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Llegar a un nuevo trabajo nunca es bueno, cuando objetivamente, es tu primer trabajo. Alex había estudiado los últimos 3 años para trabajar como profesor de derecho en alguna facultad cercana a su ciudad, poco después le ofrecieron ser suplente de un maestro jubilado en lo que conseguían un buen repuesto, y si no, podría quedarse con el empleo oficialmente al acabar su carrera.

Acepto en el momento en el que se lo ofrecieron, y se arrepintió en el momento en el que pensó que debía usar el traje que uso por ultima vez en su examen de admisión, dato curioso, nunca ocupo ese traje de nuevo hasta ahora, dato curioso, aun le debe 150 dólares a su compañero de cuarto.

Está dirigiéndose hacía aquella universidad, su carro no es nuevo, no es lujoso, y mucho menos es algo digno de presumir, pero lo ha salvado de muchas. Había visitado la universidad antes por temas de papeleo y un recorrido, que muy amablemente, le ofreció uno de los maestros, probablemente unos años mas grande que el, pero aún así, demasiado joven, y a pesar de ya haber idealizado que durante un tiempo trabajaría en aquel lugar, al ser su primer día, sus manos están sudando, y probablemente este sudando.

Al llegar, los maestros le dan la bienvenida, le llama la atención la amabilidad que muchos tienen, aún que aun tiene que presentarse con la dirección y sub-dirección de la escuela. Lo dirigen hacia las escaleras que llevan a las oficinas de todos los maestros y el las sube, agradece de nuevo a la gente que lo apoya. Logra divisar a lo lejos una puerta que en grande tiene el titulo de "sub-dirección" y toca dos pequeños golpes en ella.

"¡Pase!" se escucha desde dentro, y eso hace. En el escritorio se encuentra alguien demasiado joven, y eso sorprende a Alex, aquel chico de cabellera castaña, esponjada, traje beige y lentes redondos, de nariz puntiaguda y labios rosas observa a Alex por un tiempo.

"Mucho gusto, maestro. Soy Alexis, vengo como el nuevo suplente." Menciona esbozando una sonrisa amablemente, a lo que el contrario corresponde. "Espero que mi estadía aquí le sea de suma utilidad."

"Me comentaron de ti, siéntate, Alex. ¿Te puedo llamar así?" Habla tan rápido que confunde a Alex, pero el asiente tan rápido como puede. Toma la silla frente al escritorio del chico y se sienta. "Un gusto, soy Wilbur, Wilbur Soot, pero llámame Wilbur."

"Claro, señor." Vuelve a sonreír.

. . .

Los días pasan demasiado rapidos, apenas lleva dos semanas aquí y siente que va a morir. Las personas que estudian en cada salón suelen ser amables, pero no todas son así. Esta preparado desde que tiene memoria, y no los culpa, apenas se lleva unos 4 años con todos los que están sentados en ese salón. Obviamente no falta quienes preguntan como es tan joven, las y los que tratan de coquetear con el, y eso es lo suficientemente raro como para emocionarse tanto como cada alumno al saber que acabaron sus horas de clase.

Toma su maletín, aun cree que es mucho y que se ve excesivamente tonto usándolo, pero una mochila es mas para un maestro de literatura. Ríe al pensarlo.

Sale de la universidad, como cada día, sube a su coche y se va a casa, come, revisa correos, mensajes, de vez en cuando Instagram, anota cosas y duerme. Y así pasan mas días.

Usualmente comparte un momento de clase al día en los salones para conocer mejor a sus alumnos y que ellos lo conozcan mejor a el, es algo bueno, viéndolo desde un punto de vista.

"¿Entonces le ofrecieron este empleo como algo temporal?" Pregunta un chico de tez pálida y pelo rubio.

"¿Eso quiere decir que se puede ir en cualquier momento?" Exclama una de las alumnas que son mas... aventadas, de manera precipitada.

"Así es." Sonríe para la clase. "Aun que es un poco triste, debo admitirlo, no se encariñen de mi, chicos." Ríe, es verdad, habían varias personas que ya tienen un poco mas de confianza en el. Le parece raro, pues apenas llevan unas cinco semanas conociéndose.

𝗧𝗲𝗮𝗰𝗵𝗶𝗻𝗴 QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora