[ v e i n t i c u a t r o ] - Seis meses sin ti.

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꧁ M O N I Q U E ꧂

El frío de la pista me hace pensar un poco menos o quizá una poco más. Repito en mi cabeza una y otra vez la caída de hace unas semanas, por un momento pensé que sería mucho más difícil volver a una pista, pero resultó ser lo contrario. Era lo que necesitaba. Un poco de frío para recordarme que aún me quedaba algo por lo que luchar.

—¡Pero mira lo que nos trajo la marea! —la voz de Máximo me trae de regreso a la realidad—. Hablaremos de por qué has estado tan desaparecida estos días, pero antes…—los dientes perfectos de Max aparecen debido a su sonrisa—…Hay alguien que quiere verte.

—¿Quién es? —pregunto, un poco alarmada. Pero su sonrisa tranquila me hace pensar que quizá nadie tan malo como para preocuparse.

—Me encontré a Bill Kaulitz en mi camino aquí, creo que quiere hablar contigo o algo así —estoy a punto de reclamarle cuando deja un sonoro beso en mi mejilla y comienza a caminar lejos de las gradas al mismo tiempo que Bill entra con una sonrisa amortiguada—. ¡Estaré afuera por si me necesitas!

Max ha salido, y Bill pone los ojos en blanco con fastidio mientras se acerca.

—No sabía que tenías un perro guardián —verlo me hace un poco mal, pues básicamente tiene el mismo rostro que Tom y lo último que quiero es tener cerca algo más que me lo recuerde. Su cara es una de las cosas que menos debería ver.

—Es un tigre, de hecho —él se ríe y nada se entromete entre él y su asiento a mi lado en las gradas—. ¿Qué haces aquí, Bill?

—Tú sabes qué hago aquí —responde, con obviedad.

—Si vienes porque él te envío, pierdes tu tiempo, nada de lo que me digas va a–

Me interrumpe antes de que pueda darle cualquier tipo de advertencia —No, no. Tom ni siquiera sabe que estoy aquí. Solo quería venir a ver cómo estabas y qué tal iba ese tobillo.

—Espero que mejor —ambos nos sonreímos y lamentablemente tengo que apartar mis ojos de él porque el extremo parecido con Tom me provoca punzadas en el corazón—. Quizá no estás aquí porque él te envío, pero sí vienes a hablar de él y sinceramente tengo muchas cosas en la cabeza como para preocuparme por eso.

—Iba a usar mis técnicas de persuasión y un poco de manipulación, pero supongo que no estás de humor para eso tampoco, ¿verdad?

—Supones bien.

—Entonces pasaré directo al tema —Bill se gira un poco hacia mí, hasta que sus pies apuntan en mi dirección y nuestras rodillas se tocan levemente—. Tom dice que no vas a perdonarlo, yo digo que se está rindiendo con demasiada facilidad, ¿qué opinas tú?

—Yo opino que no opines.

—Posponer la conversación solo lo hará más difícil para ti en el futuro —una de sus manos aprieta mi muslo con delicadeza y cariño—. Soy bueno escuchando y voy mejorando en eso de dar consejos, así que, igual en los consejos no deberías escucharme tanto.

Me deja mi tiempo para pensar que decir y se lo agradezco mentalmente. Han pasado unas semanas desde el incidente y me gusta creer que ya no duele tanto como el primer día…A veces parece cierto, y otros días simplemente ni siquiera es una posibilidad.

—Pienso que es mejor así, es lo más correcto que he hecho en mi vida —y nunca dije algo tan cierto—. Pienso que aunque me duela y crea que seguramente había otra manera de hacer esto, quiero ser madura y aceptar que se iba acabar eventualmente. Tuve bastante tiempo para superarlo, Bill.

—No el suficiente y lo sé porque conozco esos ojos —sus pulgares se acercan a mi rostro y los coloca debajo de mis ojos, ahuecando en sus manos mis mejillas—. Son los mismos ojos que pone mi hermano cada vez que pronuncio tu nombre en su presencia —y yo sabía que él diría algo como eso, por eso no quería que se quedara a hablar—. ¿Sabes que no ha vuelto a casa de Heidi desde que tú y él terminaron su “lo que sea”? Hoy antes de venir lo obligué a bañarse, vestirse y ponerse sobrio para que vuelva y tome una decisión de una vez.

Mozzafiato. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora