Capitulo 34. Tenemos que hablar.

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Pedri

—¡Niños! —un grito proveniente de mi hermano hace que me despierte incorporándome de golpe a la vez que siento que todo me da vueltas—

Pestañeo y bostezo para con la voz ronca y dormida preguntar el porqué de su grito.

—¿Que leches pasa? ¿Porque gritas? —digo volviéndome a tumbar—

—Hoy es lunes, Grecia tiene clase y parece ser que no habéis ido. ¿Qué hicisteis anoche? Esto parece una leonera.

Me incorporo de golpe de nuevo llevando la mano a mi cabeza por el dolor y me acuerdo de que Grecia debería estar ya en clase pero sigue durmiendo profundamente.

—Hostia puta —digo frotando mi sien cuando Fer se acerca a la ventana para abrir la persiana—

—Ni si quiera sé si llega a la segunda hora —dice este y suspiro— bueno ya decidís.

—Joder...—digo cuando Fer sale de la habitación y siento mi cuerpo jareado—

Giro mi cabeza en busca de Grecia que apenas se le ve la cara porque está con la colcha bien subida y la destapo algo.

—Grecia...no ha sonado tu alarma —digo acariciando su cara despejada por la coleta de ayer—

—Mm...

—Pf —no tengo ni fuerzas y mi cuerpo decide volver a tumbarse en la cama—

¿En que momento se me ocurrió aceptar ayer la propuesta de Grecia? La situación de ayer en la pista...

Maldita Grecia.

Me levanto rápido de la cama para no pensar mucho más y abro la cristalera de la ventana para que entre aire, la habitación está súper desordenada, acudo al baño a mear mientras me quejo en cada movimiento, el alcohol produciendo resaca en mi...Decido espabilarme y lavo mis manos, después lavo mi cara y me miro al espejo, salgo de él cuarto de baño y vuelvo a por Grecia.

—Morena levanta, en serio —digo dejando un beso en su frente a la vez que le hablo bajito— llegas tardísimo.

—Tengo sueño.

—Lo sé, pero venga arriba.

—Me duele mucho la cabeza —dice estirándose—

—Levanta Grecia.

—Voy...—dice algo mal humorada—

Cuando ella después de unos minutos se mete en el baño yo busco algo de ropa decente y me visto para después recoger un poco el desastre de habitación que dejamos ayer.

—¡Grecia llegas tarde! —vuelvo a repetir—

—Que ya voy.

Bajo y me dirijo a la cocina para hacerle el desayuno, caliento un vaso de leche con galletas a la vez que corto la fruta, yo ya desayunaré más tarde, quien importa es ella.

—Buenos días —dice Alma entrando para abrir la nevera—

—Buenos días.

—Vaya cara traes. ¿Tienes entreno hoy?

—Que va.

—Pensaba —cierra la nevera después de coger un zumo y se pone a mi lado—

—¿Como vas con el baile?

—Agotada, pero es lo que toca.

—¿Y cuando es el día del espectáculo?

—Aún nos tienen que dar la fecha.

Nankurunaisa - Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora