Luffy junto a su tripulación deciden parar en un isla misteriosa. Luffy va él solo por el lugar y una cueva llama su atención, pronto se darán cuenta del aprieto en el cual se han metido.
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Capitulo VI
La cocina era un caos, Ace había decidido sostener al pequeño Luffy contra su hombro, dándole palmadas en la espalda intentando que tirará el líquido que había consumido, sin importar que Chopper desde el suelo le decía que eso se les hacía a los bebés para que eructaran y no se ahogaran con su vómito. Algunos creían que su capitán moriría, como era el caso de Brook, Ussop y Franky, quienes estaban en un rincón lamentando el final prematuro del menor. Nami por otro lado estaba al lado de Robin notando la tranquilidad de la pelinegra, asumiendo que nada grave había sucedido, al igual que Sanji, quien solo suspiraba lamentándose lo estupidos que eran sus compañeros. Zoro por su parte estaba paralizado en el suelo, sentando y mirando a la nada.
—¡Ya está bien! —grito enojada la navegante mientras llevaba sus manos hacia los costados de su cintura, frunciendo el ceño contra los escandalosos— Si tan solo tuvieran el mínimo de razonamiento en vez de hacer nada ¿Por qué no estamos preguntándole al doctor que hacemos ahora?
Automáticamente todos pararon sus acciones, haciendo que se avergonzaran, pero causando un chasquido por parte del de cabellos verdes, quien susurró un "—Ya lo sabía, bruja" ganándose un golpe directo en la mejilla por parte de la agredida verbalmente. Una vez se sentaron en las sillas del comedor miraron directamente al doctor, quien llevó su pequeña patita hacia su boca para comenzar a toser, como si se tuviera que aclarar la garganta. Luffy por su parte solo les miraba extrañado, no entendía que estaba pasando.
—Para empezar, el capitán no corre ningún riesgo, solo era un prototipo del antídoto, tampoco es peligroso, ya que lo puse aprueba, sin embargo sigue siendo un prototipo débil, por lo que simplemente se tomó un avance, que por suerte guarde por si se me perdia, aunque no había previsto que nuestro capitán decidiera tomársela.
—Con que es así —aliviado Ace miro a su hermano sentado sobre sus piernas, el cual le regreso la mirada aunque por su parte, sus ojitos reflejaban confusión.
—Aunque igualmente no sé cómo pueda reaccionar, intento estar tranquilo ya que nuestro capitán no parece ser alergico a alguna medicina, pero aún así me preocupa que le cause un choque al ser su cuerpo regresado a una etapa más infantil —mirando el frasco en sus pezuñas fruncia el ceño con la preocupación emanando de sus grandes ojitos.
—¡¿Me voy a morir?! —grito el menor, reaccionando con algo de lentitud a lo que había pasado por sus ojos— ¡No puedo morirme! —aterrorizado giro a ver a su hermano con lágrimas en sus ojos mientras fruncia sus labios que temblaban con miedo— Ace no me quiero morir, aún no quiero encontrarme con Sabo —tragando sus mocos por su boca pronunció el nombre de su hermano fallecido. El pecoso le miró sorprendido alzando sus manos hacia las mejillas regordetas del niño, quien le miró con los ojos abiertos y desparramados en lágrimas.
