carta nunca antes entregada, sin embargo, deseaba modificarla y de paso expresarle algunas cosas que anteriormente le hubiera gustado decirle a Egan, pero tenía un gran problema... ¡No sabía cómo comenzar! Estaba abrumada de tantos sentimientos, pensamientos e ideas que le hicieron caer en un bloqueo donde el pincel le temblaba en la mano hasta el punto donde no supo ni cómo saludar adecuadamente a su receptor.

Agatha suspiro, tenía que atender sus obligaciones de aquél día por lo que tomando un cuaderno revestido de cuerpo se dispuso a abandonar su alcoba para dirigirse a la tienda de brebajes. Apenas entró fue recibida por la amable mujer que le sonrió, aquella peculiar conversación que había tenido con ella la vez pasada aún rondaba en los pasajes bajos de su mente; no la había olvidado, más bien le causaba intriga, pero prefirió mejor no ahondar más en el asunto de las almas y los destinos, pues prefería mejor que el tiempo decidiera qué demonios hacer con ambos.

...

Ese día en particular la castaña se quedo un rato más entre los anaqueles de hierbas, infusiones y brebajes que le transmitían aromas llenandole de tranquilidad, sus dedos se pasearon por los diversos recipientes de vidrios dejando que la yema delineara la etiqueta de cada uno mientras jugaba a adivinar el contenido de aquellos sin clasificar. Mientras se encontraba en eso le surgió el recuerdo de aquel San Valentín donde había tratado de evadir los impulsos de su corazón para entrarle la esquela a Egan.

Repentinamente tuvo una brillante idea.

La delfiense fue hacia aquel claro del bosque que habían denominado La frontera, llevaba consigo el bolso de cuero donde guardaba con recelo el cuaderno y el pincel junto a la tinta. Cuando llegó al gran roble se subió a unas las grandes rocas sobresalientes, manteniendo un precario equilibrio la castaña se alzo para dar un salto y sujetarse con fuerza a la rama más baja del árbol. Agatha afianzó el agarre para comenzar un ascenso que detuvo cuando encontró la rama perfecta donde sentarse, con cuidado se acomodo dejando el bolso colgado de otra más baja y se dispuso a sacar el cuaderno junto a los demás implementos. Desde esa altura lograba ver el vasto cielo que a poco se fue tiñendo de colores cálidos y reconfortantes, los ojos marrones se pasearon antes de bajar la mirada dejando que el pincel danzara sobre el papiro limpio.

 Desde esa altura lograba ver el vasto cielo que a poco se fue tiñendo de colores cálidos y reconfortantes, los ojos marrones se pasearon antes de bajar la mirada dejando que el pincel danzara sobre el papiro limpio

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La chica de tez trigueña necesitó dos días completos para darle forma y sentido a las palabras dispersas que se encontraban en los folios escritos. Termino con una horrorosa jaqueca que se agravaba cada segundo que transcurría tratando de colocar en el lugar correcto las disculpas o los sentimientos que a mitad de camino se quedaron sin expresar, pero al final lo termino, con una larga respiración sonrió satisfecha por el trabajo realizado; razón por la cual se dispuso a pasarlo a un pergamino limpio para salir corriendo de la casa y despedirse con un grito de su progenitora que se extraño ante su repentino comportamiento.

ᴛᴡᴏ ᴛᴡɪɴ ғʟᴀᴍᴇs ᴅᴇsᴛɪɴᴇᴅ ɴᴏᴛ ᴛᴏ ʙᴇ ᴛᴏɢᴇᴛʜᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora