Capítulo 28.

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Antes de que consiga abrir la puerta de Leti, la mano de Caleb se interpone entre la puerta y yo con un golpe firme que hace que me sobre salte del susto.

-¿Se puede saber qué estás haciendo?-le pregunto incómoda.

-Te has ido de mi habitación y no quería-dice.

-Pero es que no siempre va a ser lo que tú quieras, a mí no me apetecía quedarme en tu habitación y he decidido venirme a dormir con Leti, que es por lo único que sigo en esta casa-le digo.

-Por favor...¿Puedes quedarte esta noche conmigo?-me pregunta.

-¿Para qué quieres que me quede esta noche contigo? Me preguntas si quiero dormir contigo para que mañana te levantes y me sigas odiando como siempre, mí respuesta es no-le digo firme.

-Si tan solo dejases de ser tan malhumorada, empezarías a disfrutar un poco más de la vida-me dice con una sonrisa pícara.

-¿Disfrutar la vida como tú? No, gracias-le digo.

-Encima que intento ser amable contigo-dice.

-Caleb, no intentes vacilarme, desde el primer momento que entré por esta puerta me trataste mal y me hablaste con despecho y yo ni siquiera te había hecho nada, intenté al menos que nos llevásemos bien, no olvides que tú fuiste quien desde un primer momento me negó la palabra-le recuerdo.

-¿De verdad quieres que seamos amigos?-me pregunta.

-Yo no te estoy diciendo que seamos amigos, solo te he dicho que si voy a trabajar en tu casa y vamos a tener que compartir tiempo juntos al menos lo más sensato por nuestra parte era llevarnos bien-le digo yo.

-Es que quizás yo no solo quiero llevarme bien contigo-dice.

-¿Qué me estás queriendo decir?-me atrevo a preguntarle dubitativa.

-Que tú y yo no podemos ser amigos Cloe, porque es evidente que entre nosotros existe una atracción física-dice.

-De verdad, estás diciendo muchas tonterías seguidas y esto no te viene bien, acuéstate y mañana cuando te levantes vuelve a ser el mismo gilipollas de siempre que es lo que mejor se te da-le digo, apartando mi mirada de el.

Esta vez no me dice nada, pero sus manos me cogen por la cintura y me aprieta fuerte contra el, yo no me quito, solo le miro y me quedo quieta, coge su mano derecha y me acaricia suavemente el borde de mi mandíbula y con su dedo pulgar me acaricia el labio inferior de la boca, trago saliva, él hace lo mismo.

-Caleb...-digo.

No soy capaz de decir nada más, porque una parte de mí necesita más, más de Caleb Brown. Una parte fuerte de mí quiere que continúe haciendo lo que sea que está haciendo. Algo de mi pide a gritos que me bese y no me haga sufrir, que no me haga necesitarle.

-¿Qué quieres Cloe?-me pregunta susurrándome al oído.

-Quiero...Yo...Quiero...-no soy capaz de hablar.

Ridícula. Pienso.

Sin esperarlo, Caleb apoya sus labios en los míos y yo me dejo llevar. Nuestras lenguas se entrelazan entre sí. Cojo su cuello con mis manos, agarrándole fuerte, obligándole a que permanezca haciendo lo que está haciendo, que  no se separe de mí. Su mano derecha me agarra fuerte de la nuca y su mano izquierda acaricia mi espalda con rabia.

-Dios mío Cloe...-susurra pegado a mis labios.

-No dejes de besarme...-digo con claridad en mis palabras.

Caleb sigue besándome, esta vez con más intensidad y más pasión. Sé que lo que estoy haciendo está mal, pero no me importa.

Me coge en brazos, yo entrelazo mis piernas en su abdomen y me agarro fuerte a él. Sus manos están justo sujetándome por los glúteos y camina conmigo encima hacia su habitación. Cierra la puerta con su pie y me deja suavemente en la cama.

Estoy tumbada en la cama de Caleb, mirando cómo se sitúa a mis pies y con su mano, acaricia mis piernas de arriba abajo, me estremezco ante sus caricias y deseo que este momento no se acabe nunca.

-No voy a hacerte nada, no aquí, no ahora-dice.

-¿Qué?

-He bebido y no quiero que esta noche pase nada más entre tú y yo, no así-dice dejando de acariciarme.

-¿Y a qué se debe todo lo que estás haciendo?-le pregunto incorporándome en la cama para mirarle.

-Solo quería saber lo que provocaba en ti y enseñarte lo que tú me provocas a mí.

-No lo entiendo.

-Cada vez que me hablas mal, siento exactamente lo que tú estás sintiendo ahora, desesperación-dice-Cada vez que me miras con odio siento lo que tú, angustia y cada vez que sé que me odias, siento rabia, como tú ahora por no seguir tocándote-termina de decir.

-¿Estás castigándome?-le pregunto.

-De la misma forma que tú me castigas a mi, cada día que pasa y solo me odias-dice.

-Yo no te odio-le digo.

-Es lo único que me dices habitualmente y lo entiendo, sé que no soy la mejor compañía, pero, ya hemos visto como del odio al deseo hay solo un paso, ahora puedes decidir si quedarte aquí a dormir o irte con mi hermana-dice.

-¡Eres un gilipollas!-le grito.

-Ahí está, la Cloe malhumorada de siempre-dice.

-Acabas de jugar conmigo y todavía estás pretendiendo que me quede a dormir aquí y haga como que no ha pasado nada, estás enfermo Caleb, enfermo-recalco.

Me levanto de la cama y salgo lo más rápido que puedo de la habitación para volver con Leti.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora