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Giró la diminuta llave francesa entre sus dedos y le dio las últimas vueltas a la tuerca para ajustar la antena de señal dispositivo. Le dio un sorbo a la taza de cerámica que descansaba sobre la mesa de trabajo, llenándola de marcas de dedos engrasados en el proceso. Cuando devolvió la taza a la mesa, oprimió el botón y el receptor del control que acababa de calibrar vibró a su lado, por un segundo antes de desactivarlo. Probó las cinco intensidades y el dispositivo respondió positivamente.

Bastante contento con los resultados, tomó entre sus manos, medio limpias con un trapo, el objeto gomoso en sus manos, cuya forma fálica no daba lugar a la imaginación. Con una ventosa en la base y un camino de venas gruesas que se expandían y enredaban desde el inferior hasta la cabeza. Su color brillante, azulado desvaneciente era cautivante; casi parecía de vidrio. Sería una linda pieza de decoración de no ser por la clara forma del objeto.

Estaba buscando donde guardar ese indiscreto consolador hasta que de un segundo al otro tocaron la puerta del taller. Saltó del susto, pero nadie tenía permitido estar a esa hora allí excepto el mismo. Pensándolo bien, era bastante extraño que alguien vagara por la Fortaleza a tan altas horas de la noche.

────¿Quien es?

────Wriothesley. Soy yo.

Sonrió estúpidamente al escuchar la suave voz de su persona favorita detrás de la puerta. Tomó el falo de goma y lo escondió detrás suyo antes de acercarse  la puerta.

Neuvillette dio pasos silenciosos dentro del taller y el carcelero cerró la puerta de nuevo tras el. Rápidamente los ojos del juez se encontraron con los suyos y una mano enguantada lo tomó del las mejillas para darle un beso lento y prolongado. La vergüenza lo invadió de pronto, sintiendo la textura de la goma en una de sus manos detrás de la espalda. No tan alarmado como antes.

────Buenas noches, mon amour. Se que es algo tarde. Pero tengo algo importante que decirte.

Neuvillette entrecerró los ojos al notar un ápice de nervios en el duque.

────¿Pasa algo?

Wriothesley apretó la mano.

────Para nada. Continúa.

Neuvillette lo inspeccionó un minuto, pero no le dio demasiada importancia.

────Sedene olvidó informarte del compromiso al que debemos asistir los dos mañana temprano y no podía llegar una hora antes. Siento la tardanza. Es extremadamente raro que se le pase algo de esta magnitud, en serio lo lamento...

────Oh. Pff, no hay problema. Sabes que aunque aparezcas a las cinco de la mañana te dejaré entrar. De hecho, generalmente ya estoy despierto a esa hora.

──── ¿Qué tienes en la espalda?

El color viajó a la cara del duque en un segundo. Se aclaró la garganta y miró cualquier punto más allá de la vista del Juez, cuyos ojos violáceos no se perdían un solo movimiento, leyendo su lenguaje corporal como un libro abierto.

────Nada.

────Wriothesley. ────Advirtió en un tono de voz más bajo de lo usual.

El mencionado tragó en seco. Y Neuvillette no se perdió el movimiento de su nuez de Adán al bajar.

────Muéstrame las manos.

──── No, primero termina de contarme lo del compromiso.

Wriothesley pretendía mostrárselo, obviamente que quería. Pero la conversación era tan casual que no quería arruinarla de golpe. Supuso que si Neuvillette insistía no tendría más remedio que mostrarle.

Wriolette/Neuvithesley SmutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora