Capítulo 27.

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Lo que más rabia me da de todo este tipo de situaciones es que yo luego tengo que quedarme con Leti y hacer como si no hubiera pasado nada para que la pobre niña no sepa que su hermano en realidad es un maldito desgraciado que no tiene autocontrol y que sus impulsos son una mierda, que tiene unos modales asquerosos y una ira y rabia interna, que no sabe controlar.

No sé nada absolutamente de él. Antes llamé a Martina para contarle lo que había pasado e intenté preguntarle si ella había tenido noticias de Caleb y su respuesta fue un no rotundo. Podría mentir y decir que no estoy preocupada, pero por la forma en la que se ha ido de casa y la rabia que he visto en sus ojos cuando casi nos besamos podría asegurar que ahora mismo no está haciendo nada bueno.

Me encantaría descolgar el teléfono y llamar a Manu para ver si él tiene noticias sobre Caleb, pero ahora mismo siento tanta rabia hacia mi primo, y sobre todo dolor por la traición de lo que ha pasado hoy. No se me pasa por la cabeza tener que llamarle a él para interesarme por Caleb.

Ahora mismo odio a todo el mundo y no me apetece estar en ningún sitio. Llevo todo el día con una sonrisa falsa para que Leti no se extrañe y tenga que preguntarme si me pasa algo. No quiero mentir a la niña y mucho menos quiero que ella se preocupe por mí.

Hemos estado jugando a las muñecas y también dibujando, mientras que veíamos películas de dibujos, me encantaría también decir que me he distraído, pero la realidad ha sido otra completamente.

Son ya las 12 de la noche y Leti está en la cama, yo en cambio, estoy tumbada en la cama con ella, con todas las luces apagadas y mirando hacia el techo, ya que no soy capaz ni siquiera de cerrar los ojos para poder dormirme, ni siquiera me apetece eso.

Me giro sobre mí misma en la cama para poder abrazar a Leti y acomodarme con ella para ver si soy capaz de coger el sueño. Mi mente ahora mismo es una montaña rusa y solo puedo pensar que en el fondo deseo con todo mi corazón que Caleb no haya hecho nada malo.

No me cae bien, ni muchísimo menos me importa lo más mínimo, pero no soy mala persona y jamás le desearía el mal ni a mi peor enemigo. Al fin y al cabo últimamente Caleb y yo compartimos ciertas horas juntos por Leti y aunque en este caso el roce no haga el cariño, sí que me preocupa que le pueda pasar algo malo, sobre todo por su hermana.

Oigo como la puerta de casa, se abre y empiezo a escuchar ruidos fuertes en el salón. Lo primero que hago es levantarme corriendo para salir de la habitación y cerrar la puerta de la habitación de Leti.

Enciendo la luz que está mi lado derecho y cuando consigo ver la situación, no doy crédito de lo que estoy viendo.

Caleb está borracho, apoyado en la pared de la entrada, casi sin poder mantenerse en pie.

-¿Podrías no hacer tanto ruido por favor? Hay una niña de seis años que está durmiendo y esa niña es tu hermana, así que si tienes un poquito de respeto dejarás de hacer ruido-digo.

-¿En algún momento de tu vida vas a dejar de estar malhumorada?-me pregunta intentando hablar de la mejor manera que puede ahora mismo.

-Caleb, es imposible estar de buen humor contigo porque siempre estás liándola-digo con tono de voz baja, pero firme.

Caleb se acerca a mí y vuelvo a tener exactamente la misma sensación que esta mañana, no entiendo que está provocando en mí últimamente, pero no me gusta y me da miedo, porque no quiero tener otro tipo de sentimientos hacia él, que no sea rencor y odio.

-¿Qué estás haciendo?-le pregunto.

-Estás muy guapa...-dice tocando el bajo de mi camiseta.

Solo llevo una camiseta larga que me cubre hasta por encima de las rodillas, quizás no debería de andar tan provocativa por la casa cuando él esté y mucho menos cuando llegue borracho.

-No me toques-le ordeno quitando su mano de mi camiseta.

Caleb mira fijamente hacia mis labios, y yo no puedo evitar morderme el labio inferior.

-No hagas eso-me ordena él a mí.

Ignoro sus palabras y camino hacia la cocina para coger un vaso de agua que acabo entregando a Caleb para que de un par de tragos a ver si se le pasa un poco la borrachera que lleva encima.

-Que considerada-dice.

Vuelvo a ignorarle.

Veo como Caleb, camina a su habitación y abre la puerta y por primera vez veo como es su habitación desde el salón.

Las paredes negras, todo oscuro y siniestro. Una cama de matrimonio en el centro, un escritorio al lado derecho de la habitación y al lado del escritorio un armario alto de tres puertas.

-¿Puedes venir?-me pregunta.

-No quiero-le digo.

-Si no vienes tú, te cogeré en brazos para que vengas-me dice.

-¿En serio piensas que voy a hacerte caso?-digo riéndome.

Veo como Caleb camina hacia mí y antes de que pueda cogerme, decido entrar en la habitación.

-Vale, ya estoy aquí y ahora, ¿qué quieres?-le pregunto.

Caleb se tumba en la cama y me mira desde ella. Me atrevería a decir que está recorriendo todo mi cuerpo con sus ojos, sin dejarse ni un solo centímetro de mi piel. Y si no fuera Caleb de la persona que estoy hablando, me atrevería decir que me está mirando con deseo.

-¿Te tumbas conmigo?-me pregunta.

-Caleb, estás borracho y mañana no vas a acordarte de nada de esto y no quiero que mañana te levantes odiándome más todavía de lo que ya lo haces-le digo.

-Sé perfectamente lo que te estoy pidiendo-me dice.

Me encantaría decir que no estoy andando hacia la cama, pero sería mentira, a cada paso que doy sé que me estoy acercando más al peligro de lo que pueda pasar, pero desde esta mañana cada vez que le tengo delante es como si no pudiera reprimir el deseo de poder aunque sea tocarle.

Me siento en la cama y le miro fijamente, esperando a que me diga algo, pero no lo hace. Veo como su mano se dirige directamente a mi muslo y me acaricia la pierna suavemente.

-¿Qué estás haciendo?-le pregunto.

-Quería resolverte una duda, esta mañana sí que te hubiera besado-dice.

Me atraganto con mi propia saliva y abro los ojos, mirándole fijamente y sin saber que decir. Acaba de descuadrarme al completo con lo que acaba de soltar por su boca.

-Caleb deja de decir tonterías por favor, el alcohol no te hace bien y estás empezando a delirar.

-Cloe, una cosa es que esté borracho y otra cosa es que no tenga ojos y sé perfectamente lo que tengo delante de mí cuando lo miro-dice.

-¿Y qué es?-le digo después de morderme el labio y dirigir la mirada hacia abajo de la vergüenza que me está provocando este momento.

-A ti.

-Eso ya lo sé-le digo.

-Es suficiente por ahora-me dice.

-Voy a irme Caleb, esto está siendo un completo error-digo levantándome de la cama, lo más rápido que puedo para salir de la habitación.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora