27| Yo nunca

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Daxen

Ubiqué a Haley sentada junto a una de las fogatas que el hotel tenía dispuestas a lo largo de la playa. No podía imaginar que ella misma hubiera tomado los leños y prendido el fuego, así que asumí que fue el empleado que me dijo dónde encontrarla quien lo hizo por ella.

—No creí que fueras una chica tan dramática—fue lo primero que dije cuando llegué a su lado.

Pensé que la encontraría con los ojos rojos y la cara hinchada por el llanto, pero no había rastro de lágrimas en sus ojos. Al contrario, lucía tan impasible como siempre.

—¿Lo dices por irme?—su voz tampoco salió ronca como esperé y fue otra muestra de tranquilidad.

Sentí una opresión en el pecho cuando huyó de la habitación y fui tras ella temiendo que se ahogara en el mar de mero dolor, pero aquí estaba, tan colectada y fría como siempre.

Nunca sabía qué esperar con Haley Colbourn, y, aun así, se las arreglaba para sorprenderme cada vez.

—Lo digo porque estás en la playa, junto a una fogata, contemplando el océano.— Me senté en la arena con el fuego en el centro de ambos y le ofrecí una de las botellas que llevaba en la mano—. Creí que te ahogarías.

La tomó con vacilación y observó la etiqueta del contendor con desconfianza.

—Para tu mala suerte, jamás dejaría que un hombre fuera la causa de mi muerte—olfateó la botella—. ¿Qué es?

—Cerveza. Puedes beberla, no planeo envenenarte con ella—le di un trago a mi bebida con fines demostrativos.

—No me gusta la cerveza.

—No es tan fuerte como las otras.

Me lanzó una mirada suspicaz y mantuvo la botella entre sus dedos como si se debatiera entre creerme o no. Las llamas se reflejaban en la claridad de sus ojos y los dotaban de un color distinto, como si no pertenecieran a este mundo.

—Todas las cervezas saben a orina—insistió.

—Esta no. Puedes confiar en mí.

Entornó los ojos una última vez antes de darle un gran trago. La risa brotó desde mi garganta cuando hizo una mueca de repugnancia y tosió.

—¡Sabe horrible!

—Dije que esta no sabía a orines, mas no que supiera bien.

La playa lucía diferente de noche. Era una imagen mucho más siniestra y ominosa, aunque las olas no eran tan altas y el cielo estaba despejado. Era la primera vez que veía tantas estrellas juntas.

—Eres un mentiroso—se quejó sacándome de mis cavilaciones y me concentré en ella.

Ahora que la miraba con más atención, notaba las grietas en la armadura que con tanto cuidado se había colocado. Estaba tranquila, sí, pero había aprendido a leer a Haley entre líneas y a descifrar lo que realmente sentía. No estaba feliz con el pobre intento de celos de Ian, pero no era tristeza lo que refulgía en sus ojos, sino resentimiento.

No entendía cómo alguien tan imbécil podía dañar a alguien tan fuerte como Haley Colbourn. Mis entrañas se revolvieron y bebí otro trago para amortiguar la sensación de malestar que se abría por mi pecho.

—Tienes razón—su voz se escuchó clara en la quietud de la playa—. Fue muy dramático de mi parte huir así.

—Creo que fue inteligente. Tuve que soportar los berreos de la chica y los resoplidos de bestia de tu ex por varios minutos más.

Irresistible Acierto [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora