La Despedida

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Morgan:

—¡Abuela, ya me voy a trabajar!—dije mientras tomaba mi bolso con mis cosas del trabajo.

—Mor, querida—dijo mi abuela apareciendo en la puerta de mi habitación.

Casi se me salió el corazón al verla de pie con su bastón.

—Abuela, el médico dijo que tenías que permanecer en reposo—la ayudé a que volviera a su cama. Nuestro piso era tan pequeño que su habitación estaba frente a la mía—. Por favor, no te levantes en todo lo que queda de la noche.

—¿Hablaste con tu jefe, querida?—siguió mientras le alcanzaba un vaso con agua, acomodaba sus pastillas, pañuelos, galletas de agua y todo lo que fuera necesario para que no se levantara—. ¿Ha considerado cambiarte de turno?

Evité mirarla a los ojos acomodando su cama. Mentirle a mi abuela era una cosa, pero mentirle mirándola a los ojos eran las grandes ligas.

—Ehh, ya te lo dije abu —le puse una manta por encima—. Las chicas que trabajan hace años en el restaurante piden los turnos de la tarde y los de la mañana, tengo que pagar derecho de piso y tomar el turno de la noche...

—Pero, muñeca—me sujetó las manos—. Sales de casa a las once de la noche y no llegas hasta las cinco de la madrugada, afuera es peligroso.

—Sé cuidarme—agregué con una pequeña sonrisa.

—Yo sé que sí, pero eso no hace que me quede tranquila. Tal vez deberías considerar renunciar...

—Sabes que no podemos permitírnoslo—susurré y me llevé sus manos a la boca para darle un beso en los nudillos—. Me voy o llego tarde y no quiero que me lo descuenten—me levanté y me puse mi bolsa al hombro—. ¡No me esperes despierta!

—¡Que te vaya bien!—escuché que dijo mi abuela a mis espaldas.

Me dolía mentirle, pero no podía decirle que el lugar en el que trabajaba no era un restaurante y que en realidad yo no era una camarera.








Pedri:

—No puedo creer que Joaquín vaya a casarse—soltó Fer, una sonrisa había aparecido en su rostro.

—¿En serio?—pregunté y le pasé la tarjeta de invitación de la boda—. Yo no puedo creer que haya aceptado tu idea de que le hicieras una despedida de soltero.

—Y va a ser la mejor despedida de soltero del mundo, hermano, toma nota, porque cuando yo me case y tú seas mi padrino, no espero menos.

—¿Lo mejor que se te ocurrió fue ir a un club de striptease?—pregunté levantando una ceja.

—El mejor de Barcelona—añadió.

—¿Y Aurora está de acuerdo?—una gran sonrisa apareció en mi rostro al ver que la suya desaparecía.

Fer murmuró algo inentendible.

—¿Qué?

Otra vez no le entendí.

—¿Qué?

—¡Todavía no se lo he dicho!—soltó un suspiro.

No pude contener una carcajada.

—En fin, ¿estarás bien?—preguntó y yo levanté la vista de mi móvil.

—¿A qué te refieres?—fruncí el ceño.

—Bueno, ya sabes, sé que Pablo y tú aclararon las cosas y que viste a Alex durante el mundial y ya no la odiaste, pero... ¿Estarás bien cuando estén los dos juntos en la boda de mañana?—Fer me miraba atento, como si estuviera esperando una reacción específica de mi parte—. Digo, sé que Pablo y tú están recuperando su amistad y todo eso, pero Alex va a volver de Roma para la boda.

IT'S JUST A MISTAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora