Capítulo seis.

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—Buenos días

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—Buenos días.

Erick pasa por mi lado en la cocina palmeando mi cabeza como si fuera una mascota, se inclina para depositar un beso allí antes de rodear la barra para sentarse.

—Buenos días —Acomoda su corbata azul mientras giro un panqueque sobre el sartén antes de presionarlo con la espátula de mango rosa—. Necesito un favor —murmuro luego de unos segundos recargando mi cadera en la barra mientras el panqueque se cocina.

—¿Qué sería eso? —cuestiona estirándose para tomar uno de los panqueques en mi plato, sopeso la idea de golpearlo con la espátula, pero me recuerdo que necesito el favor que estoy pidiendo.

—Tengo que llevar mi auto al taller, así que ¿podrías acompañarme y luego dejarme en la academia? De regreso vengo en taxi —resuelvo levantando el sartén para inclinarlo hacia el plato completando mi desayuno.

—Seguro.

—¿Y mañana puedes llevarme a...

—No digas comprar vestido —murmura antes de que yo pueda terminar y entrecierro los ojos con un resoplido.

—No te pediría que me lleves a comprar el vestido, tienes un gusto horrible —enfatizo encogiéndome de hombros mientras vierto más de la mezcla en la sartén.

—Ah, ¿sí? —revira levantando una ceja clara, limpio los bordes de mi tazón con los dedos antes de llevarlo a mi boca.

—No puedes ofenderte por la verdad, hermanito —resuelvo con una mueca—. Necesito que me lleves al centro comercial, pero no por el vestido.

—Esas son cosas que ya deberías pedirle a tu esposo —Me señala con su dedo índice antes de acercarse a la cafetera en la izquierda para preparar todo y encenderla, se estira hacia los estantes para conseguir su taza negra y colocarla en su lugar en la máquina.

—No vas a empezar desde ahora —me quejo girando otro panqueque—. Ni siquiera he firmado el dichoso papel y ya estás haciendo escenitas de celos.

—Es la realidad, de todas formas, me voy en unos días, tienes que pedírselo a él.

—Prefiero hacerlo sola —decido mientras me encojo de hombros nuevamente.

—Tienes muchas esperanzas de mantener todo normal ¿No?

—Tú mismo lo dijiste, no hemos tenido una conversación ni siquiera de diez minutos, a lo mucho espero que tengamos que soportarnos luego y terminemos siendo amigos.

—Parece que te ha nacido un repentino descontento de la nada.

No de la nada, es solo que estoy odiando un poco que Abraham quiera acusarme de ayudar a su hermana solo por mis problemas emocionales alrededor de mi pasado, o al menos eso fue lo que entendí ante su descontento ayer cuando visitamos a Lindsay. Tiene razón, mirando desde afuera se ve mal que quiera usarla para sanar mis problemas, pero no le estoy haciendo daño a ella, ni siquiera a mí misma sino todo lo contrario.

El favor más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora