25: Yo no te invite

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Capitulo 25

El día había caído y el atardecer se pintaba en el cielo como si fuera con tiza. Amberly salió de casa dispuesta a tocar la puerta de Iván, pero todo se le hizo más sencillo cuando lo vio en la acera, preparando su moto –y preparado ya él– para ir a quien sabe dónde. Llevaba una chaqueta negra y ni una mancha de sucio en el rostro. En menor medida, y de manera diferente, experimento un pequeño fastidio, de esos que solía tener cuando su hermano salía de noche.

Se detuvo justo su lado.

—¿Podrías llevarme mañana temprano a un sitio?

Él la miro con una sonrisa sarcástica, como si por un momento quisiera recordarle que decir "hola" nunca estaba demás. Nego rotundamente.

—¿Que me despierte temprano un domingo? ¿Estás loca?

—Por favor– le pidió, con una voz que no estaba dispuesta a rogar.

—¿Que? ¿Será que escuche mal? Repite eso.

—Lo que oíste.

—Creo que tengo el oído tapado, debió haberme quedado agua de la piscina. Enserio ¿Que dijiste?– Siguió, haciéndose el despistado.

Ella resopló y rodó los ojos.

—Por favor.

—Estás siendo amable ¿Te das cuenta de que estás siendo amable?

Hizo una mueca ¿Y que tenía de extraordinario que ella fuera amable? Cómo sea. Le dió un giro a la conversación.

—Si ahora tienes todos los días libres, ya no importa de todas formas si te levantas temprano un domingo.

—Te recuerdo que tú eres la culpable de que me hayan despedido.

Amberly se mostró ofendida. Hace un par de días ella fue a la tiendita y decidió ordenar el almacén ¿Por qué? Porqué no tenía nada mejor que hacer. Por accidente se le resbaló un empaque de mermeladas; todas se quebraron. Iván se asomo inmediatamente por la puerta. Ella se había puesto de cuclillas y tenía las manos en la cabeza, desesperada, su padre iba a lanzar fuego por la boca. Él se dispuso a ayudarla a limpiar pero ¡Así es la vida! En ese momento el sonido de la chatarra andante anuncio la llegada de Roberto. Iván dijo que él había sido el culpable, y termino despedido, no sin antes recibir la peor insultada de su vida.

—Te despidieron porque tú quisiste, yo no te obligue a nada así que no se te ocurra cobrarme favores que nunca pedí.

Ivan la miro fijamente unos segundos con una expresión difícil de descifrar. Ella inmediatamente sintio vergüenza por sus palabras, pero muy tarde, ya las había dicho.  Luego de casi un suspiro, le respondió decepcionado;

—Sí, eso suena más como tú. Me quedaré con el por favor, pero tengo mucha curiosidad ¿A dónde quieres ir un domingo por la mañana?

Ella miro hacia otro lado, pues no quería ver su expresión cuando lo dijera. Tal vez esa era la parte más difícil.

—A la iglesia– Arrastro las palabras.

Espero que el chico se riera, y dado que esa risa estaba tardando tuvo que mirarlo. Ivan tenía los ojos abiertos y llenos de incredulidad.

—Creo que enserio tengo el oído tapado.

—Un compañero de clases me invitó, y no me quedo de otra que aceptarlo...

—Ah, por favor. A ti no te da pena decirle que no a nadie, no me vengas con eso...

—¿Me vas a llevar o no? Iría en autobús pero no tengo pasaje y con el humor de papá no puedo pedirle nada.

GraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora