Dulzura.

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malditamente encantador.

Nick Nelson es la definición concreta de perfección, completamente bello y etéreo. Una belleza hegemónica, con rasgos resaltantes pero delicados.
Esbelto, tez blanquecina y lechosa, melena prolijamente suave y rojiza, lleno de pequeñas pecas que le daban un toque delicioso a su piel.

Nick era una dulzura, absolutamente todo en él era digo de admiración y deleite, su voz, su tacto, la forma en que se expresa, en como se mueve su cabello en el ligero viento, sus ojos almendrados tan hipnotizantes, absolutamente todo. Incluso su sabor...
Sus labios carnosos, su saliva, su aliento, su piel,... el sabor de su polla, que en este instante se encontraba goteando a chorros, abundante, derramándose en el interior de mi boca. Si, un dulzura total.
ver su bonito rostro todo rojito y sudoroso, tratando de aguantar los entrecortados gemidos que salen de lo profundo de su garganta en un intento inútil de que no se le escuche. No hace falta obviar lo fallido de su intento, incluso su agitada respiración deja en evidencia lo que está sucediendo en la oscuridad de su cuarto.

Pero sinceramente no me importa, adelante, mi dulce Nick, gime todo lo que quieras, yo me deleito en tus ruidos amor, también en tu sabor, en tu tacto, simplemente magnífico.
Sigo tragándome su pene hasta el fondo de mi garganta, rozando su punta con la de mi campanilla, apretando con los músculos de mi rostro su latente polla, toda dura y húmeda por mi saliva y el presemen que desprende. Su expresión...me quedo mudo, ver su boca abierta y su mirada perdida, totalmente contorsionada en placer es un poema total. Pobre de mi Nick, está tan consumido que su cuerpo no lo deja reaccionar debidamente. Pareciera que ha entrado en un estado de shock. Y la verdad es que me encanta, saber que soy yo el causante de esa reacción...

Mis ojos están pegados a él, no le quitó la vista de encima, él abre sus ojos y me devuelve la mirada, con ojos entreabiertos y las mejillas embadurnadas de semen, producto de haberme la chupado hace un buen rato atrás.

-"Char, mierda, C-char porfavor"- repite mi nombre como si le pícara la lengua si no lo menciona. Pero es solo un fino hilo de voz, susurra entre suspiros mi nombre como si le provocara cierto placer al hacerlo, sigue gimiendo, está vez lo hace más fuerte y yo me deleito en sus jadeos. No sé cuánto tiempo ya hemos estado aquí, tumbados en la cama de Nick, yo entre sus piernas dándole una húmeda y caliente felación. Perdí la noción del tiempo, pero sinceramente no tengo prisa, sigo manteniendo mi ritmo suave y lento, torturando a Nick un poco. No puedo evitarlo, me encanta los gestos desesperados que hace, su seño se arruga y pone una mueca de excitación y frustración.

De pronto me saco su polla de la boca, y cojo aire hasta llenar todo el espacio que me permite mis pulmones, para luego soltar todo el aire y volver a repetir ese proceso, inhalando y exhalando de forma corta pero profunda. Nick hace lo mismo, mirándome directo a los ojos, un café intenso brilla en sus preciosos globos oculares, apenas puede aguantarme el contacto visual, parece estar bastante avergonzado, es una ternura total. De repente una de sus manos se posa sobre mis cabellos desordenados, sigue inhalando hondo, tratando de estabilizar su respiración, pero no le dejo tiempo suficiente para hacerlo completamente, ya que rápidamente vuelvo a meterme su dulce y pecoso miembro en la boca.

Está vez le trago con más fiereza, mis labios apresan su pene de forma dura y firme, y esto parece hacer estragos en Nick, ya que su agarre en mis rulos se vuelve más agresivo, no me molesta que lo haga, y sus gemidos está vez si que se hacen escuchar desde lo profundo de su interior. Ya no se contiene, suelta todo lo que tiene, como si no pudiera ni disimular un poco. No me molesta, me encanta que seas así de escándalo Nick, se que te encanta que haga esto. Así que me concentro en el "aquí". En disfrutar de Nick y en hacerlo disfrutar a él. Se que los dos queremos esto, aquí y ahora, así que no tengo apuros, voy a darle lo que quiere, sin prisa ni titubeos.

Dulzura y una flor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora