Capítulo 1. Días de verano, noches de verano
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La maleta cae en cámara lenta por las escaleras.
No hago ningún movimiento por ir tras ella, más bien me enfoco en mirar a Kol que se mantiene estático con una mueca que dice que se meterá en problemas.
Porque lo hará.
La maleta llega a la planta baja y algo suena como si se tratara de vidrio. Rompiéndose, muy dolorosa y lentamente.
—Dime que era «tu» maleta —pido, aunque sé que no es suya porque huele a vainilla y tiene un arcoiris junto a un unicornio en la esquina adornado con las letras SC.
¿Cómo es posible que una maleta tenga olor?
—Se supone que debías coger la maleta.
—Se supone que me debías avisar a la cuenta de tres para alzarla —corrijo.
—Mierda. Mierda. Mierda.
Reacciona dos segundos después de procesar que algo dentro de la maleta de su enamorada está rota. Y que es culpa suya. Baja las escaleras de dos en dos hasta llegar a la maleta y echarle un vistazo.
—Parece que está bien.
—¿Por qué no va a estar bien? —Summer aparece por la puerta de la habitación de Kol, camina unos pasos y nos mira como un tirano que está a punto de mandar a matar al enemigo—. ¿Qué hiciste?
—¿Por qué piensas que hice algo? —Kol se señala con ambas manos, luciendo, exactamente, como el causante de la gran explosión que sucedió sin que nadie se enterara.
—Tienes ojos de culpa.
—Carajo. Bien. La maleta rodó por los peldaños y sonó a que algo se rompió.
Summer baja corriendo las escaleras, como lo hacen los niños cuando les dicen que tiene un regalo, solo que ella tiene una desgracia que atender.
Bajo las escaleras, de una en una, sin hacer ruido mientras Summer se apresura a abrir su maleta y sacar poco a poco lo que ha guardado para saber qué se rompió.
Escucho el sonido de frustración que suelta cuando estoy con un pie fuera de casa y corro hasta mi maleta que está esperando por mi en la vereda.
Se supone que me iré con ellos hasta la estación de autobuses, donde me dejarán y ellos seguirán con su ruta, pero prefiero tomar un taxi y evitar la conversación enfurecida que Summer le va a dar a Kol.
No pretendo comenzar mis vacaciones en medio de una pelea de pareja, que no es mía.
—¿A dónde vas?
Giro, sosteniendo el mango de mi maleta de ruedas para ver a Kol desde la puerta de la casa, que me está aniquilando con los ojos.
—Pues a mi casa.
—¡También fue tu culpa! —Le doy la espalda y camino a paso firme y acelerado—. ¡No te vayas, cobarde!
Empiezo a trotar, rodando la maleta a mi espalda, como los infantes yendo apresurados a la escuela, para llegar a la primera estación de autobús que me lleve muy lejos de aquí.
Porque oficialmente las vacaciones comenzaron y tengo dos meses libres antes de que el entrenador nos obligue a regresar para entrenar como salvajes. Debo aprovechar cada segundo que tengo, durmiendo o viendo la televisión, cualquier cosa que sea productiva en ese instante. O trabajando. Si, la última opción es la que de seguro haré estas vacaciones.
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El arte del color amarillo
RomanceCuarto libro de la serie "El color perfecto" Sinopsis Romee Brody está teniendo un mal momento. Pésimo. Nefasto. No es bueno para su imagen pública que la vean discutiendo con los paparazzis o que sus fans la quieran fuera de la banda femenina de...