𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒𝟎

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Seis años después.

—Listo. La próxima vez ten más cuidado ¿Si?— Pidió con suavidad la joven mientras su mirada seria se posaba en el adolescente que tenía delante ella.— ¿Cuantas veces te he dicho que tengas cuidado cuando vayas a cazar, Miles?

—Ya entendí— Respondió el chico al momento en que desviaba la mirada.— Lo siento, σωτήρας.

—¡Hermano!— El Orien entró a la estructura de una manera agitada junto a la preocupación pintada en la faz bronceada.— ¡Te dije que tuvieras cuidado, idiota! Gracias por curarle σωτήρας.

—No tienes que agradecerme nada— La femenina sonrió con suavidad para después revolver la cabellera del mayor de los chicos.— Y podéis llamarme Agatha sin problema.

—Nos gusta más σωτήρας, porque nos salvaste aquella vez y sigues haciéndolo ahora— El joven con la venda en su brazos esbozo una casi imperceptible sonrisa en sinónimo de agradecimiento y su hermano menor solamente asintió con emoción apoyando al contrario.— Siempre seras σωτήρας para nosotros.

Agatha simplemente se sintió bullir de felicidad y con una cálida despedida observó a los hermanos irse. Habían pasado unos cuantos años desde que los niños espartanos llegaron a Corinto junto a ella y conforme crecieron se fueron adaptando al nuevo estilo de vida, olvidando poco a poco las desgracias de la guerra. La castaña dejó escapar una baja risa mientras los recuerdos desfilaban en su mente, se encaminó hacia el interior para organizar las vendas y demás implemento utilizados en la luxación con la cual llegó Miles. La delfiense termino de acomodar para disponerse a salir saludando de paso a la pareja de extranjeros que administraban la pequeña clínica.

—Buen trabajo, Atha— Felicito el hombre dándole unas palmaditas a la menor.— Me enorgulleces bastante.

—Oh dios querido, vas a hacer que se vuelva tímida de nuevo— Comentó entre risas la mujer haciendo a los presentes reír al recordar la primera vez en que la castaña comenzó a trabajar con ellos.— Pero de verdad, has avanzado mucho durante estos últimos años. Felicidades linda.

—Todo es gracias a ustedes— Respondió con honestidad la joven con una expresión apacible, repentinamente se sentía algo cansada y el cuerpo le pesaba; aún así trato de disimularlo un poco.— Bueno entonces me despidió hasta mañana.

Con pasos apresurados la joven de tez trigueña se encaminó despidiéndose de la pareja que con un ademán la acompañaron a la puerta donde le dijeron adiós.

Agatha comenzó a caminar por las calles de Corinto, iba algo atrasada para el encuentro con las chicas, por lo que avanzando con rapidez se atrevió a tomar el atajo que la llevaría al hogar de Maia y Zendaya. En el camino se detuvo en una tienda para comprar algunos bocadillos y al momento en que tomó la bolsa de papel se percató de la mancha morada que poco a poco se esparcía sobre las uñas de sus dedos. «Demonios, espero que las chicas no se den cuenta» Con aquel pensamiento la muchacha terminó en la puerta de la morada, tocó suavemente con los nudillos y cuando iba a llamar por segunda vez Korë abrió para mirarle y brindarle una sonrisa de medio lado.

—Al fin llegas, venga pasa— Con aquella invitación la espartana tomó la bolsa que la menor llevaba y ambas se dirigieron hacia la cocina donde todas se encontraban reunidas.—¡Daira, la tarta se quema!

—¡Ahhh! ¡Daya ayuda!— Entre exclamaciones ambas chicas trataron de sacar la tarta, sin embargo, Maia tuvo que dejar las manzanas a medio cortar para irles a socorrer.— Dios, temí por la vida de la tarta.

—¡¿De la tarta?! ¡Yo temí por nuestras vidas!

Y entre unos cuantos refunfuños más pasaron a terminar de cocinar para luego irse a la sala y sentarse a conversar, entre charlas amenas y carcajadas nada delicadas transcurrieron las primeras horas de la tarde.

—Ya, entonces ¿Nueva pareja, Maia?— Pregunto juguetonamente la delfiense con una sonrisa pícara que hizo a la corintiana menor mirarle con el ceño fruncido mientras las demás soltaban la risa.— Venga, no te enojes. Además Daya ya lo sospechaba y nos dijo a todas.

—Oh por el amor de Eros, a veces las detesto— Respondió con una sonrisa burlona mientras las escenas de aquella tarde donde las chicas la encontraron con su novio y comenzaron a imitarlos entre algunas carcajadas comenzaron a desfilar por su mente.— Aun no entiendo como él sigue diciendo que ustedes son las más serias del grupo.

—Somos serias...— Refuto la africana.— ...Cuando queremos.

Luego todas rieron con gracias.

Agatha en ese instante se sintió en calma, el dolor en los huesos paso a un segundo planos y las sensaciones de ahogo desaparecieron dejándola respirar con tranquila, lo único que persistió fueron aquellas manchas moradas sobre las uñas, pero no le importó, estar con sus amigas le hizo olvidarse de todo para disfrutar de aquella reunión.

...

Los ojos marrones observaban el cielo negruzco teñido de varias estrellas que titilaban de una manera dispersa, el viento frío de la noche le hizo erizar cada vello del cuerpo mientras un escalofrío le recorría la espalda.

—No deberías estar aquí si eres tan friolenta La chica de ojos grises dejó caer una frazada sobre los hombros de la menor para tomar asiento al lado de ella.— ¿No puedes dormir?

La delfiense solamente asintió en respuesta, ambas se quedaron en silencio hasta que Zendaya se les unió.

—Nerviosa por mañana ¿Verdad?— Indago la africana recibiendo el leve movimiento de cabeza de la castaña.— Venga, verás que todo sale bien.

—Es un guerrero de élite, si cometo un error pueden degollarme— Dijo entre risas la chica para sentir como Korë le golpeaba con cuidado en la frente.— Aunque, si me asesinan en un campo de rosas no me quejaría.

Las otras dos muchachas solamente negaron con diversión antes de quedar de nuevo en silencio, solamente se escuchaba de una manera distante los ululatos de los búhos acompañados por el canto de los grillos. La brisa meció las copas de los árboles al mismo tiempo en que revolvía la cabellera de las chicas que se encontraban sentadas en el pequeño sobresaliente de la casa y que daba hacia el jardín interno del hogar.

—Por cierto ¿Como va la obra maestra?— Inquirió la morena al momento en que volvía la mirada hacia la mayor tratando de ocultar su emoción respecto al tema, pero al final le fue imposible.— ¿Has escrito un nuevo capítulo?

La joven de tez trigueña miro hacia el pequeño arbusto frondoso que estaba plantado un poco mas allá de donde ellas se encontraban y negó suavemente con una sonrisa tímida.

ᴛᴡᴏ ᴛᴡɪɴ ғʟᴀᴍᴇs ᴅᴇsᴛɪɴᴇᴅ ɴᴏᴛ ᴛᴏ ʙᴇ ᴛᴏɢᴇᴛʜᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora