22: Un librito azul

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Capitulo 22.

Sonó la campana. De nuevo le tocaba comer sola en los recreos. Había algo triste en eso, pero se había convencido de que pronto volvería a sentirse como antes, todo regresaría a la normalidad. O a su extraña definición de normalidad, que no era muy normal. Tal vez no volvería a tener un amigo en su vida, lo evitaría tanto como fuera posible.

Eso de tener amigos... No era para ella.

—Lo hiciste bien – Apareció Gustavo, acababan de salir del conversatorio de inglés, le alzo la palma de su mano. Ella la observó.

—No quiero hacerte sentir mal pero no soy del tipo de persona que "choca los cinco"

—¿Me vas a dejar así? – la chica alzo las cejas– Intentaré no tomarmelo personal.

—Te lo agradezco.

El chico guardo las manos en los bolsillos. A veces la aridez de Ly se le hacía un poquito divertida.

—Bueno, ya sabes que puedes contar conmigo para estudiar ¿Está bien?

Fue en ese momento que un grupo de chicas ensortijadas de brazos cruzaron la esquina. Entre ellas, Daniela. Evito mirarlas, se fijó en Gustavo, en su mente solo aparecía aquel cuaderno.

Si Gustavo leyera su cuaderno ¿Seguiría ofreciendole ayuda? Se cruzo de brazos. Carraspeó.

—¿Soy una obra de caridad?

Él casi parpadeo confundido.

—Nooo—Entonó– Eres mi compañera de clases, es normal ayudarnos y así...

Quizo decir "yo no necesito ayuda" pero era una mentira descarada. "No sé recibir ayuda" le sentaba mejor. Ella hizo una mueca y él se lo tomó a bien.

—Voy a la cantina ¿Tú también vas?

Ella le dijo que no, y luego apresuró el paso para alejarse de él. Gustavo podría sentirse mal por el aparente rechazo de la chica, pero definitivamente decidió no tomarlo personal.

"Así de rápido Daniela había vuelto a su rutina", pensó ella, "Y Daniel debe estar encondido en alguna esquina jugando un videojuego con los audífonos a todo volumen". Sí, el también debía haber vuelto a su "rutina normal". Y ella estaba sentada allí, en su escondite, también había vuelto a la suya. Las paredes aún necesitaban una capa de pintura, las hojas de manzanillas aún se mecian con el viento de la mañana, el sol brillaba en lo alto... Había regresado a su rutina, pero ahora era tan triste.

💭💭💭

Había rechazado a Gustavo para que la ayudará con la escuela, y sin embargo, allí estaba. Sentada en su sala, en la mesita de comedor con su cuaderno de química abierto.

Es decir, no es como si encontrará otra salida. Sus calificaciones del segundo trimestre eran aceptables, pero las del primero eran una historia depresiva. Si no quería repetir tercer año –Y créanme lectores, por nada del mundo quería– tenía que aprobar con notas decentes sus evaluaciones.

Husmeaba con la mirada. Tal vez no era algo digno de su personalidad que pretendía ser desinteresada, pero ya no le importaba mucho "su personalidad". Estaba en una etapa de reflexión, dónde intentaba descubrir que de todo lo que pensaba tenía algún sentido y no era simplemente inútil. La casa de Gustavo era sencilla, pero bonita. Quedó prendida en una biblioteca cercana. Era enorme y estaba repleta de libros, esforzó la vista intentando reconocer algunos títulos, pero no encontró algo que ella hubiera leído. Tamborileo los dedos en la mesa, tenia la desapacible sensación que se tiene cuando se está en una casa ajena.

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